Usted está aquí: miércoles 7 de enero de 2009 Política Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo

Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo

(Nota: los textos del los “Vientos” cuarto y quinto, presentados por el teniente coronel Moisés y la comandanta Hortencia, respectivamente, se publicarán en la edición electrónica de La Jornada de mañana)

Sexto Viento: una otra digna rabia.

Buenas noches.

Gracias a Don Eduardo Almeida por ayudarnos en la moderación. Es un honor tenerlo con nosotros.

Desde los inicios de nuestro alzamiento, nos llamó la atención la simpatía y el apoyo que recibíamos, y afortunadamente seguimos recibiendo, de 4 sectores de la población: de los indígenas, las mujeres, los jóvenes y jóvenes, y de homosexuales, lesbianas, transgénero, transexuales, principalmente, aunque no sólo, trabajadores y trabajadoras sexuales.

Y desde entonces nos hemos esforzado por encontrar las razones o motivos que nos daban este privilegio.

Poco a poco hemos ido entiendo, no sé todavía si acertamos, que es porque tenemos en común esto de ser “otros”, “otras”, excluidos, perseguidos, discriminados, temidos.

Como si se hubiera impuesto una normalidad o un estándar, con sus clasificaciones y anaqueles, y todo lo que no entrara en esas clasificaciones fuera puesto en un archivero cada más abultado, marcado con el letrero “lo otro”.

Por supuesto que estas clasificaciones son también calificaciones, y con ellas viene una serie de códigos culturales y pautas de comportamiento que deben ser cumplidas.

Una especie de manual de supervivencia que el ser humano no recibe encuadernado, sino que lo asimila por dosis, la mayoría de las veces, brutales, en el largo o corto trayecto de su maduración, es decir, de su domesticación.

Hagan de cuenta como un folleto de “¿Qué hacer en caso de…?”

Y así, no escritos pero evidentes y omnipresentes, habría folletos de “¿Qué hacer frente a un indígena?”, o “¿Qué hacer frente a una mujer?”, o “¿Qué hacer frente a una joven o un joven?”, o “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, un transgénero, un o una transexual?”

Claro que no son un proyecto editorial, pero están tan difundidos que su publicación haría millonario a cualquiera. La colección podría llamarse “Sea una persona normal” y sacarse en fascículos coleccionables.

Pudiera pensarse que cada uno de estos manuales de “educación” o “supervivencia en la normalidad” tiene sus especificidades, y las tienen. Pero también tienen cosas en común:

“¡Desconfíe!”, “¡Desprecie!”, “¡Discrimine!”, “¡Agreda!”, “¡Búrlese!” serían alguna de ellas.

Y en sus especificidades podríamos encontrar:

El folleto de “¿Qué hacer frente a un indígena?” podría dar detalles, por ejemplo, diría: “mire de arriba abajo, de modo que esa cosa que tiene enfrente sepa quién manda y sepa que no todos somos iguales, sonría burlonamente, haga chistes sobre la forma de hablar o de vestir de la cosa ésa. ¿Su valor?, vale menos que un pollo”.

Y el de “¿Qué hacer frente a una mujer?” diría: “Si usted es hombre mírela como lo que es, como un objeto, como una puta con dueño o sin dueño todavía. Si usted es mujer, haga lo mismo. Valórela en sus posibilidades de uso sexual, fuerza de trabajo o elemento decorativo. Agrédala. Si está buena, manoséela, tómela, hágala suya, o al menos inténtelo, si es necesario el uso de la fuerza no lo dude, empléela. Que ese objeto que tiene sepa quién manda y que sepa que no todos somos iguales.” No hay que temer decirlo; este manual está sumamente extendido y es practicado con entusiasmo en el sector de varones o machos que decimos estar abajo y a la izquierda. Silenciarlo, ocultarlo, no nos exime de la culpabilidad ni exorciza el fantasma de que a veces nos parecemos demasiado a los que decimos combatir.

Y el folleto de “¿Qué hacer frente a un joven o jovena?” diría: “En primer lugar asuma que se encuentra usted frente a un delincuente en activo o en potencia. Además de barros y espinillas, la cosa ésa tiene tendencias naturales al vandalismo y la violencia. Asuma también la ventaja que usted tiene en los calendarios, algo que la cosa deberá entender. No se preocupe por su rebeldía, se le pasará cuando el calendario, con ayuda de la policía, haga su trabajo.”

Y en el folleto de “¿Qué hacer frente a un homosexual, una lesbiana, transgénero o transexual?”, se leería: “Asuma usted que está frente a un criminal enfermo, así que aléjese (no se ha descartado que la putería sea contagiosa), si los tiene, mantenga a sus hijos alejados. En casos extremos acuda a su confesor de cabecera (nota: a falta de éste, un miembro del PAN, o de cualquier partido de derecha, puede servir)”:

Digámoslo: no sólo frente a las mujeres, también frente a las diversas preferencias sexuales, la izquierda es profundamente machista.

¿Y los zapatistas, las zapatistas?

Tal vez estamos igual o peor. En el mejor de los casos nos falta un buen.

Pero con un empeño en aprender y, sobre todo, con los espacios que nos posibilitan esos aprendizajes y con las maestras, maestros y maestroas: ustedes.

En los relatos que hemos ido soltando a lo largo de estos años, hemos tratado de mostrar nuestra realidad en esto, nuestra fallas y carencias, pero también nuestros “modos” para tratar de superar las unas y las otras.

Frente a las diferencias sexuales, ha sido más fácil. Tal vez porque llegamos menos domesticados.

En uno de los recorridos de La Otra Campaña, encontramos a los compañeros y compañeras de la Brigada Callejera (que nos enseñaban, aún sin saberlo, desde hace mucho tiempo). Les preguntábamos entonces sobre el problema de la arroba. Ésta es políticamente correcta, pero sólo incluye al masculino y al femenino y ya, como si fueran la única opción sexual, falta lo otro. Los compañeros y compañeras de Brigada Callejera nos dijeron que usaban “compañeric” o “compañerotic”, no estoy muy seguro.

Nosotros buscamos nuestro modo y llegamos en esto que hemos llamado “compañeroa”.

Bueno, el primer relato cuenta el encuentro de Elías Contreras y la Magdalena. La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca. La Magdalena existió y fue real, ubicable en el calendario y la geografías zapatistas, como es ubicable el acontecimiento donde le salvó la vida a Elías Contreras, un indígena zapatista que se asomó a la ciudad con esa capacidad de asombro y ese empeño por entender que pocas personas poseen.

