Usted está aquí: viernes 16 de enero de 2009 Opinión Penultimátum

Penultimátum

■ Holmes y Kitt, ausencias

Creciente rumor del que nadie en su sano juicio debe hacer caso: cuestionado funcionario de la cultura podrá, finalmente, viajar a gusto por Europa. Cobraría en París, en euros, y con sede en hoteles de cinco estrellas, en suite.

Por muchísimos méritos Odetta Holmes y Eartha Kitt estaban llamadas a darle todavía más esplendor a la toma de posesión de Barack Obama. Serían la mejor compañía de Aretha Franklin, cuyo canto llegará el martes próximo a todo el mundo.  Lamentablemente Odetta murió a principios de diciembre pasado, recibiendo en vida todos los honores por su calidad interpretativa y su lucha por los derechos de los afroestadunidenses. Hace una década el presidente Clinton le entregó la Medalla de las Artes y las Humanidades. Deja un legado musical y moral necesario en estos tiempos de crisis. En cuanto a Eartha Kitt, fallecida hace tres semanas, muchos recordarán, ahora que un negro asume la presidencia de Estados Unidos, a la bailarina, actriz de cine, teatro y televisión; a la cantante que en 1968 tuvo el valor de reclamarle en la Casa Blanca a la esposa del presidente Johnson por la muerte de inocentes en Vietnam. Se retiró del lugar de tal forma que todos supieron que lo hacía en protesta por esa guerra injusta. Dicho  gesto tuvo como respuesta el ostracismo casi total decretado por quienes manejaban la industria del entretenimiento en el vecino país y no querían disgustar al poderoso. Sin embargo, Francia la acogió como lo que era: una de las grandes intérpretes del jazz. La sensual voz de la mejor Gatúbela que ha producido la televisión tampoco dejó de escucharse en su país y en el resto del mundo. Volvería a la Casa Blanca con todos los honores durante el gobierno del presidente Carter, su admirador.

Cabe ahora mencionar algunas cercanías de Eartha con nuestro país. Por un lado, su inconfundible interpretación de dos canciones rancheras clásicas: Fallaste corazón y Por un amor. Por otro, su romance con Pedro Armendáriz. Lo conoció en el centro nocturno del hotel Regis, cuando el actor puso en su lugar a un borrachín con dinero que molestaba a la “mujer más excitante del mundo”, según Orson Welles. No sabía en ese momento Eartha que su defensor era la figura masculina por excelencia del cine nacional. Y finalmente, por sus grabaciones con un compositor y arreglista cubano que tuvo a México como su segunda patria y aquí cimentó su fama mundial: Dámaso Pérez Prado. En el antiguo sello de la RCA existen por lo menos dos grabaciones donde la voz de Eartha y los arreglos del caraefoca lucen en todo su esplendor: Sweet and Gentle y Freddy. Debe haber más, que ojalá no se pierdan por la irresponsabilidad de quienes poseen el archivo musical de la marca del perrito. Sería un mínimo homenaje  a la primera sex simbol del jazz.

 
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