Usted está aquí: lunes 9 de febrero de 2009 Opinión Desde el otro Lado

Desde el otro Lado

Arturo Balderas Rodríguez
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■ Una pregunta obligada

Como se esperaba, no son pocos los obstáculos que los congresistas republicanos, y conservadores de todo tipo, han puesto al naciente gobierno de Barack Obama. El más importante hasta ahora: su oposición al “paquete” de medidas para salvar a la economía estadunidense. El presidente y su equipo han hecho lo posible para convencer a no pocos legisladores republicanos sobre la pertinencia de aprobar rápidamente esas medidas, cediendo inclusive en algunas de las propuestas destinadas a beneficiar en el largo plazo a sectores clave del desarrollo como la educación.

La pretensión de Obama de cambiar la fórmula mediante la que se recauda y distribuye el dinero, aumentar la carga fiscal a los que más ganan y el gasto social con una acción más decidida del Estado interviniendo y regulando la economía, se ha topado con la grosera oposición de los republicanos, responsables principales de la debacle.

A pesar de la crítica de no pocos de sus partidarios, Obama ha puesto de lado las diferencias ideológicas entre demócratas y republicanos, para encontrar un punto medio y salvar una propuesta económica que evite una recesión más profunda.

Gracias a la firme convicción de Obama por minimizar las diferencias entre uno y otro partido se ha logrado un avance en las negociaciones. No obstante, el asunto aún está en el aire y su aprobación definitiva pende de un hilo muy delgado.

En medio de todos estos problemas, fue lamentable que cuatro de los invitados a formar su equipo de gobierno se hayan puesto en evidencia por diversas faltas en el cumplimiento de la ley, en el pasado inmediato. Tres se han visto forzados a declinar dicha invitación. Uno de ellos, el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, de quien se esperaba que como secretario de Comercio fortaleciera las relaciones con nuestro país. En un hecho inusitado, el propio Obama ha reconocido el error de haberlos invitado a formar parte de su gabinete y advirtió que el escrutinio será más estricto.

La pregunta que en no pocos países como el nuestro deberá estar flotando en el ambiente: ¿qué pasaría si quienes integran los cuadros dirigentes de nuestros gobiernos fueran sometidos a ese mismo escrutinio?

 
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