En lo que se refiere a las mujeres vamos todavía muy atrás. Hace un rato, en la tarde, escuchamos en voz de la Comandanta Hortensia los avances que han tenido como mujeres en la lucha.

A ella le faltó decir que lo han logrado a pesar de la firme oposición nuestra. Si los hombres no hablamos mucho de ello es porque sería una larga y penosa cuenta de derrotas.

Tenemos muchos problemas. Por ejemplo, en nuestros cuarteles las condiciones de higiene no son las óptimas, y es común que se presenten en las insurgentas enfermedades como infecciones en vías urinarias. La Capitana de Sanidad Elena no me dejará mentir: se batalla mucho en lograr que sus parejas varones tomen también el tratamiento que reciben y las re infectan una y otra vez.

Y no sólo. También batallamos en el uso del condón. Nuestra compañeras insurgentas suelen ser muy jóvenes y tienen problemas de salud con el uso de anticonceptivos. Las pastillas o el parche o el injerto les hacen daño, y el dispositivo también. Como son muy jóvenes, se les insiste a sus parejas varones que usen condón. Pero, como comprenderán, es muy difícil checar que eso se cumple, como que no podemos ir a cada techo para ver si lo están usando o no. Yo les he ofrecido mi “pedagogía del machete”, y los amenazo con hacerles la vasectomía con mi habilidad quirúrgica.

Y en el respeto a la mujer también nos falta. Hay una anécdota que les quiero contar:

Hace unos días estábamos reunidos hablando de que iba a venir la Comandanta Sandinista Mónica Baltodano. Una de las comandantas sacó aquella frase que decían las mujeres sandinistas que decía “no se puede hacer la revolución sin la participación de las mujeres”. Yo, bromeando, le dije que yo iba a sacar una frase que dijera “se puede hacer la revolución a pesar de las mujeres”. La comandanta me miró ahora sí que de arriba abajo y me dijo: “Urr, Sup, estamos haciendo una guerra de liberación. Si estamos tardando es por culpa de los pinches hombres”.

Van pues los cuentos pendientes: Siete Cuentos para Nadie. Cuento 4: El encuentro de Elías Contreras y la Magdalena.

Habla Elías Contreras, Comisión de Investigación del EZLN,:

“A veces como que también el Dios se equivoca. El otro día andaba vuelteando por el monumento de la Revolución, que sea que estaba reconociendo el terreno. Que se para saber pa dónde correr, que sea por si se ponía brava la cosa, o el caso, según. Bueno, pues andaba yo por esos rumbos y había estado un buen de tiempo en un parquecito que se llama San Fernando, que está ahí nomacito de un cementerio. Y tardé frente a la estatua de mi general Vicente Guerrero, ésa donde viene escrito en piedra el lema del EZLN que es “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”.

Y entonces se me hizo tarde y ya era noche ya. Y entonces me fui caminando por esa calle que se llama Puente de Alvarado y ahí nomás me paró la justicia, que sea los judiciales. Y entonces que me dicen que quién soy, que qué andado haciendo, que me caiga con lo que traigo y otras cosas que no muy entendí porque hablan muy otro esos judiciales. Y entonces ya me querían subir a la patrulla, pero que se acerca una muchacha con una falda bien rabona y una blusita, que sea que estaba bien encuerada y hacía mucho frío. Y entonces la muchacha los habló a los judiciales y ya me dejaron ir ya. Y entonces la muchacha se me acercó y se puso a platicar conmigo y me dijo que se llama Magdalena. Y entonces me preguntó que de ónde era yo porque hablaba muy otro. Y entonces yo, como vi que es buena gente porque me espantó a los judiciales, le dije que de Chiapas. Y entonces ella me preguntó si era yo zapatista. Y entonces yo le dije que no conozco qué cosa es zapatista. Y entonces ella dijo que claro se veía que yo era zapatista, porque los zapatistas no andan diciendo que son zapatistas. Y entonces ella me dijo que no es una ella sino un él. Y entonces, como no muy le entendí, ella se levantó la falda y ahí se miró su ése-cómo-se-llama haciendo bulto en su calzón. Y entonces yo le pregunté que cómo era que es un él y se viste como una ella. Y entonces ella, o él, me contó que es mujer pero tiene cuerpo de hombre. Y entonces me invitó a su cuartito, que porque no había clientes, dijo. Y entonces en su cuartito me contó todo y que ella o sea él quiere ahorrar su dinerito para operarse el cuerpo de hombre y hacerlo cuerpo de mujer y que por eso estaba taloneando. Y entonces yo no muy entendí qué cosa es “taloneando” y ya me explicó. Y entonces se quedó dormida, o dormido, según. Y entonces yo me acomodé en un rincón con mi chamarra y una su cobija de la Magdalena que me emprestó. Y no dormí porque estuve pensando que a veces el Dios también se equivoca, porque a la Magdalena, que es mujer, la puso en cuerpo de hombre.

Y entonces al otro día tomamos cafecito ya tarde porque la Magdalena no se alevantó luego. Y entonces yo le platiqué de la lucha zapatista y de cómo estamos organizados los pueblos en resistencia y ella estaba muy contenta escuchando. Y entonces no le dije que andaba de Comisión de Investigación y ella no preguntó qué ando haciendo en el mostro, que sea en la Ciudad de México. Y entonces yo lo miré que es buena compañera, o compañero, según, porque es discreta o discreto, según, y no pregunta qué ando haciendo. Y entonces ella me dijo que si me hacía falta podía quedarme en su cuartito el tiempo que quisiera. Y entonces yo le di gracias y aluego salí y le compré un su ramo de rosas rojas y se lo di y le dije que cuando gánemos la guerra íbamos a poner un hospital para enderezar todo lo que le había salido chueco al Dios. Y entonces ella se puso a chillar, que sea porque nunca le habían dado flores, creo. Y entonces un buen rato estuvo chillando y entonces ya luego se fue a talonear. Y entonces yo me fui a seguir buscando al mal y al malo.

Tan-tan.

Cuento 5: La película de las mujeres.

Estaba yo comiendo una sopa de verduras con hartas calabazas (¡guácala!), y lo estaba haciendo con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo, cuando, desde fuera de la champa de la Comandancia General del Ezetaelene, escuché la voz de la insurgenta Erika pidiendo autorización para pasar (¿escuchaste Toñita?). Ya en el umbral de la champa, la insurgenta Erika dice:

“Que dicen los compañeros de si pueden ver película”.

