Usted está aquí: viernes 5 de diciembre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ El culto al dedazo en las delegaciones

■ Nombres sin proyecto, en busca de la unción

Legal o ilegalmente, las campañas políticas por las jefaturas delegacionales, principalmente, son imparables.

Si en el panismo el signo de estos actos anticipados de campaña, como los llama y condena la ley, es el gasto excesivo de recursos en la promoción, desde anuncios publicitarios, de sus candidatos más visibles, en el PRD el dedazo, método de elección que aún no sancionan las leyes, es el común denominador en esta fase, donde no hay, por lo pronto, ningún orden y todo se ha convertido en una lucha interna, sorda, que descarta a unos y privilegia a otros.

Si alguien supone que la presidenta de ese partido en la ciudad es la que lleva la mano en eso del dedazo, se equivoca de todas, todas. La señora Alejandra Barrales ni pinta en la disputa. Cada grupo manifiesta sus aspiraciones, mide fuerzas y presiona para alcanzar lo que supuestamente merece.

Y si por descarte se dijera que si no es Barrales es el jefe de Gobierno el que mete las manos en las elección o propuesta de candidatos, también se cometería un error. Hasta ahora los únicos que ejercen influencia, con toda la fuerza de su aparato administrativo, son los delegados.

Los ejemplos son los que dan de qué hablar. Citemos uno, en primer lugar, que parece el más ilustrativo. En la delegación Cuauhtémoc, el titular, José Luis Muñoz Cota, quien fue impuesto por Virginia Jaramillo, su antecesora, pretende heredar su ineficiencia a uno de sus funcionarios: Agustín Torres Pérez, quien tiene como prioridad echar tierra a los pecados cometidos por su jefe.

Es decir, se trata de tejer una red de complicidades que proteja al que se va. Lo que la gente quiera, el mal gobierno, las deudas sociales incumplidas, nada importa, sólo salvar el pellejo. Muñoz Cota no hace caso a nadie. Tanto Marcelo Ebrard como Alejandra Barrales le han explicado el peligro que significa apoyar a Torres, pero el delegado siente que va en caballo de hacienda, tal vez porque, según los volantes que circulan en la delegación, tiene el apoyo de René Bejarano, quien apenas el domingo pasado aseguró que no intervendría en cuestiones electorales. En fin, ese es todo un caso.

En Gustavo A. Madero, el ex delegado Francisco Chiguil quiere mantener su fuerza y busca encajar a Víctor Hugo Lobo, funcionario durante su periodo, quien espera con tranquilidad el dedazo, pese a que hay quienes dicen que este personaje no cuenta con el apoyo de los habitantes de la delegación, principalmente porque es el “recomendado” de Chiguil.

Nueva Izquierda también tiene lo suyo. Ante la posibilidad, al parecer muy clara, de perder Iztapalapa, se aferran a Venustiano Carranza, allí el delegado, Julio César Moreno, conocido como el señor de los coches, por su afición a los autos, y quien fuera impuesto por Ruth Zavaleta, busca dejar en su lugar a quien se encarga o se encargó de Participación Ciudadana: Alejandro Piña, otro de los títeres de los chuchos.

Y por si algo faltara, en Tláhuac, Gilberto Ensástiga supone que la gente aceptará a su director de Participación Ciudadana, Julio Escamilla, que también serviría como tapadera al que se va.

Hay más ejemplos. En Coyoacán, Heberto Castillo, desesperado por conseguir cualquier diputación, no importa si es local o federal, para asegurarse el fuero, ya decidió que su sucesor sea Mauricio Toledo, quien se la ha pasado en los últimos tiempos haciéndose publicidad, de la que se supone está prohibida, en toda la delegación.

Desde luego, ninguno de los mencionados tiene un proyecto de gobierno o un compromiso con la gente. Todos esperan el dedazo. En el PRD no se entiende que sus métodos no sirven para presentar a quien pudiera ser el mejor gobernante. A estas alturas, de lo que queda de la política ¿quién confía en las encuestas?, ¿quién confía en las elecciones abiertas ahora que, con la crisis, el voto se ha abaratado? Si no lo creen, pregúntenle a Peña Nieto, que va a gastar, según nos dijeron, 3 mil millones de pesos en despensas, muchas de las cuales seguramente llegarán al DF.

Bueno sería que cada uno de los que quieren un puestos de representación popular pensara en exponer públicamente sus planes, proyectos o compromisos, para que la gente sepa, cuando menos, por quién va a sufragar. De esto les seguiremos platicando.

De pasadita

Después de lo que vimos el miércoles, y de las señales que se mandaron durante noviembre, fundamentalmente, ¿qué sigue?, ¿la tan esperada foto? No hay duda de que cada quien escoge su lugar en la historia.

 
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