■ Necesité terapias y tomar medicamentos para recuperarme, confesó

Alejandro Sanabria está listo para volver al cuadrilátero

■ “Si este sábado viene otro nocaut, espero que no sea del calibre de Aguillón”

Juan Manuel Vázquez

Después de la pelea, el boxeador Alejandro Sanabria se cambiaba en el camerino para salir de la arena, satisfecho porque había defendido con éxito su cinturón de la Fecarbox.

Parecía una velada perfecta, cuando le avisaron que su rival, Daniel Aguillón, estaba grave por el nocaut que le había provocado. A partir de ese momento la vida cobró un giro violento para el joven campeón.

Esa noche no durmió y tampoco la siguiente. Requirió terapia psicológica y fármacos para asimilar aquellos días en los que la imagen del desafortunado Aguillón caía fulminado por un zurdazo letal que se repetía en los medios de comunicación y en lo más profundo de la mente de la Flaquita Sanabria.

A casi dos meses de aquel incidente, en el que murió el Chato, y que despertó el debate sobre el riesgo en el pugilismo, Sanabria está listo para retomar el ritmo de su carrera y tras una pelea para “perder el miedo” –el pasado 22 de noviembre contra Genaro Camargo–, enfrentará este sábado a Francisco Policía Valdez, en la función en la que el monarca mexicano Raúl García defenderá el cinto paja FIB ante el venezolano José Luis Varela, en Loreto Baja, California Sur.

No fue fácil reponerse, reconoce el joven púgil, pero como todos en este negocio saben que estos percances pueden ocurrir en cualquier momento, aunque hacía más de 50 años que no sucedían en la ciudad de México, aclara durante la conversación con La Jornada en el gimnasio Pancho Rosales.

“Después de ese accidente pasaron muchas cosas por mi cabeza. Sentí temor de volver a subir al cuadrilátero, inclusive pensé en el retiro, pero si había trabajado tanto para estar en esto, no me parecía justo dejar todo por un accidente, y menos a mi edad”, dice el peleador de 21 años.

En medio de sus propias dudas y del asedio mediático, Sanabria trató de encontrar consuelo con terapias psicológicas, gracias a las cuales, asegura, está repuesto para retomar su incipiente carrera en los encordados.

“El médico me dio de alta y me dijo que ya estaba bien para seguir mi carrera, y que mientras más rápido peleara, mejor para mí. Por eso agarré un combate el 22 de noviembre para olvidar lo sucedido con Daniel y ahora todo va a la perfección”.

“Sentí temor de volver a golpear a alguien y lastimarlo –reconoce–. Realmente somos pocos los que hemos vivido esta situación y todavía menos los que logran cruzar la frontera y recuperarse. Afortunadamente después del combate con Daniel volví a pelear”.

Siempre existe una fuerte incertidumbre por lo que ocurrirá sobre el cuadrilátero, confiesa Alex, pero en cuanto suena la campana el instinto mueve a los boxeadores a lanzarse al frente para dañar al oponente.

“Se oye fuerte, muy mal, pero en este deporte siempre se busca lastimar al otro. No piensas en que lo vas a matar, pero en el boxeo gana el que hace más daño.

“Gracias a Dios en esta pelea de noviembre salí adelante y arriba del cuadrilátero se me olvidó lo que me había pasado.”

Ahora, con los ánimos renovados, Sanabria prepara un pleito que estará bajo la mirada pública, aunque insiste:

“Todos están a la expectativa para ver cómo funciona mi carrera después de lo que me pasó, pero quiero decir que estoy bien física y mentalmente y mi meta es ser campeón mundial, así que seguiré trabajando para demostrar que estoy para pelear en grandes ligas”.

–¿Estás preparado por si se te presenta la oportunidad de noquear al rival?

–Yo estoy listo para lo que venga y si viene el nocaut lo celebraré adecuadamente, sin exagerar, y espero que no sea del calibre del que sufrió Daniel.