“¿Y cuál van a ver?”, le pregunto.

La insurgenta Erika duda, no contesta rápido.

“Bueno pues, claro te digo compañero Subcomandante Insurgente Marcos que no sé cómo te voy a decir”, por fin responde mientras se enrojece su rostro moreno.

“Mmh… bueno, pero quiere que van a hacer palomitas”, le dije para salvarla de un apuro cuyo motivo ignoraba, y para contrarrestar cualquier efecto nocivo que la calabaza pudiera provocar en mi delicado organismo (¡já!). Porque han de saber ustedes que los subcomandantes somos alérgicos a las verduras, sobre todo a las calabazas. Creo que es algo genético.

“Bueno pues”, dijo la insurgenta Erika y se fue corriendo.

Postrado panza arriba, en posición tipo la boa de El Principito de Saint Exupery, estaba yo muy arrepentido de comer tanta verdura, y quedé pensando y reflexionando si no sería bueno prohibir la sopa de calabazas en el territorio zapatista.

Regresó la insurgenta Erika con la medicina, quiero decir, con las palomitas de maíz, y se volvió a ir corriendo. Yo esperé a que se perdiera de vista para poder comer con la elegancia y buenas maneras que me caracterizan, o sea que le entré a las palomitas a puños.

Al rato, otra vez en posición de la boa de El Principito, estaba yo de nuevo muy arrepentido, tratando de digerir la sobredosis de palomitas. Entonces, como un relámpago, llegó un mi pensamiento: “¡Un momento! ¿Por qué la Erika no me pudo decir qué película iban a ver? Ha de ser de muchachas encueradas y por eso le dio pena decirme”.

No sin trabajos, me incorporé y dirigí mis pasos hacia el cuartel, que queda algo retirado de donde está mi champa.

Un resplandor azulado brotaba de la champa que hace de comedor, armería y punto de reunión de la célula de estudio político y actividades culturales. No se oían voces de insurgentes, sólo el ronroneo del pequeño generador y el sonido opacado de unos gemidos.

“¡Ajá!”, me pensé, “¡de modo que están viendo película de muchachas encueradas y no me invitaron! Ahorita los arresto a todos y me quedo yo solo viendo la película”.

Me acerqué sigilosamente para sorprenderlos como quien dice que en su delito, y entré sin que se dieran cuenta.

¡Oh desilusión! La película que estaban viendo era una de Jean Claude Van Dame y los gemidos que se escuchaban eran los de un pobre tipo, con rasgos de ciudadano adherente a la Otra Campaña, que estaba siendo golpeado con muchas patadas karatekas por el protagonista de la cinta.

“Mta magre”, dije en voz alta, “¿a poco ésa era la película que iban a ver?”

Al escucharme, los insurgentes e insurgentas se pusieron rápidamente en posición de firmes, detuvieron la proyección y encendieron la luz.

Dirigiéndome a la insurgenta Erika le pregunté: “¿Y por qué no me podías decir que iban a ver una película de karatekas?”

“Acaso era esta película, Sup”, respondió la insurgenta Erika y volteó a mirar a las demás compañeras, como pidiendo ayuda.

La insurgenta de sanidad entró al quite y declaró: “No compañero subcomandante, es que la película que íbamos a ver es una que trata sobre de la salud sexual, de las enfermedades y de la higiene y esas cosas”.

“Sí, de la SIDA”, dijo la Erika sintiéndose ya respaldada por las demás mujeres, pero todavía enrojeciendo de pena.

No es la primera vez que no entiendo nada de lo que hace mi tropa, así que encendí la pipa y esperé a que siguiera la explicación, que fue la siguiente:

Resulta que las insurgentas querían ver la película “de la SIDA”, usando las palabras de la Erika, y los hombres querían ver “León, peleador callejero” que, dicho sea de paso, ya han visto como 365 veces. No se ponían de acuerdo y discutieron y, como no debiera ser, ganaron las mujeres y vieron la película “de la SIDA”. Los hombres también, porque las mujeres les prometieron que, si veían la película “de la SIDA”, después verían la de Van Dame. Y cumplieron su palabra.

Tan-tan.

Cuento 6: Cuatro Apuntes de un Escarabajo. Tomado del cuaderno de apuntes de Don Durito de La Lacandona.

Uno.- Una de las razones por las cuales las mujeres son superiores a los hombres es que, con el orgasmo, la breve fiesta del hombre termina. Y la de la mujer todavía tiene un buen trecho qué celebrar.

Dos.- Las mujeres, cuando se rebelan, se rebelan varias veces. Los hombres, en cambio, sólo una vez y a los empujones. Pero para ellos son las estatuas. ¿Las mujeres? Tal vez la sombra que proyectan.

Tres.- No pocas veces un feminismo de revista de moda o de coloquio internacional, ha servido de coartada para crímenes y abusos. Y la equidad de género se consigue gracias a la alquimia de la clase social. “Me critican por ser mujer”, dice la señora de arriba cuando manda defraudar, encarcelar y matar, con el mismo cinismo del hombre de arriba.

Cuatro.- Muchas veces el amor sigue el ancestral camino de la reproducción de la especie. Tiene mucho de rutina y de lección aprendida y repetida. Pero a veces, pocas, casi nunca, el amor es un relámpago de luz y sombra que desafía calendarios, geografías y manuales de sexología. Entonces se vuelve a impartir, para un mínimo auditorio de pieles y corazones desnudos, una lección terrible, única, maravillosa. Y l@s alumn@s nunca aprenden.

Tan-tan. Muchas gracias. Subcomandante Insurgente Marcos. México, 4 de enero del 2009.

Séptimo Viento: unos muertos dignos y rabiosos.

Buenas noches.

Está con nosotros hoy, de nuestro lado, como lo ha estado desde hace 15 años, el compañero Don Pablo González Casanova.

De su capacidad intelectual, de la brillantez de sus análisis, de su posición del lado de los que luchan no vamos a hablar. Cualquiera que tenga un poco de memoria o la busque en el pasado, lo sabe. Lo sabemos nosotros.

A nosotros, nosotras, las zapatistas y los zapatistas, no ha dejado de asombrarnos su sencillez y modestia para con nosotros. Espero que no se ofenda, pero no parece un intelectual.

Este compañero ha estado con nosotros en las buenas, en las malas y en las peores. Estuvo en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) que encabezó en su tiempo Don Samuel Ruiz García, y en ella pudo constatar, en vivo y en directo, los desprecios y racismos de los que hizo gala la delegación gubernamental en los llamados Diálogos de San Andrés. También pudo constatar, creo, la firmeza y dignidad de mis compañeros y compañeras mandos que formaron aquella que fue nuestra delegación a esos malogrados, por el gobierno, diálogos.

