Usted está aquí: martes 3 de febrero de 2009 Espectáculos Cineasta español pierde su Goya en celebración

■ Albert Solé lo ganó por un documental

Cineasta español pierde su Goya en celebración

Dpa

Madrid, 2 de febrero. “Si alguien tiene en sus manos un Goya al mejor documental y no es suyo, por favor entre en razón y devuélvalo, porque es irremplazable”, suplicaba hoy Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia del Cine Español.

Ganar un Goya es difícil y, cuando se logra, la alegría de los galardonados es infinita, como se pudo apreciar en la ceremonia de entrega celebrada el domingo por la noche en Madrid: llantos, gritos, risas, nervios... Perder una de esas estatuillas, momentos después de haberla ganado, debe ser algo horrible para el premiado.

Eso, precisamente, es lo que le ocurrió al cineasta Albert Solé, que en la 23 edición de los prestigiosos galardones se llevó el Goya al mejor documental por Bucarest: la memoria perdida, película que repasa la lucha de su padre, el catalán Jordi Solé Tura, uno de los padres de la actual Constitución española y ex ministro de Cultura.

El documental no sólo muestra la lucha política de Solé Tura contra el franquismo desde el exilio, sino también el combate al Alzheimer.

El busto del pintor, que tanto significa para Solé, no llegó a su casa, pues se perdió por el camino. Tras la gala en el Palacio de Congresos de Madrid y en una noche fría y lluviosa, Solé se fue de fiesta, a celebrar el premio.

En los Goyas como en los Óscares, es habitual que los equipos de las películas más importantes organicen fiestas privadas en locales de moda de Madrid. Es lo que hizo Álex de la Iglesia, quien ganó tres galardones (mejor montaje, mejor música original y mejor dirección de producción) por Los crímenes de Oxford. Y a esa fiesta, en una discoteca de una de las zonas de marcha de Madrid, asistió Solé.

El cineasta dejó su estatuilla en el guardarropa y, cuando regresó a recogerla, ya no estaba. Al parecer, la encargada se lo dio a “un chico de gafas”.

Los Goyas son esculpidos por José Luis Fernández desde 1987. Aunque la Academia del Cine no ha dado nunca a conocer su costo, se estima que es de alrededor de 18 mil pesos.

 
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