Usted está aquí: domingo 28 de diciembre de 2008 Opinión Día de los Santos Inocentes

Ángeles González Gamio
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Día de los Santos Inocentes

Hoy vamos a recordar lo que escribimos el domingo 28 de diciembre de 1993, ya que en muchos sentidos estamos en la misma situación. Iniciamos platicando el origen de la costumbre de engañar los días 28 de diciembre, en que se conmemoran a los Santos Inocentes, diciendo cosas falsas. La fecha recuerda aquellos tiernos niñitos que fueron asesinados por órdenes de Herodes, confiado en eliminar así al nuevo rey que se decía había nacido en Belén. Sin embargo, el pequeño Jesús y sus padres lograron burlar la vigilancia y escapar hacia Egipto. Estas víctimas inocentes se consideran los primeros mártires de Cristo y son los patronos de los bebés.

Esta fecha es simbólica, pues la mayoría de las conmemoraciones varían de día según el calendario que se use. Hace años mencionamos que en la mayor parte del mundo actualmente se utiliza el gregoriano o el juliano reformado, según el cual a las 12 de la noche del día 31 de diciembre se celebra la entrada del Año Nuevo.

Antes de la adopción del gregoriano, a finales del siglo XVI, esa fecha no era universalmente festejada. Constantino, el primer emperador romano cristiano, decretó que esa celebración debería hacerse el Domingo de Resurrección. Entre los antiguos babilonios, persas y asirios, el año nuevo coincidía con el inicio de la primavera. En Egipto comenzaba con la inundación anual del río Nilo. Los druidas lo iniciaban cerca de la fecha del solsticio de invierno y los judíos, que lo llaman rosh hashonah, lo celebran el día primero del mes de Tishri (entre el 6 de septiembre y el 5 de octubre).

En siglos pasados los últimos días del año daban motivo en la ciudad de México a que diversos servidores públicos y menesterosos pidieran su aguinaldo. Los serenos, policías de antaño que cuidaban por la noche las calles de la capital, hacían su petición con graciosos versos, como el siguiente:

Todo el año, cuidadoso

vigilo tu casa y vida

y mi celo no descuida

porque goces de reposo.

Al ladrón facineroso

me presento denodado

y quedaré bien pagado

si tu mano generosa

me da en la mano dichosa

para mi copa y pescado.

Esta costumbre persiste aunque sin la gracia de los versos; sin embargo la alegría y esperanza que suscita el nacimiento de un año son imperecederos e intemporales, no obstante que los pronósticos futuros no sean los mejores. Los mexicanos tan dados a referir dichos, tenemos uno que podría aplicarse en estos tiempos: “No hay mal que por bien no venga”; efectivamente, cada día estamos haciéndonos más conscientes de que la solución de nuestros problemas está en nosotros mismos, que el gobierno, del partido que fuere, no tiene la capacidad ni posibilidad de hacerlo todo. Buena muestra de la fuerza ciudadana son las llamadas organizaciones no gubernamentales (ONG), que están funcionado en todos los campos con ciudadanos responsables que se han coordinado, y están obteniendo buenos resultados.

Buenos propósitos de Año Nuevo serían: organizarse, ser más austero, trabajar duro, ser más exigente con uno y con los demás, entre otros, para que seamos todos más honrados y eficientes. De seguro todo esto ayudaría para que 2004 resulte menos funesto de lo que se pronostica y desde luego nos haría sentirnos mejor.

Igual que nos sentiremos si en estos días nos regalamos con un suculento bacalao que puede ser al pil pil o la clásica receta mexicana, que llamamos a la vizcaína. El lugar: el Centro Castellano, en la calle de Uruguay 10. Para comenzar es aconsejable una sopa verde de mariscos, que por su generosidad se puede compartir. De postre, bartolo hecho en casa o los fresones rellenos de crema pastelera y recubiertos de chocolate.

No hay que olvidar que en la misma calle, casi esquina con Bolívar, hay dos marisquerías, frente a frente, modestas, pero con sabrosa comida de mar a precios módicos.

 
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