Usted está aquí: viernes 28 de noviembre de 2008 Opinión Ideas para tiempos de penumbra

Javier Aranda Luna

Ideas para tiempos de penumbra

Hace unos días Sergio Ramírez y Rolando Cordera, al comentar la crisis financiera global, nos hablaban, a un grupo de amigos, sobre la cultura como elemento indispensable para mantener el tejido social y sortear los embates económicos. Algo similar a lo escrito por Kapuscinski en ese estupendo libro sobre África que tituló Ébano.

Ahora que Claude Lévi-Strauss cumple cien años convendría acercarnos a sus libros, porque nos han permitido descifrar, como pocos, ese tejido social de nuestras sociedades que, pese a nuestras diferencias, en tiempo y en espacio, compartimos.

Más allá de los debates ideológicos de los años 60 del siglo pasado que llevaron a algunos a ningunear sus tesis y a otros a descalificarlas, la lectura de Levi-Strauss en estos tiempos de penumbra podría servirnos para comprender mejor los cambios de nuestras estructuras sociales y del uso del lenguaje como causas también de los movimientos económicos que nos aquejan. Las relaciones de explotación y de dominio se expresan necesariamente en patrones culturales y en el uso mismo de la escritura. En las sociedades, nada es hijo del azar o la fortuna.

Pero sus estudios sobre el uso y abuso del lenguaje, sobre el significado y la comunicación de las palabras como una misma cosa en tribus aisladas y la separación de esos atributos que en las sociedades modernas hemos hecho, lo acercaron a la reflexión sobre el lenguaje de la poesía. No es casual que un gran poeta se haya interesado en sus libros.

En 1967, cuando Octavio Paz fue invitado a ser miembro de El Colegio Nacional, dedicó su discurso de ingreso a las reflexiones y descubrimientos de Claude Lévi-Strauss.

En esos años el pensador francés era poco conocido en nuestro país y no es improbable que el discurso de Paz, que se convirtió en el libro Claude Lévi-Straus o el nuevo jardín de Esopo, haya contribuido para que un par de años después la Universidad Nacional Autónoma de México nombrara a Levi-Strauss, doctor honoris causa.

No es una tarea fácil acercarse a Lévi-Strauss. Sus ensayos sobre el pensamiento salvaje, lo crudo y lo cocido, las maneras para sentarse a la mesa o por ejemplo el totemismo, quizá no sean la mejor puerta de entrada al mundo del padre de la antropología moderna. Tal vez el ensayo de Paz y la lectura de Tristes trópicos del propio pensador francés sean el mejor camino.

Tristes trópicos es un libro de aventuras, un cuaderno de viaje, una crónica lúcida, un ensayo novelado sobre sus incursiones etnográficas en Brasil que hizo entre 1935 y 1939. En él sus principales tesis, las líneas de su pensamiento, se entretejen con la historia, con el cuento de los días que nos cuenta. Prosa viva, Tristes trópicos es también para no pocos que lo han leído, un libro de poesía.

Hoy que la tecnología está modificando nuestros usos del lenguaje, las formas de relación social, el uso de la memoria, hacen de Levi-Strauss un autor que debería acompañarnos para entender o, por lo menos, para intentarlo, cómo los huracanes financieros y su lenguaje de cifras hablan de ese otro tejido social que sin darnos cuenta hemos ido construyendo.

 
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