Usted está aquí: domingo 30 de noviembre de 2008 Espectáculos Película reaviva en Israel debate sobre matanza de palestinos

■ Esta semana se estrena Vals con Bashir, del israelí Ari Folman, en Gran Bretaña

Película reaviva en Israel debate sobre matanza de palestinos

■ A diferencia de las cintas de EU, se verá aquí que en los conflictos armados no hay ni gloria ni valentía: el director

■ En Jerusalén dicen que resulta muy blando acerca de Sabra y Chatila

Ben Lynfield (The Independent)

Ampliar la imagen Fotograma del "documental animado" Fotograma del “documental animado”

Hasta hace unos meses, muy pocos israelíes estaban conscientes de que su ejército lanzó bengalas para iluminar los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Beirut, cuando milicianos cristianos libaneses perpetraron allí la matanza de civiles palestinos en 1982.

Pero Ari Folman, quien cuando era un soldado de 19 años disparó algunas de esas bengalas, hace del descenso de las luces sobre la playa de Beirut una de las imágenes recurrentes de Vals con Bashir, su “documental animado” que se estrena en Gran Bretaña esta semana.

En Israel, la cinta ha vuelto a encender el debate sobre la invasión de Líbano que Ariel Sharon, entonces ministro de Defensa, presentó como una incursión limitada para detener los ataques con cohetes de la Organización para la Liberación de Palestina, y sobre la extensión de la responsabilidad israelí por la matanza, en la que perecieron, según diversos cálculos, entre 700 y más de 3 mil palestinos. Folman ha declarado que no tenía idea de que se cometía la masacre cuando lanzó las bengalas.

Sharon, a escena

La matanza fue cometida por milicianos falangistas a los que Israel envió a los campamentos después de que su líder, Bashir Gemayel, presidente electo de Líbano, fuera asesinado en un bombazo que se atribuyó erróneamente a los palestinos. La comisión investigadora israelí que se creó a raíz de la ola de protestas públicas por la masacre concluyó que Sharon, hoy en coma por un ataque cardiaco que sufrió hace casi tres años, era “personalmente responsable” por “no haber previsto” que los falangistas perpetrarían una matanza. Se le obligó a renunciar a la cartera de Defensa, pero eso no evitó que se eligiera primer ministro en 2001 y se le religiera en 2003. Líbano jamás ha investigado la masacre.

La película ha sido aclamada en Israel. Un crítico, Eitan Weitz, la describió en el sitio web Parshan (Comentarista) como de “vista obligada” para jóvenes de 16 y 17 años próximos a prestar su servicio militar obligatorio; para reservistas del ejército de 30 años y más, y para madres de soldados.

Pero no a todos les gusta que la cinta se exhiba en el extranjero. Gerald Steinberg, politólogo de la Universidad Bar Ilan, de tendencia centroderechista, expresó inquietud aunque no la ha visto. “El público israelí sabe que las atrocidades fueron cometidas por libaneses cristianos y puede discernir cuánta responsabilidad les toca a ellos y cuánta a nosotros. Los públicos extranjeros culparán de todo a Israel”, escribió.

Una falla de la cinta es que da la impresión de que la matanza duró sólo una noche, cuando en realidad comenzó el 16 de septiembre y terminó el 18. Algunos espectadores israelíes dicen que Folman es muy blando con Israel. “Se muestra a los soldados israelíes como personas buenas, atormentadas por lo que ocurre –comenta Ronit Shniper, sicóloga de 35 años de edad que vive en Jerusalén. Los releva de la responsabilidad moral, aun cuando los que presenciaron la matanza debieron detenerla. Los presenta como víctimas de la masacre porque quedaron traumatizados.”

Lidya Ophir, dependienta de bar, de 26 años, expresa: “Creo que la película dice que probablemente el ejército israelí fue tan responsable como los que portaban las armas dentro de los campamentos”.

Folman afirma que la intención de la cinta es disuadir a los jóvenes de participar en guerras. “Espero que ellos vean lo estúpidas que son las guerras, una idea inútil, creación de lidercillos con grandes egos –respondió en un email a una pregunta de The Independent. Verán que en la guerra no hay gloria, ni valentía, ni nada. Jamás querrán ser como el tipo que sale en la cinta. Y en esto es distinta a muchas películas antibélicas estadunidenses, donde se ve que la guerra apesta, pero los muchachos son lo máximo.”

En el filme hay una breve aparición de Sharon, devorando unos huevos con bistec y con un tic nervioso en la nariz mientras habla por teléfono con el primer ministro israelí Menachem Begin y con un comandante en Líbano. Un ex vocero de Sharon, Ranaan Gissin, se ofendió con esa imagen. “Jamás daba órdenes comiendo”, dijo. Rechazó que Israel tuviera responsabilidad alguna en las matanzas, que según él fueron “probablemente una conjura instigada por Siria”, y recordó una declaración de Sharon de que la investigación que lo halló responsable puso “la marca de Caín” en la frente de Israel.

No se detuvo la catástrofe

Para muchos, la parte más poderosa del filme es cuando el periodista israelí Ron Ben-Ishai recuerda una conversación que sostuvo con Sharon durante la masacre. Ben-Ishai era corresponsal de la televisión israelí en Beirut y, perturbado por la noticia, llamó al rancho de Sharon en el sur de Israel, pero el primer ministro mostró poco interés y nada hizo por detener la matanza. “Es como si los aliados en la Segunda Guerra Mundial hubieran podido detener el exterminio en los campos de concentración nazis y no lo hubieran hecho”, comenta el periodista en la cinta.

Al historiador israelí Gershon Groenberg la película le desató recuerdos de las protestas en las que participó para exigir a Begin actuar sobre los hallazgos de la comisión investigadora. “La cinta plantea la cuestión de si se rindieron cuentas suficientes de la responsabilidad israelí sobre esos hechos”, comentó.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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