Usted está aquí: lunes 29 de diciembre de 2008 Opinión Desde el Otro Lado

Desde el Otro Lado

Arturo Balderas Rodríguez
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■ Sabiduría en la función pública

La conseja popular nos dice que un hombre sabio no necesariamente lo es por sus títulos académicos. Sabio es aquel que combina la experiencia con el buen juicio y la sensibilidad, y es capaz de aplicar sus conocimientos para entender el entorno que lo rodea y tomar decisiones acertadas cuando ello es necesario.

Idea similar es la del periodista Frank Rich cuando alude al libro The best and the brightest, de David Halberstam, cuya traducción literal sería “los mejores y más brillantes”. Editado en 1972, hace un recuento de cómo un grupo de jóvenes brillantes, egresados de las mejores universidades, integraron la columna vertebral del gabinete del presidente Kennedy y la forma equivocada en que ese grupo hundió al país con la guerra de Vietnam.

En su columna del New York Times, Rich evoca a quienes confundieron el sarcasmo de Halberstam con una alabanza, y hace un paralelismo con aquellos que se han volcado en encomios a quienes dirigirán la política económica en el gabinete de Barack Obama. No hay que olvidar, dice, que Robert Rubin, mentor de algunos, fue parte del consejo directivo y aun cobra un salario en Citigroup, institución financiera que recientemente despidió a 52 mil empleados y fue auxiliada por el gobierno con un préstamo de miles de millones de dólares para evitar su quiebra.

No deja de ser inquietante, dice, que la experiencia de algunos sea solamente la academia y que tengan un desconcimiento casi total de las oficinas del sector público en las que se procesa y decide la política económica y social del país. Ninguno ha tenido un cargo de elección popular ni oportunidad de conocer una realidad diferente a la de las aulas académicas o las oficinas de la elite financiera. Recuerda lo que el líder del Congreso en la época de Kennedy dijo a un colega: “no sería malo que alguno hubiera servido por lo menos como sheriff”.

Lo que parecería un antintelectualismo es una genuina preocupación por la idea tan difundida de que para ejercer un cargo público de tamaña responsabilidad, sólo son necesarias distinciones académicas, dejando el buen juicio y la experiencia en los asuntos del Estado. Obama ha señalado que la última palabra en la toma de decisiones la tendrá él y será el único responsable de ellas. Esto es alentador a sabiendas del buen juicio y las habilidades políticas demostradas a lo largo de su carrera, concluye Rich.

 
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