Usted está aquí: martes 6 de enero de 2009 Mundo Voces sobre Gaza

Pedro Miguel
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Voces sobre Gaza

Hace unos días, el escritor Abraham Yehoshúa, residente en Tel Aviv, pedía “evitar a toda costa una incursión terrestre” de las tropas de Israel sobre la Franja de Gaza, “no sólo por la vida de los soldados, sino porque morirían muchos civiles palestinos; son nuestros vecinos; nos jugamos nuestro futuro” (El País, 4/01). Poco después, los hechos le dieron la razón, en lo que toca a bajas israelíes: una treintena de efectivos del régimen agresor habían sido heridos en las primeras horas de la ofensiva por tierra (El Mundo, 4/01). Pero, por lo que respecta a los muertos y heridos palestinos, ya la artillería terrestre y marítima y los bombardeos aéreos (que incluyen el lanzamiento de bombas de racimo y de fósforo blanco y de proyectiles de uranio empobrecido) habían producido más de un millar antes de que la infantería y los blindados iniciaran su avance; ya van tres mil heridos.

Giora Rom escribió: “Los pilotos lanzan bombas. Los pilotos matan gente. Los pilotos destruyen cosas cuya construcción implicó un gran esfuerzo. Los pilotos hacen todo eso sin ver de cerca el resultado de sus actos”. Algunos son incapaces, al igual que los pilotos, de ver de cerca lo que ocurre en Gaza. Señaló Gideon Levy: “¿Que liquidaron a Nizar Ghayan (dirigente de Hamas)? Nadie cuenta a las 20 mujeres y a los niños que perdieron la vida en el mismo ataque. ¿Que hubo una masacre de docenas de efectivos durante la ceremonia de graduación de la academia de policía? Aceptable. ¿Y las cinco pequeñas hermanas? Permitido. ¿Que los palestinos se están muriendo en hospitales que carecen de equipo médico? Cacahuates.” Los hechos: de las primeras 19 bajas palestinas producidas por la invasión terrestre, tres eran miembros de Hamas y el resto, civiles (textos en Haaretz, 4/01).

Dice Jaber Wishah, residente en el teatro de operaciones: “La gente apoya más que nunca a Hamas porque han llegado a un punto en que la vida y la muerte son casi lo mismo. Sabemos que podemos morir en cualquier momento aunque no tengas relación con un objetivo militar israelí, sólo por vivir en el mismo barrio. El resultado sólo será más fanatismo”. El siquiatra Taysir Piab, quien vive en el campo de refugiados de Yabalia, complementa: “Cuando mis cinco hijos oyen volar los (cazabombarderos israelíes) F-16, empiezan a gritar. Las consecuencias sicológicas para los más pequeños van a ser terribles. Los niños están aprendiendo que los problemas sólo se solucionan con violencia” (El País, 5/01).

La responsabilidad de los gobernantes israelíes en el fortalecimiento de Hamas no empezó en diciembre pasado. Como lo explica el admirable Uri Avnery, “durante años, las autoridades ocupantes favorecieron el movimiento islámico. Las otras actividades políticas eran rigurosamente suprimidas, pero (a Hamas) se le permitía operar en las mezquitas. El cálculo era simple e ingenuo: en ese tiempo, la OLP era considerada el enemigo principal, Yasser Arafat era el Satán corriente. El movimiento islámico predicaba contra la OLP y Arafat y era visto, por ello, como aliado” (Gush-Shalom.org, 3/01, recibido gracias a Eduardo Mosches).

Algún día los ciudadanos israelíes le reclamarán a su propio gobierno la responsabilidad por la inseguridad que padecen. Podrían reclamársela al gobierno palestino si éste existiera, pero no hay tal: las autoridades de Tel Aviv han torpedeado en forma sistemática los empeños por establecerlo y con ello, y con sus políticas genocidas, han puesto en entredicho la viabilidad y el futuro de Israel mismo.

Otras voces: me enviaron réplicas discordantes a la entrega pasada Alejandro Zuchovicki (“tu nota no posee ningún tipo de análisis”); José Martínez Guerrero (“entre los judíos auténticos, sus preceptos indican que no debieron haber incurrido jamás en la creación de un Estado”); Jacqueline Feiguelblat (“sus comentarios, tanto como su persona, merecen mi completo repudio y desprecio”); Mariano González Tena (los judíos “son el tumor canceroso del mundo”); Álvaro Albarrán González (“ante la barbarie mostrada por Israel es difícil no ser antisemita”); Leticia Singer (“¿Usted llama a Israel Estado terrorista? ¿No es Hamas un grupo terrorista? Sólo acuérdese cómo se hizo del poder”) y Salomón Peralta (“nos dice que Occidente debe intervenir para contener, rescatar y salvar a Israel de sí mismo: ¡Qué ingenuidad!”). Noemi Ehrenfeld envió una apreciable corrección ortográfica (“si desea felicitar a sus amigos judíos o no, hágalo bien: es shaná tová, con v, y no como Ud. lo escribió, con b”). En El Correo Ilustrado (4/01) Alejandro Frank pretendió, sin ningún fundamento, involucrarme en la polémica iniciada por los detractores de Alfredo Jalife en el desplegado del 19 de diciembre. Agradezco, desde luego, las concordancias y el afecto de Gilberto López y Rivas, de Silvana Rabinovich, de Vicente Reyes de León y de Arturo Verduzco. Alto a la masacre de palestinos; tropas asesinas, fuera de Gaza.

 
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