Usted está aquí: miércoles 17 de diciembre de 2008 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Celebración vergonzosa en la ALDF

■ Otra traición de Nueva Izquierda

Hace 20 años se dio en esta capital un primer paso para devolver a sus habitantes el derecho a ser ciudadanos con plenos derechos, y se creó la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, hoy convertida, con más facultades, en Asamblea Legislativa, pero nunca en la breve historia de este órgano había sido tan vergonzoso el paso de sus legisladores, como en este periodo, donde se formó una especie de mafia comandada por una fracción perredista que obtuvo del PAN la complicidad, del PRI la sumisión, y de los demás el acuerdo humillante del chantaje.

Hay mucha tela de dónde cortar si nos metemos a analizar el trabajo de los diputados locales, pero basta decir que han comprometido, en serio, la autonomía de la representación, con el único afán de golpear a su enemigo, que no está en el PAN ni en el PRI, y menos aún en la izquierda a modo de los socialdemócratas, sino en el propio PRD.

El pretexto para ejecutar el ataque es lo de menos, la idea era mostrar que ellos podían más que la otra cara del PRD, y junto con el PRI, que aspira a lograr lo que sea en la capital, se lanzaron a reconocer –ya se habían tardado– al gobierno federal con la petición de que les ceda el edificio que ahora alberga a la Asamblea, como si desde los Pinos se lo estuvieran reclamando.

Aunque la provocación ha sido constante, y podríamos decir que hasta grosera, para precipitar el rompimiento, los tiempos que llevarán a esa necesaria solución en el conflicto del PRD no los podrá fijar el grupo de Nueva Izquierda, a menos que decidan ya expulsar a López Obrador, a su grupo y lo que representan.

Sería muy difícil decir ahora que el PT o Convergencia estarían listos y maduros para convertirse en los nuevos representantes de la izquierda partidista en el país, pero por lo pronto no parece haber una alternativa mejor, por lo que si no han logrado el crecimiento suficiente tendrán que acelerar el paso, porque la tarea ya está enfrente y tendrán que jugársela completa.

Para Nueva Izquierda el asunto es más serio, sus aliados, los socialdemócratas, con quienes habían establecido una alianza que podría salvarlos de perder el registro, se esfumó en cuanto esa corriente pudo lograr algo que les importara más que cargar con sus homólogos de la izquierda a modo.

Cuentan que el lunes por la tarde los cuervos, así llaman a los socialdemócratas, estallaron en furia en contra de Nueva Izquierda, y nomás fíjese: los acusaron de “traición” porque sin previo aviso, sin una llamada por teléfono, cuando menos, rompieron el acuerdo que aseguraba la permanencia de ese organismo en el espectro partidista de la ciudad por los votos que le aseguraba la alianza con el PRD.

Es decir, esa tribu se ha ganado la desconfianza de todos, hasta de sus aliados, pero eso no es obstáculo para que ahora traten de congraciarse con Los Pinos, y a partir de ese interés busquen precipitar el rompimiento que, como ya hemos dicho en este espacio, es real, aunque no se declare oficialmente.

Lo más preocupante de este asunto es que ahora parece haber tres fuerzas en conflicto dentro del mismo PRD para escoger candidatos a las elecciones de 2009: el grupo que parece mayoritario y que encabeza Andrés Manuel López Obrador, que el lunes mismo se declaró listo para enfrentar la batalla electoral e impedir el paso de la derecha en la ciudad; Nueva Izquierda, que vez con vez cuenta con menos adeptos pero, como es su costumbre, lucha para lograr acuerdos oscuros que le beneficien; y ahora el team Ebrard, que sin mucha fuerza, pero con el peso que le da el gobierno, quiere imponer condiciones en ese proceso.

La definición de este capítulo de dará en marzo, pero para entonces quizá ya no sea necesario.

De pasadita

Buena se la hizo a Marcelo Ebrard el subsecretario de Proyectos Estratégicos de la Secretaría de Obras, Carlos Mariscal. Le aseguró –aún en contra de otras opiniones que exigían calma–, que los trabajos de la línea 2 del Metrobús estaban totalmente concluidos, y después, ante lo obvio, tuvo que reconocer que faltaba 5 por ciento, pero que en una semana se terminarían. Y entonces ¿por qué tanta prisa?

 
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