Usted está aquí: miércoles 4 de febrero de 2009 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Se anota el gobierno federal cifra histórica en devaluación

■ Faltan cuatro años, ¿resistirá el país?

Ampliar la imagen Fajos de billetes de cien dólares en un banco de Seúl, Corea del Sur Fajos de billetes de cien dólares en un banco de Seúl, Corea del Sur Foto: Reuters

Felipe Calderón y su “muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo” (él mismo dixit), entra por la puerta grande de los gobiernos devaluadores: ayer, el tipo de cambio quedó en 14.76 pesos por dólar (léase 14 mil 760), esa sí una verdadera cifra histórica. Así, en los últimos 32 años y medio el tipo de cambio peso-dólar se incrementó la friolera de 118 mil por ciento, a favor, obvio es, del billete verde.

Cuando, tras 22 años de estabilidad cambiaria, Luis Echeverría Alvarez devaluó la moneda mexicana aquel 31 de agosto de 1976, Felipe Calderón recién cumplía 14 años de edad. Tal vez era muy pequeño (de edad) para darse cuenta de lo que sucedía y del brutal efecto que tal disposición monetaria tendría entre los mexicanos. En aquel entonces ni el propio Felipillo aventuraba pensar en su futuro inquilinaje en Los Pinos, mucho menos que pasaría a formar parte de los gobiernos que, como el de LEA, devaluaron el peso y se devaluaron a sí mismos.

A los 26 años, ya como asambleísta del Distrito Federal, Felipe Calderón pudo criticar públicamente y a plenitud el rotundo fracaso económico de Miguel de la Madrid, su modelo económico y la permanente devaluación del peso a lo largo y ancho de su sexenio. Más adelante, como funcionario, dirigente o legislador de su partido actuó en igual sentido, y extendería el cuestionamiento a los subsiguientes gobiernos priístas, en especial con el de su renovado amigo Ernesto Zedillo, tiempo en el que el michoacano despachó como presidente nacional del blanquiazul.

Pero, las vueltas que da la vida, los panistas también saben de esto. Tanto que criticó Felipillo a los gobiernos priístas (en el de Fox se quedó callado), y ahora él recorre la misma ruta. Tan sólo en los últimos meses de estadía en Los Pinos su gobierno se ve en la penosa necesidad de reconocer una devaluación de 49.5 por ciento (hasta ayer), a pesar de que en octubre pasado aseguraba que el uso de reservas internacionales “ha permitido atemperar ya la volatilidad del tipo de cambio y limitarán las fluctuaciones de la divisa”.

Casi 50 por ciento de devaluación en sólo seis meses no es un marcador despreciable para Felipe Calderón en el concurso del sexenio más incompetente. Ese porcentaje, por ejemplo, supera el registrado por Adolfo Ruiz Cortines, quien a dos años de iniciado su gobierno devaluó 44.5 por ciento la moneda nacional frente al dólar (de 8.65 pasó a 12.50), aunque allí lo dejó hasta entregar la estafeta.

De hecho, se acerca peligrosamente a Luis Echeverría Alvarez, quien a escasos tres meses de concluir su gobierno devaluó el peso 59.6 por ciento (de 12.50 a 19.95 por dólar). Sin embargo, hay que reconocer que Calderón aún está lejos de la marca de otro político-empresario (o viceversa), Miguel Alemán Valdés, quien en su segundo año de gobierno depreció 78.35 por ciento la moneda nacional frente al billete verde (de 4.85 a 8.65). La ventaja para el veracruzano fue que así concluyó el sexenio, de tal suerte que al michoacano le restan casi cuatro años para romper ese récord.

Con respecto a la marca de su amigo Ernesto Zedillo, a quien “ahora comprendo mucho mejor” (de acuerdo con la serenata de amor que le dedicó en Davos), Calderón aún está rezagado. A lo largo de su sexenio, el presidente que nunca tuvo cash (hasta que las trasnacionales por él ampliamente beneficiadas lo contrataron como asesor, consejero y conexos al término de su mandato) acumuló una devaluación de 273 por ciento (de 3.45 –léase 3 mil 449.8– a 9.41 –en realidad 9 mil 415.5), una de las mayores de los últimos sexenios. Salinas y Fox no lo hicieron mal, aunque nunca mejor que los citados: como inquilinos de Los Pinos devaluaron el peso en 23 y 17 por ciento, respectivamente, con la salvedad de que el hijo predilecto de Agualeguas simple y sencillamente le heredó la decisión a su sucesor.

Quien hasta ahora indiscutiblemente mantiene el cetro (y los mexicanos exigen que nadie ose competir con él para quitárselo) es Miguel de la Madrid, más de 3 mil por ciento de incremento en el tipo de cambio (a favor de la divisa estadunidense) durante su estadía en Los Pinos: de 70 pesos por dólar que le heredó José López Portillo (quien a su vez devaluó 251 por ciento, una proporción, aunque parezca mentira, inferior a la de Zedillo) cerró en 2 mil 810 pesos por billete verde.

Por cierto, Miguel de la Madrid, el campeón de las devaluaciones, en sus seis informes de gobierno sólo en tres ocasiones utilizó la palabra devaluación: una para referir la que en 1982 decidió José López Portillo; las otras dos para subrayar la depreciación de algunas monedas europeas. ¿Y sobre la del peso mexicano? “Ajuste necesario; deslizamiento adecuado” y “tipo de cambio realista” fueron las frases utilizadas, que se repiten hasta nuestros días.

Lo cierto es todos los mandatarios citados dieron lo mejor de sí para que en 32 años el tipo de cambio peso-dólar se incrementara 118 mil por ciento, a favor, claro está, del billete verde, y queda claro que en ese periodo ninguno de los seis inquilinos de Los Pinos logró revertir el tipo de cambio a favor del peso mexicano. Pero qué más da, si como el propio Calderón ha dicho “para eso están las reservas internacionales”. Eso sí, el michoacano lleva ventaja, porque le restan cuatro años de mandato, si el país resiste.

Las rebanadas del pastel:

Que en eso de la crisis y sus devastadoras consecuencias “yo no quiero, ni pienso, ni deseo engañar a nadie”, asegura el inquilino de Los Pinos, el mismo que no ceja en su empeño de engañar a todos. ¿Alguien recuerda la “gripa”, el “catarrito” y lo que el viento a Juárez en este “navío de gran calado”?... De la lectoría sobre lo mismo: “parece ser que el único equipo que funciona en Los Pinos es el que saca las castañas del fuego y se ocupa de enmendar los errores de un jefe ‘distraído’. De otra manera no se explica que, en unas cuantas horas, ágilmente haya declarado el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, que se utilizarían las reservas para paliar la crisis, modificando así la agenda política y que ya no se discutiera entre la opinión pública el tema del Fobaproa internacional. Lo que no contaban era que en el ínterin se suscitaría la rebelión de las televisoras, cambiando el panorama mediático. El equipo de Los Pinos debe haber respirado tranquilo. Se olvidaría la burrada de Davos y ya nadie recordaría ese lapsus brutus, aunque sin duda hay muchos muertitos que desenterrar y que ya hieden; sólo hay que rascarle” (Ricardo García Ortega, chispolito@ prodigy. net.mx)... Y si de cínicos se trata, allí están los barones del duopolio televisivo, las famiglias de la radio, y a todo pulmón sus jilgueros mediáticos, desquitando su jugoso contrato.

 
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