Usted está aquí: lunes 2 de febrero de 2009 Deportes Con novillos de Xajay, Manzanares salió a cobrar; Federico Pizarro hizo lo más torero

TOROS

■ Balderas repartió arrastres lentos a placer y le obsequió dos orejas a Fernando Ochoa

Con novillos de Xajay, Manzanares salió a cobrar; Federico Pizarro hizo lo más torero

■ Los banderilleros Alfredo Acosta y Armando Ramírez se llevaron la tarde

Lumbrera Chico

Ampliar la imagen El español José María Manzanares en la corrida 16 de la Plaza México El español José María Manzanares en la corrida 16 de la Plaza México Foto: Notimex

Con una novillada muy dispareja de Xajay, en la que fueron aplaudidos tres de los seis morlacos corridos en suerte, el juez Ricardo Balderas regaló dos orejas, una en cada toro, a Fernando Ochoa, que sin embargo no pudo con ninguno, mientras el público marcadamente villamelón –como que ya viene la tradicional pachanga del 5 de febrero– no entendió ni las complicaciones ni el valor ni el arte que Federico Pizarro sacó para resolverlas, en una tarde despeinada por el viento que, ante la falta de peligro del ganado, se volvió tediosísima.

De muy mal humor, con un listón negro atado al brazo izquierdo de su elegante chaquetilla azul cielo y oro, el español José Mari Manzanares hijo derrochó hambre, pero no de triunfo sino de cobrar e irse con el dinero a otra parte, con lo cual, como suele sucederles a quienes no ocultan sus prisas, tuvo que repetir en múltiples viajes la suerte de matar, señalando pinchazo tras pinchazo y cosechando avisos y pitos.

Una vez más, como ya se va haciendo costumbre, los banderilleros se llevaron las palmas más fervientes, tras las extraordinarias actuaciones de Alfredo Acosta, que clavó dos parazos de poder a poder en el morrillo del cuarto de la tarde, y Armando Ramírez, que adornó con sello, gracia y riesgo el lomo del quinto.

A no pocos aficionados ha llamado la atención el caso de este joven subalterno, que conecta con los tendidos cuando cita de largo, posee una fuerte personalidad y desempeña su labor con la elegancia de un matador de toros pero, a saber por qué, decidió ser banderillero desde el principio de su carrera y está dándose a conocer en ese rango, sin haber cultivado nunca, según se dice, aspiraciones más altas.

La falta de rigor o, en otras palabras, de honestidad y decencia de los jueces de la México volvió a quedar de manifiesto ayer durante la asombrosa reaparición de Ricardo Balderas, quien a su avanzada edad y en honor a su notable pérdida de la visión y del oído, el público creía jubilado hace rato.

Pero no: el martes pasado, el eximio volvió a coger la simbólica toga para reseñar, y dar por bueno, sin reparo alguno, el sexteto de novillos enviado por Javier Sordo Madaleno, bichos todos muy cómodos de cabeza, hermosísimos de lámina (había dos zainos, un negro con bragas, dos cárdenos y un castaño, que parecían de peluche), pero sin la edad, ni el trapío, ni la casta que cabría esperar de una ganadería que se dice de primera.

Todos tomaron una vara sin hacerle asco al caballo, pero ninguno confirmó su bravura porque sus respectivos matadores impidieron que recibieran la segunda; a Federico Pizarro, por ejemplo, que intentó llevar al peto por segunda vez al cuarto de la tarde, los villamelones le chillaron con histeria hasta obligarlo a pedir el cambio de tercio. Y luego, a la hora de la muleta, se vieron las consecuencias: la res embestía con nobleza, pero se iba de la suerte en cuanto el viento quebraba la secuencia de los pases por la derecha.

Por segunda ocasión consecutiva, a Fernando Ochoa le salieron los dos novillos más potables, pero, como ya se dijo, no pudo con ninguno: su primero evidenció su falta de temple y de mando, ya que le enganchaba la franela invariablemente en el tercer tiempo del muletazo, y a su segundo le pegó trapazos componiendo la figura a toro pasado, cosa que los villamelones celebraron con el mismo frenesí con que pidieron la oreja tras sendas estocadas un tanto caídas pero espectaculares.

Ah, don Ricardo Balderas, además, repartió arrastres lentos a placer, aunque el ganadero ni así fue sacado a dar la vuelta al ruedo. Qué vergüenza, pobre fiesta. Lo más grande es que anoche nadie sabía aún quien toreará la corrida del 5 de febrero, para la cual hoy salen a la venta los boletos. ¿No habrá algo de ilegal en ello?

 
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