Usted está aquí: lunes 9 de febrero de 2009 Mundo Neoconservadores presionan al Congreso para elevar el presupuesto de las fuerzas armadas

■ Buscan que el paquete económico aumente el gasto militar de EU

Neoconservadores presionan al Congreso para elevar el presupuesto de las fuerzas armadas

Ips

Washington, 8 de febrero. A pesar de la crisis económica y del gasto militar sin precedente, los neoconservadores de Estados Unidos presionan al Congreso para que eleve el presupuesto de las fuerzas armadas.

Los representantes de esta corriente política derechista exigen al Congreso y al presidente Barack Obama impulsar el gasto militar el año próximo, incluso más allá de las proyecciones que había formulado el gobierno de su antecesor, George W. Bush (2001-2009).

También promueven destinar al gasto en defensa decenas de miles de millones de dólares del paquete de estímulo económico de casi un billón de dólares, cuya aprobación legislativa para mediados de mes promueve Obama. Insisten en que un aumento de los contratos del gobierno con empresas militares estadunidenses debería traducirse en más trabajos, cuando el desempleo avanza rápidamente hacia los dos dígitos.

La campaña, que coincide con un aumento del gasto de cabildeo por parte de los principales contratistas de defensa, llega en momentos cruciales para el nuevo gobierno, más concentrado en lograr la rápida aprobación del paquete de estímulo y en la confirmación de las designaciones en puestos clave de la administración.

Por ahora, la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca insiste en que la partida del Departamento de Defensa se fije en 527 mil millones de dólares para el año próximo. El gobierno de Bush había considerado necesario un aumento de ocho por ciento en el presupuesto militar del año en curso.

Esa suma, que no incluye los aproximadamente 170 mil millones de dólares asignados por Washington a la denominada “guerra mundial contra el terrorismo”, en especial en Irak y Afganistán, ya constituye más de 40 por ciento de los gastos militares totales del mundo.

Pero, según informó la revista Congressional Quarterly, la burocracia del Pentágono y los neoconservadores insisten en destacar que el pedido de la Oficina de Administración y Presupuesto es 10 por ciento menor a lo recomendado el año pasado por el Estado Mayor Conjunto: 584 mil millones de dólares.

Obama llevaba 10 días como presidente cuando la cadena televisiva derechista Fox News aseguró que la Casa Blanca exigía un recorte de 55 mil millones de dólares al gasto en esa área.

Al día siguiente, el conocido neoconservador Robert Kagan, experto del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, expuso en su columna del Washington Post sus razones por las cuales una reducción de 10 por ciento en el gasto de defensa podría tener desastrosas consecuencias geopolíticas, y aseguró que la medida le indicaría a los enemigos de Estados Unidos que “la retirada del país ha comenzado”.

William Hartung, crítico del Pentágono que dirige la Iniciativa de Armas y Seguridad en la institución New America Foundation (NAF), enmarca estas maniobras en una campaña más grande del Pentágono y de la industria de la defensa, que preveía una caída del presupuesto militar incluso antes del estallido de la crisis financiera, en septiembre.

Además de la evidente desinformación sobre el supuesto “recorte” del gasto de defensa, los aliados del Pentágono en la prensa ejercen presión para que el paquete de estímulo económico incluya aumentos del gasto militar. Mientras, los principales contratistas militares intensificaron la presión.

Según The Wall Street Journal, tres de los principales proveedores del sector –Lockheed-Martin, Boeing y Northrop-Grunman– elevaron entre 54 y 90 por ciento sus multimillonarios presupuestos de cabildeo a partir de 2008, cuando estuvo claro que el aumento del gasto militar tenía fecha de vencimiento.

Según Hartung y otros críticos del Pentágono, este es el momento crucial para que un gobierno reformista recorte el presupuesto de defensa, cancelando el desarrollo de costosos sistemas de armas convencionales, como los aviones de combate F-22 y los V-22 Osprey, enormemente caros y de dudosa utilidad.

“Tienen la posibilidad de frenar el tren y comenzar a avanzar en la dirección correcta”, dijo a Ips. “Si no lo hacen ahora, todo será más difícil. Pero no están teniendo una gran presión pública para recortar, y sí para elevar el gasto.”

 
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