Usted está aquí: lunes 26 de enero de 2009 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Lenta reacción de organizaciones populares al encarecimiento de productos y servicios

■ Continúa este año el tiroteo al maltrecho bolsillo de la mayoría de mexicanos

Más vale tarde que nunca, reza el conocido refrán, pero lo cierto es que extremadamente lenta ha sido la reacción, si así puede calificarse, de las organizaciones populares ante el apabullante encarecimiento de los productos y servicios que ha destrozado el de por sí maltrecho bolsillo de la mayoría de los mexicanos. El sexenio del “cambio” se despidió con abultados aumentos en los precios de leche popular, gasolina, diesel, tortilla, gas y tarifas eléctricas, cuando menos. El de la “continuidad” redobló esfuerzos y se estrenó con la llamada “crisis de la tortilla”, a la que siguió la de los alimentos, la de las tarifas eléctricas, la del gas, la de las gasolinas y el diesel, hasta llegar a la crisis de la crisis, por mucho que prometiera que de éstas “ni una más” en el país.

Ante ese panorama, surge, tardíamente, un intento de reacción de las organizaciones populares para contener la escalada de precios en bienes y servicios. El bolsillo de los mexicanos, de siempre horadado por la política económica del gerente en turno, ha sido terroríficamente apabullado en los dos últimos años. Tal ha sido el deterioro, que hasta la estadística oficial tímidamente reconoce los destrozos. Entonces, si hasta los indicadores gubernamentales (luego de la clásica cuan mañosa mezcla de promedios, ponderaciones, comparaciones, maquillajes y conexos) reconocen dicha situación, es que de plano la cosa está que arde.

De entrada, ese tímido reconocimiento oficial se observa en que de diciembre de 2005 a igual mes de 2008, los precios acumulados de los productos alimenticios que integran la canasta básica en México se incrementaron 29.53 por ciento, más que el nivel de precios de los productos alimenticios en general (24.86) y que el nivel general de precios (15.01), de acuerdo con el más reciente análisis que sobre el particular elaboró el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el cual nos obsequia el siguiente ingrato paseo, cuyos resultados fortalecen la tesis de la citada lenta reacción.

El crecimiento de los precios de los alimentos afectó principalmente a los hogares de ingresos más bajos (hasta tres salarios mínimos, o 55 por ciento de la población ocupada). Así, entre diciembre de 2005 e igual mes de 2008, el avance de los precios de los productos alimenticios en los hogares del país ocurrió así: en los que perciben hasta un salario mínimo general, fue de 26.81 por ciento; de uno a tres salarios, 26.13 por ciento; de tres a seis, 24.79 por ciento, y más de seis, 23.18 por ciento.

De diciembre de 2005 a igual mes de 2008, el incremento acumulado de los precios (indicadores oficiales) en los renglones que integran el segmento de los alimentos evolucionó de la siguiente manera: aceites, grasas y combustibles, 65.15 por ciento; pan (en este renglón destacan los aumentos de Bimbo), tortillas y cereales, 33.27; leche, sus derivados, y huevos, 29.31 por ciento; pescados y mariscos, 16.16; frutas y hortalizas, 26.52; azucares, café y refrescos envasados, 13.13; carnes, 19.41, y otros alimentos, 20.04. En la relación gasto en alimentos-ingreso monetario de los hogares, se observó que los hogares con los ingresos más bajos tienen una reducida diversidad en el consumo, ya que destinan casi 70 por ciento de su ingreso monetario, en promedio, para la compra de alimentos. Por el contrario, los hogares con los ingresos más altos únicamente destinan 12.66 por ciento.

A partir de enero de 2006, los precios de los alimentos en México han tenido las siguientes variaciones: de enero a julio de 2006 se abarataron, su tasa anualizada de precios pasó de 5.01 a 0.54 por ciento, respectivamente; de julio a octubre de ese mismo año se encarecieron, y su tasa anualizada de precios pasó de 0.54 a 7.15 por ciento, en cada caso. De octubre de 2006 a febrero de 2008 mostraron una relativa estabilidad, y la tasa anualizada fluctuó entre 4.81 y 7.80 por ciento; de febrero a julio de 2008 nuevamente se encarecieron, su tasa anualizada pasó de 4.95 a 9.37 por ciento; de julio a septiembre de 2008 tuvo un breve lapso de abaratamiento, al pasar de 9.37 a 7.56 por ciento, y para septiembre a diciembre de 2008 este índice registró nuevos incrementos al pasar de 7.56 a 10.5 por ciento. “Durante este periodo objeto de estudio, el índice de precios de los alimentos nunca habían crecido a un nivel tan alto como el reportado en diciembre de 2008”, apunta el citado centro.

Entre diciembre de 2006 y diciembre de 2008, el incremento acumulado de los precios de los alimentos, por estrato de ingreso, evolucionó de la siguiente manera: en los hogares que perciben hasta un salario mínimo general, fue de 26.81 por ciento; de uno a tres salarios mínimos generales, 26.13; de tres a seis, 24.79, y más de seis, 23.18. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, al cierre de septiembre pasado la población ocupada que percibe hasta tres salarios mínimos generales ascendió a 24 millones, 108 mil 132 personas (55 por ciento de la población ocupada), distribuidos de la siguiente manera: 5.12 millones que perciben hasta un salario mínimo, 8.74 hasta dos y 10.25 millones hasta tres. Esta es la parte de la población ocupada en México, con los ingresos monetarios más bajos, que se ve más afectada por el incremento de precios en los artículos alimenticios.

En la relación incremento de precios-aumento salarial se observó que para el periodo de diciembre de 2005 a diciembre de 2008, el salario medio de cotización del IMSS aumentó 17.42 por ciento, mientras el nivel general de precios lo hizo en 15.01 por ciento. Como consecuencia, el poder de compra del salario aumentó 2.41 por ciento. En este mismo periodo, el salario mínimo general se incrementó 8.1 por ciento, en cambio el nivel general de precios se elevó 15.01 por ciento (el de alimentos en general 24.86 y el de la canasta básica 29.53). Como consecuencia, la pérdida del poder de compra de los hogares con los ingresos más bajos fue de 7.11 por ciento. Y el tiroteo se mantiene en 2009.

Lentitud, pues, a todas luces.

Las rebanadas del pastel

Ayuda de memoria. ¿Alguien recuerda quién es el autor de la siguiente frase de campaña?: “les vamos a pagar la mitad de sus recibos de luz y gas, con posibilidad de llegar a 100 por ciento en ambos casos” (Veracruz, 19 de junio, 2006). Cualquier duda, favor de consultar al inquilino de Los Pinos... De nueva cuenta Evo Morales surge victorioso: los bolivianos aprobaron hoy en referendo la nueva Constitución por él impulsada, con un apoyo cercano a 60 por ciento de votos, según sondeos a pie de urna difundidos por varios canales de televisión. Las encuestas de las televisiones PAT, Unitel y Red Uno reflejaron que entre 60 y 61 por ciento de los votantes respaldaron la nueva Carta Magna, mientras por el no se pronunciaron alrededor de 40 por ciento.

 
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