Usted está aquí: domingo 14 de diciembre de 2008 Opinión Nacimientos mexicanos

Ángeles González Gamio
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Nacimientos mexicanos

Una de las tradiciones más bellas relacionadas con la Navidad es la instalación de nacimientos, costumbre surgida en Italia, adoptada por España que la trajo a México, en donde fue acogida con gran entusiasmo y dio lugar a la elaboración de figuras en las más diversas técnicas y materiales. Fomento Cultural Banamex, que tiene su sede en el hermoso recinto barroco conocido como el Palacio de Iturbide, situado en la avenida Madero 17, acaba de inaugurar una exposición titulada Nacimientos mexicanos: arte y tradición popular, integrada por 252 nacimientos – de su impresionante colección de más de 700–, conformados por 2 mil 121 piezas, lo que le permite mostrar simultáneamente otros, en Guanajuato y en Mérida.

Los trabajos son el fruto del Programa de Apoyo al Arte Popular, que lleva a cabo la institución desde hace varios años, con el objeto de que las técnicas y ejecuciones de los grandes maestros no se pierdan, y busca conservar nuestras tradiciones transmitidas de generación en generación.

Como parte de esta labor, anualmente se celebran concursos, conjuntamente con Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), Sedeso y con la Fundación Pedro y Helena Hernández. Hace unos días en ese mismo palacio, se llevó a cabo la premiación del concurso de nacimientos de este año y como siempre, sorprende la creatividad de nuestros artesanos, muchos de ellos verdaderos artistas. Son uno de los tesoros que tenemos en nuestro país, por lo que es importantísimo este tipo de estímulos y nosotros debemos apoyar adquiriendo sus obras, que además nos van a embellecer la vida.

El Palacio de Iturbide luce ahora, en el centro del majestuoso patio, un árbol gigante, adornado con angelitos de hoja de lata y 35 mil luces, que iluminan la impresionante variedad de nacimientos, en todos los materiales y expresiones: de madera labrada y laqueada, de cera, vidrio, filigrana de plata, metales, barro, hueso, cáscara de nuez, concha, caracoles, piedra y, plumaria. Muy impresionante la sección que muestra los de fibras vegetales, que rebasan la imaginación más fértil, pues prácticamente no hay material que no utilicen: tule, hoja de maíz, pasta de caña, vainilla, amate, palma real, hoja de plátano, xitle, zacate.

La visión de estos prodigios nos trajo a la mente el que se considera el origen de los nacimientos: Fue San Francisco de Asís, en los inicios del siglo XIII, el que tuvo la feliz ocurrencia de representar en vivo el nacimiento del Niño Dios, en el pequeño pueblo de Greccio, en Italia. Poco después se representó en las iglesias con figuras de madera de tamaño natural vestidas con tela; eran famosas las de Nápoles y de Génova. La hermosa costumbre pasó a España y luego a México. Las monjas fueron de las primeras en colocar nacimientos y algunas, como las del convento de la Encarnación, les gustó tanto la idea que los tenían todo el año en sus celdas, convirtiéndose en un motivo de competencia para ver quién tenía el más hermoso.

Las iglesias montaban sus nacimientos desde la Navidad hasta la fiesta de Reyes, costumbre copiada en todas las casas, que según el presupuesto, se instalaba con sencillas figuritas de barro o finísimas de madera, cerámica o cera, lujosamente ataviadas, en complicadas representaciones, con infinidad de personajes.

Como vemos la costumbre sigue viva al igual que la gastronomía de estas fechas, por lo que después de alimentar el espíritu con la visita a los nacimientos, vayamos a nutrir el cuerpo con buenas viandas. Si el paseo es al mediodía les sugiero hacer con tiempo una reservación en El Cardenal, sea el de la calle de Palma o el del hotel Sheraton, para que se deleiten con su bacalao. A mí me seduce particularmente en unas tortas que preparan de botana, con los bolillitos crujientes que hornean ahí mismo. Si es al anochecer vamos a El Moro, ubicado en San Juan de Letrán 24, hoy llamado Eje Central, a saborear churros crujientes con un buen chocolate espumoso.

 
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