Se los decimos claramente, para nosotros este hombre es un sabio. Y como tal ha tenido, al menos con nosotros, una humildad y una sencillez que lo identifican más con los sabedores que hay en los pueblos indios, que con los soberbios “especialistas” que, desde la comodidad y privilegio de la academia, juzgan y condenan una realidad a la que siempre han sido ajenos.

A diferencia de muchos “cabezas grandes”, que es como nuestro Comandante Tacho llama a los de grandes ideas, Pablo González Casanova, Don Pablo, como le decimos nosotros, nunca ha pretendido decirnos qué debemos hacer, “tirarnos línea”, o darnos órdenes, o dirigirnos.

Nos ha dicho, en veces personalmente, en veces por escrito, lo que piensa de una u otra cosa. En muchas cosas hemos coincidido y su palabra ha enriquecido nuestro corazón. Ojalá y la nuestra algo le haya servido en su sabiduría.

En otras cosas hemos discrepado y hemos discutido. Y aún ahí nos ha asombrado su sencillez y el sentido del humor, a veces tan ácido como el nuestro, con que encaja críticas y señalamientos, nuestras y de otras, otros.

Tal vez porque una de las cosas en las que coincidimos es que el pensamiento no debe ser uno, solo, único y unánime, y que la crítica, la disidencia y la discusión no significan, las más de la veces, el pasarse al bando contrario.

He dicho antes que Don Pablo es un hombre sabio. Como expliqué hace unos días, la sabiduría, según nosotros los zapatistas, no consiste en una especialización del pensamiento, en saber mucho de una pequeña parte de la realidad. Tampoco, dicho sea de paso, lo es el conocer un poco de todo. Según nuestro pensamiento, la sabiduría consiste en saber leer lo que sigue e interpretar lo que antecede, para entender lo que ocurre. Y así conocer y respetar los mundos que en el mundo son.

Esto, que parece uno de esos juegos de palabras típicos de los zapatistas, es lo que, como contará el Viejo Antonio en el séptimo de los cuentos, nos enseñaron nuestros muertos. Así nos formaron.

No pretendemos decir que esta forma de pensar el mundo y de actuar en él y con él sea la mejor. Probablemente no lo sea. Lo que sí sabemos es que no es la única. Y que, así como nosotros hemos normado nuestros pasos y nuestros tropiezos con ese pensamiento, otros, otras, tienen y tendrán otros pensamientos y, en consecuencia, otros pasos y otros tropiezos.

Salud Don Pablo. Créanos que no le damos un pasamontañas porque nosotros, mejor que nadie, sabemos lo incómodos que han sido y son… y serán. Y sepa que no pocas veces sus palabras y pensamientos se han hecho palabra en nuestros labios y que su corazón, siempre.

Salud compañero neozapatista Don Pablo González Casanova.

En estos días hemos pedido respetuosamente a 3 pensadores, de los que han venido a compartirnos, aquí y en México, su oído y sus palabras, que se sienten entre nosotros para remarcar nuestro llamarlos “compañeros”. Queremos decir que no son los únicos. Hay otros, otras. A veces tímidamente, como pidiendo permiso, a veces con el desparpajo e impertinencia que suele darse entre camaradas de lucha, conocemos, reconocemos y llamamos “compañero”, “compañera”, a pensadoras y pensadores.

Tampoco son los únicos con los que ha habido, o hay, diferencias o francas discrepancias. Les hemos pedido a ellos, y ellos lo aceptaron, que nos ayudaran a dar este mensaje de que el mundo por el que luchamos las zapatistas, los zapatistas, loas zapatistoas, no es uno, único e indivisible. Que no es una la verdad, sino muchas. Y que, a pesar de todos y todas, nunca hemos descartado la posibilidad de estar equivocados en una cosa, en varias o en todas.

No estamos en territorio del EZLN. Iba a decir que no estamos en territorio zapatista, pero después de constatar este nuevo y gran esfuerzo de las compañeras y compañeros del CIDECI no estoy seguro de no estar en territorio zapatista. Gracias para estos compañeros y compañeras. Ojalá y el Doctor Raymundo pueda trasmitirles a todos y todas quienes trabajan aquí, esto que sentimos.

No estamos en territorio del EZLN, decía. El CIDECI nos ha ofrecido, generosa e incondicionalmente, este espacio para las actividades, así como los compañeros y compañeras del Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII y los compañeros y compañeras de la Asociación de Charros Los Reyes de Iztapalapa, a quienes nosotros llamamos “los otros charros” para diferenciarlos de los líderes corruptos que padecen los movimientos obrero y campesino, nos proporcionaron con la misma generosidad e incondicionalidad, y a quienes les manifestamos nuestra gratitud y reconocimiento.

En el calendario que nos convocó, no hay que olvidar la geografía en que nuestras rabias se encontraron: gracias Lienzo Charro de Iztapalapa, gracias CIDECI.

Ustedes han sido nuestros invitados, invitadas e invitadoas. Y en este Festival, a su vez, nosotros hemos sido huéspedes en el Lienzo y del CIDECI. Como tales, como huéspedes, debemos a quien nos recibe y atiende, no sólo agradecimiento y admiración, también y sobre todo respeto. Y por lo mismo no pudimos ni debimos hacer como si estuviéramos en nuestra cancha.

Uno de los espíritus que anima a la Sexta Declaración y a la Otra Campaña es el respeto a los “modos” de cada lucha en su territorio. Cuando salimos, en nuestros recorridos, a los lugares que llegamos no lo hicimos para criticar o juzgar a quien no sólo nos daba techo y comida, también la medicina de su lucha. Ofrecimos respeto y lo hemos cumplido.

Y también lo hemos recibido de nuestros compañeros y compañeras de La Otra. Quienes de ustedes estuvieron en la caravana y quienes nos acompañaron cuando los días más ominosos de la represión en Atenco, saben que se nos gritó y agredió en actos públicos y en reuniones, incluso en movimientos de nuestra delegación dentro de la Ciudad de México, por parte del movimiento lopezobradorista. Y saben que el “modo” en el que se nos hacían críticas y señalamientos por parte de compañeros y compañeras no siempre fue comedido, sino no pocas veces áspero y ácido, y algunas, las menos, como franca provocación.

