Usted está aquí: viernes 28 de noviembre de 2008 Opinión Penultimátum

Penultimátum

■ Aportes al cabroñol

De buena fuente supimos que la inmensa mayoría de los integrantes de la Academia Mexicana de la Lengua no está de acuerdo en legitimar una nueva variante del idioma, el cabroñol, porque de aceptarla ya no quedarían palabras decentes. El término, inventado por el coleccionista de frases célebres Carlos Monsiváis, es también objeto de análisis en la sede madrileña de la Real Academia y en la oficina que en el Vaticano se encarga de todo lo relativo al idioma que no ofende los oídos del cielo.

Por lo que se ha logrado filtrar de la academia mexicana (la cual siempre se ha distinguido por su hermetismo y laicidad, y que aún no define la palabra himen), la negativa a oficializar idiomáticamente el cabroñol tiene como fin impedir una mayor injerencia eclesiástica en asuntos que corresponden exclusivamente al quehacer civil. En efecto, el cabroñol está en vías de adquirir carta de naturalización gracias a los aportes de reconocidos integrantes de la alta jerarquía eclesiástica de México. El contribuyente más notable es Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec.

El pastor del buen decir utilizó hace poco la frase “A mí me la persignan”, para recalcar urbi et orbi que goza de fuero y gracias a él puede negarse a cumplir un requerimiento judicial que exige su presencia a fin de aclarar su presunta participación en un intento de fraude por varias decenas de millones de pesos.

El obispo, al que en el episcopado le dicen ya “El inmortal preladito”, en alusión cariñosa a él y a Cantinflas, sería también el inventor de otras expresiones que comienzan a ganar prestigio dentro de la feligresía. A su ya clásica de “A mí me la persignan”, figuran por lo pronto en la lista dos más: “Me la bautizan con la izquierda” y “Me la confirman con la derecha”.

Cabe señalar que otros personajes han utilizado públicamente el cabroñol para calificar a los ciudadanos que osan criticar su actuación. Así, nadie olvida el “Que vayan y chinguen a su madre, con su venia señor cardenal”, frase lapidaria con que el gobernador de Jalisco, Emilio González, mandó a los infiernos a quienes lo criticaban por donar recursos públicos para el Santuario de los Mártires, magna obra del cardenal allí presente, don Juan Sandoval, que en eso de claridad de expresión es Académico de Número de la Escuela Pontificia de la Palabra Celestial.

O la proclama “A los que no les gusten los precios de garantía pueden irse a chingar a su madre”, dirigida a la multitud desde uno de los balcones del palacio de gobierno por Juan Sabines, cuando dirigía los destinos del estado de Chiapas. Sinfaltar la enigmática respuesta del arzobispo de Angangueo, Mich., cuando en el canal de las estrellas le preguntaron si él había alguna vez pensado en el pecado: “Seré pendejo si del cielo yo me alejo”. Pronto, nuevas aportaciones.

 
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