Usted está aquí: lunes 9 de febrero de 2009 Opinión La crisis no empezó ahora

Gonzalo Martínez Corbalá
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La crisis no empezó ahora

Cuando hablamos de crisis, nos referimos en términos generales a la definición básica de Norberto Bobbio, quien la define “como un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo, una vuelta sorpresiva, y a veces hasta violenta, y no esperada, en el modelo según el cual se desarrollan las interacciones del sistema. Las crisis son actualmente caracterizadas por tres elementos. Ante todo por el carácter instantáneo, frecuentemente imprevisible; en segundo lugar destaca su duración, a menudo limitada, y finalmente, su incidencia sobre el funcionamiento del sistema.

Acudimos al artículo que escribí para La Jornada (“La crisis global”, 13/10/08): “El lunes 29 de septiembre, antes de que sonara la campana para abrir la sesión en la bolsa de Nueva York, se iniciaba con sombríos presagios lo que siete horas y media después habría de convertirse en una pérdida de 1.2 billones de dólares que se habían esfumado del mercado de la bolsa en Estados Unidos. El problema empezó 24 horas antes en Asia, lo que se convirtió en el día más negro para Wall Street desde 1987, cuando quebró ésta”. Para el martes siguiente, se había atribuido al hecho de que la Cámara de Representantes de Estados Unidos, con el voto mayoritario de demócratas y republicanos, había rechazado el plan de rescate del sistema financiero por el cual el presidente George W. Bush había solicitado más de 700 mil millones de dólares con la intención de evitar una crisis de proporciones inimaginables que se conoce en estos días como el lunes negro de la bolsa de Nueva York, y había de producir tal incertidumbre que nadie se atrevía a anticipar lo que podría pasar después.

Y nos referimos también al encabezado de El País, que decía: “fracasa rescate de Wall Street”, al tiempo que anunciaba que el terremoto financiero golpeaba el corazón de la Unión Europea y que los gobiernos promoverían el rescate de bancos en Bélgica, Reino Unido y Alemania (Antonio Caño y Andreu Misse, El País). Finalmente, se aprobaría el más grande rescate de la historia hasta el momento, aliviando la crisis mundial, de modo que no hay nada nuevo bajo el sol. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea alertaban ya acerca del riesgo que significaría que se presentara una crisis financiera mundial, enfatizando que “el mundo está al borde de una recesión”, advertía el director del FMI, institución que junto con el Banco Mundial y la Unión Europea reclamaban de los gobiernos acciones conjuntas para evitarlo. A pesar de todo ello, El País informaba en su primera plana que “la crisis mundial se agudiza pese a los planes de emergencia de Estados Unidos y la Unión Europea”

Ya va siendo necesario que en los inicios del año 2009 se busquen las causas profundas que han llevado a esta situación en todo el mundo, sin dejar de recordar lo dicho por el propio Alan Greenspan: “no solamente las instituciones financieras, así como los individuos se transformaron en menos vulnerables ante los shocks de los factores implícitos de riesgo, también el sistema financiero, como un todo, ha llegado a ser más resistente”, declaración con la que mostró una ceguera y una falta de autocrítica verdaderamente descomunales días después de que apareciera con gran despliegue de publicidad su libro con su retrato en la portada.

George Soros, el prominente financiero, se abstuvo de manejar fondos derivados a los que se atribuye haberse constituido en sus orígenes como el meollo de lo que habría de ser después la actual crisis de dimensiones geográficas históricas imprevisibles. Lo mismo que el conocido financiero Warren E. Buffet vino diciendo desde cinco años atrás: que son “armas financieras de destrucción masiva, potencialmente mortales”.

Creo que ha quedado demostrada la tesis de la estabilidad relativa de José Ferrater Mora, la cual establece como un hecho que las crisis operan en forma de oleadas que se extienden y a la vez se remansan, sin alcanzar un momento completamente estable, sino que, por el contrario, continúan de esta manera generando nuevos periodos de inestabilidad que acusan síntomas muy claros entre una situación histórica. La crisis es una verdad ya reconocida por los intelectuales y los especialistas en diversas disciplinas, sobre todo por quienes más la sufren, quienes no son por cierto los directores de los grandes bancos e instituciones financieras, sino los obreros que por miles están siendo despedidos tanto en Estados Unidos como en Europa por las grandes empresas. La realidad brutal es la presencia ya indiscutible de una crisis de carácter mundial de dimensiones históricas, que no es nueva, como hemos tratado de mostrar, pues para nosotros la crisis empezó con el principio del siglo, y pudo haberse evitado si se hubieran tomado medidas por lo menos no tan equívocas como las recomendadas por el señor Greenspan y las llevadas a cabo por el señor Bush, por la guerra de Irak y de Afganistán, pudo haberse así evitado alguna de las más graves consecuencias de orden financiero, así como en lo referente a la pérdida progresiva de fuentes de trabajo en cantidades ya verdaderamente alarmantes en todo el mundo.

Y por supuesto que para México no puede haber excepciones, pues la deflación de la economía de Estados Unidos, así como la inflación nos producen grandes problemas en lo que se refiere a los índices de desempleo y a las remesas disminuidas de nuestros compatriotas desde todo Estados Unidos, por decir lo menos, de los golpes a nuestra economía a los que estamos expuestos.

 
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