Anoche el Comandante Zebedeo le contaba a un compañero sobre las agresiones de lopezobradoristas (a él y a la Comandanta Miriam les toco vivir personalmente algunas) y las diferenciaba de los “modos” de criticar de los compañeros y compañeras de la Otra Campaña. Le decía que los zapatistas, las zapatistas, tenemos la piel dura. No sólo por los 15 años de guerra de resistencia, también, y sobre todo, por más de 500 años de guerra de olvido. Le decía que escuchábamos todo lo que nos decían y que, dentro nuestro, se quedaba lo bueno en nuestro corazón, y lo demás se salía por el otro oído.

Como si las heridas recibidas en todo este tiempo hubieran cicatrizado y nos hubieran engrosado la piel haciéndola correosa, dura, resistente. Y sí, si hemos resistido 500 años de intentos de dominación y aniquilamiento, si hemos resistido 25 años en las montañas, si hemos resistido 15 años de asedio militar, no vemos por qué no podríamos resistir los gritos histéricos, las calumnias, las mentiras, las descalificaciones y los vetos periodísticos del “lopezobradorismo”.

Y, muy diferentes, son las que nos han hecho, hacen y harán nuestros compañeros y compañeras de la Otra en México y en el mundo.

Porque resulta que con la Sexta Declaración no los convocamos a seguirnos o a obedecernos, o a ser como nosotros, o a importar nuestros “modos”, o a subordinar sus luchas, proyectos, sueños, a los nuestros.

Los convocamos a conocernos y a conocerse entre sí, a saber que no estamos ni están solos, solas, soloas, a respetarnos, a echar trato para apoyarse, para que el silencio frente a nuestros dolores no fuera unánime, los invitamos a ser otros, otras, otroas.

No coincidimos con algunos de ellos, ellas, elloas… bueno, con varios… bueno, con muchos… bueno, en realidad no coincidimos con ninguno. Porque si así fuera, dejaríamos de ser EZLN y nos haríamos parte de ellos. Pero los reconocemos como de este lado y, creemos, ellas, ellos, elloas, también nos reconocen.

Y estamos muy orgullosos y admirados de que sean nuestros compañeros, compañeras y compañeroas.

Y tenemos esta ventaja, o desventaja, según, quienes estamos con la Sexta. A saber, que hay un lugar, un trabajo, un espacio, una lucha, donde se puede confrontar si lo que se dice es lo que se hace.

En estos días, y también a lo largo de estos 15 años, lo que hemos dicho sobre nosotros, nosotras mismas se puede corroborar. Todavía, tal vez no por mucho tiempo más, se puede ir a las comunidades indígenas zapatistas (si lo hacen, pidan permiso primero en la Junta de Buen Gobierno, es nuestro modo) y ver si es cierto que hay mujeres en los cargos o como educadoras o como promotoras de salud o como responsables locales y regionales. Como Comandantas tal vez no es necesario, porque a menos que se trate de un efecto virtual conseguido con rayos láser o a que comandantes varones hayan repetido la maravillosa transformación que Krishna nos enseñó ayer, algunas de las Comandantas están aquí.

Ir y ver si es cierto que hay escuelas y clínicas de salud, si las Juntas de Buen Gobierno realmente buscan el acuerdo entre las partes cuando hay conflictos y disputas, si es cierto que los maestros y maestras que les dan clases a la Lupita y a la Toñita se formaron en los sistemas de educación autónoma. En fin, se puede ver si hacemos lo que decimos.

Y lo mismo pasa con nuestros compañeros, compañeras y compañeroas de la Otra. Se puede ir al local de Brigada Callejera y constatar si hacen lo que ayer nos dijeron; se puede ir a los pequeños locales donde trabajan, ellos sí en condiciones heroicas, quienes hacen comunicación alternativa, o dicen tener mesas de información, u organizar colonos, campesinos, trabajadores de la ciudad, pueblos indios, o pintar, o cantar, o lo que cada quien dice que hace.

Hace algún tiempo, antes de venir a morir y nacer en estas montañas del sureste mexicano, estuve en la Universidad Nacional Autónoma de México y varias veces estuve en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras, en el auditorio conocido como “El Che”. Entonces eran la rectoría y sus autoridades administrativas quienes se encargaban de “El Che”. No les miento, aquello era un muladar. Y un muladar descuidado, porque hay muladares atendidos.

Tiempo después, siendo ya quienes somos, como parte de nuestro recorrido de la Otra Campaña tuve la oportunidad de estar en dos ocasiones en el Che. La una sin conocer el tamaño de la disputa. La otra, conociéndolo y tomando posición. Tampoco ahora les miento: estaba impecable, limpio, ordenado, funcionando. Lo único que le faltaba eran las butacas que, creo, fueron quitadas precisamente por Rectoría. Se impartían ahí varios talleres, había un comedor, lamentablemente vegetariano para quienes somos carnívoros y taqueros sin salvación alguna. Había trabajo, lucha, vida. El Che no era el edificio gris que sólo se abría para cine clubes, asambleas y, muy escasos, actos culturales.

Tal vez, es un supositorio, los compañeros y compañeras del Okupache sólo lo limpiaron y arreglaron porque yo iba a ir y montaron una escenografía para aparentar que hacen lo que dicen. No lo creo. Creemos que sí es cierto que hacen lo que dicen, pero, en todo caso, es algo que ustedes pueden constatar visitando el local de estos nuestros compañeros y compañeras del Okupache. Seguramente, lo hemos constatado, tienen “modos” y posiciones que no compartimos. Y seguramente hay otros y otras, compañeros o no, que piensan lo contrario o tienen una imagen diametralmente opuesta a la que nosotros vimos. Está bien, ésa es la Universidad Nacional Autónoma de México. Y tiene razón quien dice que es a esa colectividad universitaria, es decir, universal, a quien le corresponde discutir, analizar, disentir, tomar posición, decidir. Y creemos que tal vez se podrá hacer sin gritos y sin descalificaciones fáciles, pero también sin amenazas de desalojo ni enfrentamientos. En fin, ahí lo vean. Pero no lo duden siquiera, nosotros estaremos del lado de nuestros compañeros y compañeras, del lado del agredido, como lo estuvimos aquí hace unos días.

Los partidos políticos de arriba pueden decir una cosa y hacer lo contrario. Uno puede constatar esto en cualquier lugar donde tienen el poder. Y es porque su criterio de congruencia es otro. Para ellos es la cantidad que pueden movilizar, sin importar los métodos a los que recurran, en una votación o en una movilización lo que les da el termómetro de si van bien o mal o regular.

