Usted está aquí: sábado 31 de enero de 2009 Cultura Festival Ortiz Tirado: 25 años

Juan Arturo Brennan

Festival Ortiz Tirado: 25 años

Alamos, Son. Ayer concluyó en esta pequeña ciudad sonorense el Festival Dr. Alfonso Ortiz Tirado (FAOT), que con esta versión de 2009 cumple 25 años.

Como ha sido norma a lo largo de este cuarto de siglo, la médula del FAOT está en las noches de gala en que se ofrecen recitales vocales de diversa dotación y repertorio.

La primera de esas noches estuvo a cargo de Graciela Araya, muy buena mezzosoprano chilena (buena actriz además de buena cantante), y el tenor noruego Thomas Ruud, de voz potente y enfocada, por no muy dado a matizar y balancear esa potencia. Particularmente bien logrados en esta noche inaugural, sendos duetos de Carmen y Cavalleria rusticana, interpretados con autoridad vocal y escénica por ambos cantantes.

En esta primera noche de gala hizo una fugaz, pero muy sólida intervención, la joven soprano sonorense Cecilia Cumplido, de buena voz, buena presencia escénica y, sin duda, de buen futuro musical.

De entre lo que tuve la oportunidad de escuchar durante las primeras cuatro jornadas del festival, destaco sobre todo la segunda parte del recital ofrecido por la soprano María Papaioannou y la pianista Elina Savvidou, representantes de Chipre en el festival.

Después de una primera parte en la que presentaron eficazmente algunas piezas del repertorio operístico tradicional, las intérpretes chipriotas ofrecieron una hermosa (y bien ejecutada) selección de canciones griegas modernas, en las que una música de gran atractivo, nostálgica y evocativa, fue complementada con textos de un alto valor poético, envueltos en ricas armonías con giros cromáticos mediterráneos.

Oír cantar en griego siempre es un placer, y más si entre los autores de las canciones se encuentran personajes de la talla de Mikis Theodorakis y Manos Hadjidakis. La musicalidad y la convicción con que María Papaioannou cantó este notable repertorio quedarán, sin duda, entre los hitos importantes del FAOT 2009.

A la noche siguiente se presentó la soprano Flor Herrera, recién galardonada con el premio Revelación Juvenil Sonora 2008. Buena presencia escénica, buena técnica y una voz que apunta a solidificarse sobre todo en repertorios líricos y ligeros, como lo demostró en la primera parte de su programa, dedicado por entero a la ópera francesa.

Fue secundada por el tenor Héctor Sandoval, poseedor de un registro grave muy atractivo, bordeando casi en el barítono, y por la experta pianista acompañante y entrenadora vocal Teresa Rodríguez. Lo mejor de este recital fue la interpretación de un dueto de El elíxir de amor, de Donizetti, abordada por ambos con autoridad vocal y buena intención escénica. Quizá cabría esperar que en el futuro Flor Herrera pierda el miedo a cantar músicas como las de Leonard Bernstein en un estilo más de comedia musical y menos de ópera.

La cuarta noche de gala del FAOT 2009 en Álamos, a cargo de la mezzosoprano Estrella Ramírez, inició con buenos augurios, sobre todo por el acierto de proponer y cantar con convicción un aria de la ópera Keofar, de Felipe Villanueva, cuya presencia en este programa resaltó lo poco, muy poco de ópera mexicana (de cualquier época) que suele incluirse en este tipo de recitales.

Más tarde, sin embargo, el programa decayó notablemente en varios aspectos, aunque en el papel se antojaba atractiva la combinación de tangos, milongas, cuplés y algunos números de cabaret. Buena parte de los problemas de la segunda mitad del recital de Estrella Ramírez puede ser achacada a que los elementos escénicos, coreográficos y dancísticos añadidos al canto no funcionaron como complemento, pero sí como distracción. Y lejos de contribuir como colaborador, el pianista acompañante de la mezzosoprano, Paco Barrón, terminó por convertirse en su peor enemigo.

Por otra parte, no creo que poner al público a palmotear, corear, cantar y “participar” sea una buena idea en un contexto como éste. Quizá, sin embargo, estoy equivocado, porque el público alamense despidió el espectáculo de Estrella Ramírez con ovaciones de pie. Por algo habrá sido.

 
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