México y EU comparten el Juan Rulfo
París, 15 de diciembre. El Premio Juan Rulfo de cuento fue atribuido el lunes en París ex aequo al mexicano Ignacio Padilla y al estadunidense Jorge Dávila Miguel, mientras que el de novela corta recayó en la argentina Lidia Barugel, anunció el jurado.
El Premio de fotografía Unión Latina-Martín Chambi fue otorgado ex aequo a la venezolana Katrina Fernández y al español José Ramón Moreno Fernández.
Lidia Barugel recibió el galardón de novela corta por Otilia Umaga, la mulata de Martinica, obra de “estilo de gran fuerza evocativa y coloridos personajes”, según el jurado.
“Esta novela nos sumerge en una atmósfera de lujuria y exotismo. Una terrible confrontación de costumbres atávicas de dominación y transgresión entre ambos sexos y en diferentes temporalidades”, agregó.
El premio de cuento fue compartido por Los anacrónicos, de Ignacio Padilla, y La mensajera, de Jorge Dávila Miguel.
Los anacrónicos, de Ignacio Padilla, desmitifica con sarcasmo “un mundillo de honores y medallas de pacotilla”. En el relato “la celebración solemne y pomposa de una victoriosa batalla da lugar al despliegue de torvas pasiones entre los miembros de la asociación de ex combatientes”, señaló el jurado.
En La mensajera, Jorge Dávila Miguel sitúa los hechos en un país africano en guerra “con leguaje sobrio y preciso. La construcción de una balsa capaz de transportar material bélico de una orilla a otra, en miras de una próxima batalla, se erige en épico desafío para un simple sargento”.
Katrina Fernández y José Ramón Moreno Fernández compartieron el premio de fotografía por las series Isabel y Deshabitaciones, respectivamente. El jurado decidió asimismo otorgar en esta categoría una mención especial al español Jordi Cohen Colldeforns por la serie Vivre le tap-tap, realizada en Haití.
En la serie Isabel, Katrina Fernádez reclama, “con un travelling por los recuerdos, una particular atención a los múltiples signos de una nostalgia personal digna de ser compartida”.
En Deshabitaciones de Moreno Fernández, “por encima del desastre” de fábricas abandonadas o habitaciones en ruinas, “aún flotan las presencias de vidas pasadas”.