Nosotras, nosotros, tenemos otro criterio: vamos bien si lo que decimos coincide con lo que hacemos, sea bueno o malo para los otros.

Dos personas a quienes queremos y respetamos, tal vez a su pesar, nos preguntan de qué le sirve al movimiento zapatista que Marcos descalifique al movimiento lopezobradorista, otra que por qué siempre que comparezco antes los medios lo hago, entre otras cosas, para denostar a AMLO.

Bueno, yo no estoy compareciendo ante los medios, ese tiempo ya pasó hace mucho. Nosotros estamos hablando y escuchando con nuestros compañeros, compañeras y compañeroas de la Otra en México y el mundo, y escuchando la palabra de personas que luchan y piensan en varios rincones del planeta.

Quisiera que me concedieran algo de tiempo para explicarles cómo estamos organizados en nuestro trabajo de CCRI-CG del EZLN. Miren, aquí en el EZLN convergen varios pueblos indios: tzeltales, tzotziles, tojolabales, choles, zoques, mames y mestizos.

Estos pueblos tienen comunidades indígenas que forman zonas. Cada zona tiene una estructura organizativa, ahora paralela a la de autoridad autónoma. Y en cada estructura de zona hay un mando colectivo organizativo. Cuando digo “mando colectivo organizativo” no sólo digo que es un colectivo, también digo que no es militar. Este mando de zona es lo que llamamos CCRI de zona. Y cada zona tiene su “modo”. Los tzotziles, los tzeltales, los tojolabales, los choles, los zoques, los mames y los mestizos tienen sus propios problemas y sus “modos” propios de enfrentarlos o resolverlos. El EZLN se encarga entonces de ser como el puente de enlace, el va y viene, entre las zonas. Cuando el EZLN como tal va a hacer algo debe tener el acuerdo de todas las zonas. Cuando una zona va a hacer algo, debe comunicarlo a las demás zonas, vía el EZLN, para que sepan y vean en qué se puede apoyar.

Además de eso, al EZLN le toca representar a todas las zonas como un todo frente al exterior, es decir, frente a los que no son zapatistas. Aunque es una Comandanta en Los Altos, Hortensia no habla ante ustedes de los Altos, por su voz habla la voz del EZLN. Y lo que cuenta de las mujeres no es sólo lo que pasa en Los Altos, sino la tendencia que ella saca de todas las comunidades zapatistas. Lo mismo es cuando hablo yo o el Teniente Coronel Moisés o Comandante Zebedeo o Comandante David o cualquiera de quienes son del CCRI-Comandancia General.

Entonces, cuando Marcos o cualquiera de nosotros habla en público como en esta ocasión, lo hace como EZLN, no a título personal.

Nosotros pensamos que cada quien debe hacerse responsable de lo que dice y hace, como individuo y como colectivo. Creo que el EZLN se ha hecho responsable siempre de lo que dice y hace, y que pone la vida en ello. La vida individual y la vida colectiva.

Entonces, ¿de qué le sirve a un movimiento decir lo que piensa y siente? Bueno, nosotros nos alzamos en armas también para eso, para recuperar nuestra palabra, para poder decir nosotros mismos lo que pensamos y sentimos.

Que nos digan quienes de nuestros “aliados” son perseguidores, discriminadores y asesinos de indígenas. Nosotros sí les hemos dicho quienes de sus dirigentes y “aliados” sí lo son. Quienes persiguen, hostigan y les cortan el agua a nuestros compañeros zapatistas de Zinacantán son los de la CND lopezobradorista. Quienes nos agreden dentro y fuera de nuestro territorio son simpatizantes de AMLO, claro además del gobierno federal estatal, municipal, los medios de comunicación (ahora todos), el ejército, la policía estatal, la AFI, el CISEN, la CIA y amigos que los acompañan.

Quienes metieron a los compañeros zapatistas desalojados de Montes Azules primero en un prostíbulo abandonado y luego en una bodega fueron lopezobradoristas. Funcionarios del gobierno del DF y miembros del movimiento de AMLO se trasladaron a Chiapas para “operar”, al lado del gobierno que AMLO apoyó para llegar al poder, el desalojo. Dije en una bodega. Los indígenas siempre han señalado que los dominadores nos tratan como animales. Ellos fueron más allá, nos trataron como cosas, como bultos. Ni los animales se meten a una bodega. Y como éstos hay más ejemplos, que hemos denunciado una y otra vez.

Yo sé que puede ser una vía de escape o un consuelo decir o decirse que es una onda de Marcos y que las bases zapatistas mueren de ganas por ser acarreadas a algún acto de AMLO, o que arden de deseos por hacer proselitismo para las próximas elecciones.

Pero no. Éste es el Festival de la Digna Rabia y, como todos, todas y todoas, hemos venido aquí a expresar nuestra rabia. No la rabia de Marcos, o Moisés, u Hortensia, o Zebedeo, o David. No, la rabia de las comunidades zapatistas que ya no son sólo agredidas por los malos gobiernos, también por quienes se dicen de izquierda y progresistas.

Y cuando hablamos sólo expresamos nuestra rabia. Si escucharan la rabia de los demás que no son del EZLN, la que cultivaron también con agresiones y persecuciones, tal vez entenderían algunas cosas.

Por otro lado, ¿Por qué no se le pregunta a AMLO la razón por la cual prefirió aliarse con perseguidores y asesinos de indígenas en general e indígenas zapatistas en particular?

¿Quién de ustedes vino acá a decirnos “compañeros, los vamos a madrear pero es por un proyecto alternativo de Nación, aguanten vara y no hagan bulla porque es por el bien de la Patria. Ustedes esperen mientras nosotros salvamos a la Nación”?

Y, ¿de qué le sirvió al movimiento lopezobradorista aliarse con los Nuñez, los Montreal, los Muñoz Ledo, los Sabines, los Albores, los Kanter, los Iruegas, los ex funcionarios indígenas de Fox, los que votaron en contra de los Acuerdo de San Andrés “para demostrar vocación de gobierno”, los que persiguen ambulantes, jóvenes, trabajador@s sexuales, trabajadores, campesinos, indígenas, los que, en los lugares donde son gobierno, desalojan, despojan, reprimen, explotan, discriminan, cortejan al poderoso y entregan riquezas naturales al extranjero?

Y, ¿de qué le sirvió al movimiento lopezobradorista, en lugar de responder con argumentos a nuestras críticas, el calumniarnos, tergiversarnos, mentir descaradamente, agredirnos verbalmente en nuestros actos, cerrarnos las páginas, editar su historia?

