Usted está aquí: sábado 31 de enero de 2009 Cultura “No soy director, sino gorila y cada quien escoja su animal favorito”

■ Tras 12 años Enrique Bátiz vuelve al podio de la Filarmónica de la Ciudad, como invitado

“No soy director, sino gorila y cada quien escoja su animal favorito”

■ Igual que Georg Solti, “me encanta esculpir a roca limpia la imagen que quiero dejar, y eso no se logra en dos días”, argumenta

■ Mi lealtad y solidaridad son para la Sinfónica del Edomex, reitera

Ángel Vargas

Ampliar la imagen Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Enrique Bátiz, anteayer, durante un ensayo con la Filarmónica de la Ciudad de México Enrique Bátiz, anteayer, durante un ensayo con la Filarmónica de la Ciudad de México Foto: Cristina Rodríguez

La de director huésped es una condición con la que no simpatiza del todo Enrique Bátiz. Considera que ésta “resulta muy frágil, porque no se tienen el rigor ni el mando”.

De allí que congenie con la postura del director de origen húngaro sir Georg Solti, de nunca asumirse como tal, sino siempre como un director musical. Y ello implica ser, no un dibujante, sino un escultor de la música, explica en entrevista con La Jornada.

“Realmente no me siento un director huésped, soy un gorila, y después que cada quien escoja su animal favorito. Como decía Solti, odio ser director invitado, porque me encanta esculpir a roca limpia la imagen que quiero dejar, y eso no se logra en dos días.”

Debieron trancurrir 12 años para que el controvertido músico volviera a dirigir a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), lo cual ocurrirá este fin de semana, en lo que es el tercer programa de su temporada de Invierno 2009.

La ocasión más reciente en que lo hizo se remonta a 1997, cuando, igual que ahora, actuó como batuta huésped luego de que entre 1983 y 1989 se desempeñó como su director titular.

Tanto de ese concierto más reciente como del último que ofreció como titular, Enrique Bátiz guarda recuerdos poco gratos, pues ambos, según afirma, se efectuaron en ambientes determinados por ciertas confrontaciones, pugnas y grillas.

Eso explica su reticencia para volver al podio de la OFCM todos estos años, así fuese en calidad de invitado e incluso que haya rechazado la propuesta de formar parte de la programación con la que la Secretaría de Cultura del DF festejó, el año pasado, el 30 aniversario de la orquesta, en la que sí participaron varios ex titulares de la filarmónica.

Atrilistas explosivos

Durante la charla, al término del segundo ensayo con la agrupación capitalina, Bátiz –también pianista y director fundador y titular de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM)– aclara que su regreso a este podio de la OFCM después de tan largo lapso responde a que hasta ahora se presentaron las condiciones que pide para desarrollar su trabajo: “un marco pacífico y de buena voluntad, y que las exigencias musicales se cumplieran.

“Estaba algo tenso al venir, incluso lo hice resistiéndome un poco. Antes de comenzar el primer ensayo les dije (a los atrilistas) que esperaba pasáramos una semana muy agradable haciendo buena música, que no se creyeran todo lo que se dice de mí; que ésta era una oportunidad de que, por fin, los que no me conocían fincaran su propia idea. Y así, después de dos ensayos, todo está ya casi listo: los músicos están como dinamita, explosivos.

“Encontré una orquesta disciplinada, con muchas ganas de tocar, con un ambiente bastante sano. No era cierto lo que me habían dicho, que estaba mal.”

Tras aceptar que está al tanto de la severa problemática y la división interna en la OFCM durante los recientes años, Enrique Bátiz no vacila en afirmar que, al parecer, eso quedó superado y sostiene que “la orquesta se ha salvado”.

Abunda: “Sí, creo que es una orquesta que tiene méritos propios de sobrevivencia, con raíz de batalla, enjundia; que tiene carácter y que ha pasado por tantas cosas (...) Una orquesta que sabe crecer tiene que aprender a sufrir, porque necesariamente debe pasar por el sufrimiento. Así que estos 20 años (desde que dejo de ser su titular) han sido una prueba de fuego”.

Enrique Bátiz niega sentir resentimiento hacia la OFCM por la forma en que salió de ella, incluso ahora toma con buen humor que un atrilista haya definido a la etapa en que estuvo de director titular como la época del oscurantismo de la orquesta.

Acepta que durante su gestión fue poca “la justicia” que pudo hacer a la orquesta en términos administrativos y argumenta que eso se debió a la aguda crisis financiera que le tocó sortear.

Sin embargo, se le recuerda que fue en su gestión cuando la OFCM realizó más grabaciones. Al respecto, explica: “Fueron 23 y son documentos históricos, pero no deja de ser una anécdota, porque, ¿de qué sirve eso si luego los músicos complotan para partirle el hocico a uno, y se les permite, además?

“Aquí entramos a un tema muy importante, casi sagrado, el de la democracia. Dentro de una orquesta, ésta se da u ocurre cuando un director trabaja con músicos que desean ser, servir y tocar, y no de otra manera.

“La libertad tiene un precio, y hay que saber hasta dónde llega el límite para cada quien. Supe, por ejemplo, que un pequeño grupo de esta orquesta me tenía vetado, y quiero subrayar, con toda honestidad, que nadie me veta. Eso, el veto, no existe, porque el arte es universal, es para todos. Tratar de determinar quién dirige o no, no es democracia, es blasfemia, injurias personales, denuesto, chismes.”

Leal a la OSEM

–Como la OFCM todavía no tiene director titular, ¿le interesaría regresar al cargo?

–No vine para buscar un puesto, pero definitivamente creo que las autoridades y la OFCM deben tener el cuidado de escoger a un buen escultor y no, como ha ocurrido en otras orquestas de México, a dibujantes de dibujantes.

“No me gustaría dar una respuesta concreta a esa pregunta, porque me acuerdo de Porfirio Díaz, cuando dio esa famosa entrevista (a James Creelman), en la que dijo que ya no le interesaba quedarse en el poder, y se lo querían chingar todos.

“Pero ni soy Porfirio Díaz ni me gusta el chingado poder, me gusta hacer música. Si la orquesta sigue así de bien portada y así continúa, claro que se vuelve atractiva. Creo que el tiempo dirá.

“Lo que sí quiero dejar muy claro es que mi lealtad y mi solidaridad son completas para la OSEM, porque, si no, sería un patán. Si allá me han aguantado y aquí no, pues, ¿cómo es que quiero cambiar de vieja?, ¿porque está se ve más buena o por qué?”

 
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