Usted está aquí: lunes 26 de enero de 2009 Opinión Gaza: ensayo general

Gustavo Esteva
[email protected]

Gaza: ensayo general

Enfrío cuidadosamente las palabras. No cabe exageración alguna. ¿Cómo decir, sin hipérbole, que en Gaza estamos todos, que se trata de un ensayo general?

“Por 40 años nos hemos negado a ver la decisión que ahora debemos tomar… Pero no estamos preparados para decirnos: ‘Sí, esto es lo que debemos hacer’. Debemos buscar un acuerdo con los palestinos, es decir, retirarnos de casi todos, si no de todos, los territorios ocupados. Alguna proporción de esos territorios seguirá en nuestras manos, pero debemos dar a los palestinos la misma proporción (de territorio en otro lugar). Sin esto no habrá paz. Y esto incluye Jerusalén.”

“Podemos combatir contra cualquiera de nuestros enemigos o contra todos ellos juntos y ganar. Lo que me pregunto es: ¿qué pasa si ganamos? Ante todo, tenemos que pagar un precio doloroso. Y una vez que pagamos el precio, ¿qué les decimos? ‘Vamos a platicar’… Por tanto, me pregunto: ¿para qué entrar en guerra…, llena de pérdidas y destrucción, a fin de alcanzar lo que puede ser logrado sin un precio tan alto?”

Cito a Ehud Olmert, el primer ministro de Israel, en una entrevista reciente publicada por Yedioth Ahronoth, el periódico más popular de Israel (www.nybooks.com/articles/22112).

“Lo que estoy diciendo –señaló– nunca lo ha dicho un líder de Israel. Pero ha llegado el tiempo de decir estas cosas. Ha llegado el tiempo de ponerlas en la mesa… Leo los informes de los generales y digo: ¿cómo es que nada han aprendido?… Con ellos sólo se trata de tanques, de territorios controlados o por controlar, de retener tal o cual cerro. Pero todo eso nada vale… La guerra del Líbano pasará a la historia como la primera en que el liderazgo militar entendió que la guerra clásica se ha vuelto obsoleta. Sólo una mentalidad miope… podría pensar que si hubiésemos entrado a la guerra de Líbano con todo el ejército las cosas hubieran sido diferentes… La verdadera lección… es que en las guerras contemporáneas el frente interno es el frente, el frente interno está envuelto en la batalla.”

Estas reflexiones sensatas son de Olmert, el mismo que ordenó el horror de Gaza y hace unos días celebraba con los generales sus “victorias”. El mismo. Para entender el viraje insoportable recordemos que en este lapso estalló la crisis. Que en la raíz de esta crisis estamos nosotros: los que resisten, los insumisos, los rebeldes. Que por ello se intensifica, bajo una variedad de formas, la guerra que se libra contra todos los que se oponen a la ocupación capitalista del planeta. Que el vacío de poder en la transición estadunidense pudo emplearse para poner a prueba estrategias bélicas de control.

La intervención genocida en Gaza no representará ventajas militares para Israel ni traerá seguridad a sus habitantes. Lo sabe Olmert, lo dijo. Pero quizá no es ése el objetivo estratégico.

Igualmente, la insensata batalla contra el narco no podrá ganarse en el estilo Calderón y tampoco le dará legitimidad o fuerza política. Pero quizá no se trata de eso.

Lo que se busca en ambos casos es intimidar, controlar, sofocar toda resistencia, criminalizar a los disidentes. Esto exige, con el uso de la fuerza, el engaño sistemático.

Calderón acaba de ordenar a los embajadores mexicanos mentir junto con él: propagar la imagen de un país que vive “en paz y tranquilidad”, porque “parece que en el mundo se genera la impresión de que en México se está… masacrando a la población civil en las calles…”

No es una impresión. Existen hechos bien documentados que se conocen internacionalmente. La serie de Calderón empieza el 25 de noviembre de 2006, en Oaxaca, a cargo de su secretario de Seguridad Pública. Sigue hasta hoy. Día tras día, en todas las calles. Los ejemplos son inagotables. Calderón ordenaba aun aquel lavado de imagen cuando la policía, cerca de San Cristóbal, disparó contra un camión de indocumentados: mató a tres e hirió a ocho. Se sigue masacrando a civiles en las calles.

Pero los hechos no importan.

Sería muy grave que el discurso de Calderón se basara en bendita ignorancia. Más grave que fuera puro cinismo. O una mezcla de las dos cosas. Pero es más probable que crea lo que dice, a sabiendas de lo que pasa. Es un lenguaje clásico, para cierta mentalidad. En ese lenguaje, guerra es paz. Bajo la alfombra mediática se guardan los hechos, para que aparezca, en todo su esplendor, la lógica de un poder insensato sin más sentido que el poder mismo. Es la situación que anticipó Orwell en 1984. Gaza podría ser ensayo general para implantarla en todas partes…

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.