¿De qué le sirve al movimiento lopezobradorista decir una y otra vez que es el único que está luchando en este país, que es el único que se opone a Calderón, que tiene a “los mejores escritores y artistas” de su lado y que ninguna otra organización puede decir lo mismo? ¿De qué les sirve esa soberbia frente a los humildes y los de abajo?

¿De qué le sirve al movimiento lopezobradorista no vernos ni oírnos, ni ver ni oír a los muertos y muertas que son su responsabilidad?

Pueden decir que eso no es AMLO. Sí lo es. Lo ha sido siempre, y no lo ve quien no lo quiere ver. Y un dirigente debe hacerse responsable de lo que dicen y hacen él y su movimiento. Y los miembros de un movimiento también.

Así como los indígenas zapatistas se hacen responsables de ser indígenas y de ser zapatistas y por hacerse responsables de eso es que los desalojan, los hostigan y los atacan.

Hace unos meses llegó en nuestras tierras una caravana internacional para mostrar su apoyo a las comunidades zapatistas frente a las incursiones militares. Según recuerdo, venían de Grecia, Italia, Francia y del Estado Español, entre otros países del mundo. Nos llamó la atención que no viniera ningún vasco o vasca. Probablemente, pensamos, no se apuntaron o en la lista no los habían incluido. Fue el Teniente Coronel Insurgente Moisés, encargado de la Comisión Intergaláctica, a ver y, en efecto, venían vascos y vascas pero, dijeron palabras más, palabras menos, “que se habían apuntado junto con los españoles para no dar problemas”. Nosotros les dijimos que no nos habíamos peleado con medio mundo por hacer público nuestro reconocimiento al derecho de los vascos a su independencia, para luego terminar metiéndolos dentro de los españoles “para no tener problemas”. Que nos peleamos con medio mundo para poder decir: ¡Gora Euzkera! ¡Gora Euzkal Herria!

Si nos hicimos responsables de nuestro alzamiento, si nos hicimos responsables de nuestra palabra, si para ello desafiamos la fuerza del gobierno y sus ejércitos y policías, si nos hicimos responsables de nuestros muertos, no veo por qué no habríamos de hacernos responsables de nuestra rabia.

Compañeras y compañeros:

Esta madrugada con un pequeño grupo y esta tarde con toda la delegación nos hemos reunido las compañeras y compañeros para decidir cuál debe ser el mensaje principal de esta intervención.

Muchas y buenas palabras hemos escuchado en estos días aquí en San Cristóbal y antes en la Ciudad de México. Claro, también escuchamos algunas barbaridades.

Casi todas se han referido a la crisis mundial y nacional, y a los tiempos ominosos que se avecinan. Ha habido preocupación sincera. Pero también ha habido alegría. Como si cada uno, una, unoa, en individual y en colectivo, supiera que tiene algo con lo que hacer frente a esos temores y horrores. Como si no hubiéramos dejado de tener miedo y pena, pero éstos fueran diferentes. Como si tomáramos ese miedo y esa pena y las controláramos, les diéramos rumbo, destino. Como si de por sí pudiéramos hacer como nos platicaron Mariana, Italia y Norma. Como si supiéramos que va a pasar lo que va a pasar.

Algunos de quienes han expuesto en este Festival, en sus puestos o en sus intervenciones, han mostrado su preocupación por quién, o cómo, o con qué se va a dirigir ese movimiento. Se aventuran estructuras, modos, formas, para ese gran movimiento que seguro habrá de levantarse aún frente a lo más oscuro y perverso. Como seguro se levantará el pueblo Palestino frente al crimen que hoy se comete en sus tierras y contra su gente.

Como zapatistas que somos, pues claro les digo que tenemos mucho contento que las dudas y preguntas que los desvelan y develan ya no son del tipo “¿Será que se puede hacer algo?”, “¿Será que va a pasar algo?”

Ustedes y nosotros hemos visto y sentido esa rabia acumulada.

Pero a nosotros no nos preocupa quién, o cómo, o con qué se va a dirigir esa rabia. Tampoco con qué paso, velocidad, ritmo y compañía. No nos preocupa la velocidad del sueño.

Nosotros hemos aprendido a confiar en la gente, en el pueblo, en nuestro pueblo. Sabemos ya que no necesitan quién los dirija, que se dotan de sus propias estructuras para luchar y para triunfar. Que toman en sus manos sus propios destinos, y que lo hacen mejor que los gobiernos que se imponen desde fuera.

No, a nosotros no nos preocupa la dirección del movimiento. Escuchando ahora al compañero Carlos González, del Congreso Nacional Indígena, vemos que tenemos la misma inquietud.

A nosotros nos preocupa el rumbo y el destino. Nos preocupa lo que nos defina, el modo. Nos preocupa que el mundo que vaya a parir nuestra rabia se parezca al que hoy padecemos.

Permítanos contarles: El EZLN tuvo la tentación de la hegemonía y la homogeneidad. No sólo después del alzamiento, también antes. Hubo la tentación de imponer modos e identidades. De que el zapatismo fuera la única verdad. Y fueron los pueblos los que lo impidieron primero, y luego nos enseñaron que no es así, que no es por ahí. Que no podíamos suplir un dominio con otro y que debíamos convencer y no vencer a quienes eran y son como nosotros pero no son nosotros. Nos enseñaron que hay muchos mundos y que es posible y necesario el respeto mutuo.

Y no nos referimos al respeto que se nos exige que tengamos frente a quienes nos agreden, sino a quienes tienen otros modos pero el mismo empeño de libertad, de justicia, de democracia.

Y entonces lo que queremos decirles es que esta pluralidad tan la misma en la rabia, y tan diferente en sentirla, es el rumbo y el destino que nosotros queremos y les proponemos.

Porque unos pueden hacer declaraciones en contra de los partidos y organizaciones que, dicen, quieren hegemonizar y homogeneizar la Otra Campaña, y a la hora que se critica o se disiente de lo que hacen, entonces sacan los gritos y las descalificaciones.

No todos somos zapatistas (cosa que en algunos casos celebramos). Tampoco somos todos comunistas, socialistas, anarquistas, libertarios, punks, skatos, darks, y como cada quien nombre su diferencia.

Debe haber una palabra para lo que queremos decirles. Y se nos ha ocurrido que bien puede servir la que usó el compañero Jean Robert ayer: “proporcionalidad”.

Los zapatistas, las zapatistas, no nos propusimos con la Sexta Declaración organizar y dirigir a todo México, mucho menos a todo el mundo. En ella nosotros decimos: aquí estamos, esto somos, esto queremos y así pensamos que hay que hacerlo. Y en ella reconocemos nuestros límites, nuestras posibilidades, nuestra proporcionalidad.

En la Sexta no decimos que todos los pueblos indios se entren al EZLN, ni decimos que vamos a dirigir obreros, estudiantes, campesinos, jóvenes, mujeres, otros, otras, otroas. Decimos que cada quien tiene su espacio, su historia, su lucha, su sueño, su proporcionalidad. Y decimos que entonces echemos trato para luchar juntos por el todo y por lo de cada quien y cada cual. Por echar trato entre nuestras respectivas proporcionalidades y el país que resulte, el mundo que se logre esté formado por los sueños de todos y cada uno de los desposeídos.

Que ese mundo sea tan abigarrado, que no quepan las pesadillas que vivimos ninguno, ninguna, ningunoa, de abajo.

Nos preocupa que en ese mundo parido por tanta lucha y tanta rabia se siga viendo a la mujer con todas las variantes de desprecio que la sociedad patriarcal ha impuesto; que se siga viendo como raros o enfermos o enfermoas y raroas a las diversas preferencias sexuales; que se siga asumiendo que la juventud debe ser domesticada, es decir, obligada a “madurar”; que los indígenas sigamos siendo despreciados y humillados o, en el mejor de los casos, enfrentados como los buenos salvajes a los que hay que civilizar.

Vaya, nos preocupa que ese nuevo mundo no vaya a ser un clon del actual, o un transgénico o una fotocopia del que hoy nos horroriza y repudiamos. Nos preocupa, pues, que en ese mundo no haya democracia, ni justicia, ni libertad.

Entonces les queremos decir, pedir, que no hagamos de nuestra fuerza una debilidad. El ser tantos y tan diferentes nos permitirá sobrevivir a la catástrofe que se avecina, y nos permitirá levantar algo nuevo. Les queremos decir, pedir, que eso nuevo sea también diferente.

Éste es el mensaje que queríamos pasarles. Ésta es nuestra palabra.

Muchas gracias a todos, todas y todoas quienes nos hablaron y escucharon y, así, nos contagiaron y se contagiaron de la digna rabia.

¡Libertad y Justicia para Atenco! ¡Libertad, Justicia y Presentación de Presos, presas y desparecidos políticos!

Por los hombres, mujeres, niños y ancianos de Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Marcos. México, 5 de enero del 2009.

P.D.- Siete cuentos para Nadie.

Cuento 7: “Cuenta el Viejo Antonio…”

Una madrugada fría, helada y silenciosa nos encuentra despiertos, como hace 15 años. Y como hace 25, el Viejo Antonio dibuja una lucecita entre las sombras que somos, al encender su cigarrillo hecho con doblador. Callamos. Nadie dice nada. Espera. El Viejo Antonio convoca entonces la tibieza de la palabra, la que alivia, la que consuela, la que da esperanza.

“Decían los más viejos de nuestros viejos, nuestros sabedores más anteriores, que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, parecía que lo habían hecho sin orden alguno. Que nomás habían ido aventando los pedazos hechos ónde quiera. Que el mundo creado no era uno, sino que eran muchos y muy otros cada uno. O sea que, como dicen ustedes, había muchas geografías. Y cuentan nuestros sabedores que entonces se reunieron los tiempos, que sea el pasado, el presente y el futuro, y fueron a protestarlos a los dioses. “Así nomás no se puede. Que sea que no podemos hacer nuestro trabajo con ese desmadre de mundos que hay. Quiere que va a haber uno solo, para que los tiempos podamos caminar nuestro paso por un solo camino.” Así dijeron los tiempos estos. Entonces los dioses lo escucharon lo que dijeron el pasado, el presente y el futuro y dijeron: “Ta bueno, ahí lo vamos a ver”. Se reunieron entonces los dioses primeros, los que nacieron el mundo, y a saber lo que hablaron, pero sí se sabe que tardaron. Ya más después los primeros dioses los llamaron a los tiempos y así les dijeron: “Ya estuvimos pensando sus palabras que sacaron y queremos decirles que no está bueno su pensamiento”. Los tiempos empezaron a murmurar, que uta magre, que la chinga es pa´ nosotros porque no somos dioses, que esto y que lo otro. Los dioses les dijeron que esperan, que todavía no han terminado de decirlo su palabra. “Ta bueno”, dijeron los tiempos y esperaron lo que seguía. Entonces los dioses más primeros les explicaron que iba a llegar el tiempo en que el Mandón iba a querer dominar todo el mundo y esclavizar todo lo que el mundo tenía, que iba a destruir y a matar. Que mucha y grande era la fuerza del Mandón y que en el mundo no iba a haber entonces una fuerza igual. Que la única forma de resistir y de luchar contra el Mandón era siendo muchos y diferentes, para que así el Mandón no agarra el modo de uno nomás y los derrota a todos. Que los dioses entendían que era mucha chinga para los tiempos el hacerse muchos y diferentes para hacer su trabajo y su paso en cada uno de los mundos que el mundo tenía, pero que ni modos, que así había llegado. Y les dijeron que entonces no iba a haber un tiempo parejo para todos los mundos que había en el mundo, sino que iba a haber muchos tiempos. O sea que, como dicen ustedes, muchos calendarios. Y los dioses más primeros les dijeron a los tiempos: va a haber en cada uno de esos muchos mundos que forman el mundo unos o unas, según, que van a saber leer la mapa y los calendarios. Y que va a llegar el tiempo en que el pasado, el presente y el futuro se van juntar y entonces ya todos los mundos lo van a derrotar al Mandón. Así dijeron los dioses más primeros. Y los tiempos, nomás por mulas porque ya sabían la respuesta, preguntaron si cuando ya lo derrotan al Mandón entonces sí ya se van a juntar los mundos en uno solo. Y los dioses más primeros les dijeron que eso lo van a ver los hombres y mujeres de esos tiempos, que ahí lo van a ver si el ser diferentes los hace débiles o los hace fuertes para resistir y derrotar a los Mandones que van a seguir llegando”.

Se fue el Viejo Antonio. Seguía haciendo frío, pero una lucecita quedó, como para que la sombra no estuviera sola.

Tan-tan.

Muchas gracias compañeros y compañeras y compañeroas. Subcomandante Insurgente Marcos. México, Enero 5 del 2009.

 
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