Usted está aquí: viernes 28 de noviembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ La ineficacia tributaria hunde el desarrollo del país

En estos tiempos de vacas más flacas que lo tradicional, el gobierno federal deberá prestar especial atención a la recaudación impositiva si pretende medianamente sortear el no muy grato panorama que se vislumbra para el próximo año. A pesar de las pantagruélicas celebraciones oficiales cada que se aprueba una “reforma fiscal” (algo común a lo largo de las últimas tres décadas), el nivel de evasión se mantiene en niveles altamente peligrosos y, por ende, la recaudación en el suelo.

El ingreso-gasto público será fundamental para irla llevando en 2009, aunque la elevadísima evasión fiscal estimada no es de gran ayuda. Diversas instituciones académicas, a petición gubernamental, han elaborado distintos diagnósticos sobre tal evasión (ITAM, CIDE y El Colegio de México, por ejemplo, para el periodo 2004-2006) y los resultados son verdaderamente alarmantes: en IVA va de 20 a 35 por ciento; en ISR la situación es peor: de 77 a 80 por ciento en actividades empresariales y profesionales; de 64 a 70 por ciento en arrendamiento; de 26 a 33 por ciento en renta empresarial, y 15 por ciento en asalariados.

No es novedad que México se ubique en los últimos lugares, sino es que en el último, en el hemisferio occidental en lo que a recaudación fiscal se refiere. Casi tres décadas de “reforma fiscal” prácticamente permanente no parecen haber contribuido a mejorar el perfil. Por el contrario. De hecho, la Cepal abiertamente señala que “México se compara desfavorablemente en casi cualquier indicador de recaudación con países de diferentes regiones y niveles de desarrollo”.

Un detallado análisis del organismo regional (Tributación directa en América Latina: equidad y desafíos; estudio del caso México), subraya que “las actuales imperfecciones e insuficiencias (fiscales) derivan, en buena medida, de que se han asignado a algunos impuestos funciones de probada ineficacia, lo que se ha traducido en una compleja legislación tributaria que otorga amplios tratamientos preferenciales, actualmente cuantificables en aproximadamente la mitad de la recaudación tributaria. La utilización del sistema tributario para fomentar actividades económicas, o para subsidiar el consumo o producción de determinados productos o sectores ha demostrado su ineficacia a un costo fiscal insostenible en el tiempo”.

La reducida capacidad del sistema tributario mexicano para generar una base estable y suficiente de ingresos públicos, limita la capacidad de los diferentes órdenes de gobierno para invertir en áreas de alta rentabilidad social, tales como educación, salud, infraestructura física y combate a la pobreza, especialmente en la actual era global y tecnológica. “Las crecientes presiones derivadas de programas de saneamiento financiero (Fobaproa y demás “rescates”), reformas de seguridad social y otros requerimientos financieros del sector público, así como la insostenible dependencia de fuentes de ingreso altamente volátiles como el ingreso proveniente de fuentes del petróleo, hacen indispensable plantear una reforma al sistema tributario que amplíe la frontera de posibilidades del Estado mexicano para generar condiciones fiscales que permitan un crecimiento económico sano y sostenible”.

A pesar de que las principales insuficiencias recaudatorias se ubican en el contexto de la imposición indirecta, principalmente en el IVA, existen aún importantes rezagos dentro de la estructura de los gravámenes directos. En forma particular, el actual régimen fiscal de impuesto sobre la renta viene arrastrando desde hace varios años ineficiencias estructurales que limitan el alcance de la base gravable hacia la totalidad de los sectores económicos, subraya la Cepal. “Como consecuencia se presentan indeseables inequidades en la distribución de la carga fiscal, una legislación fiscal difícil de cumplir y administrar, multiplicidad de oportunidades para la evasión y elusión de la carga fiscal, y distorsiones en las decisiones de inversión, ahorro y consumo de los agentes económicos”.

Decenas de “reformas”, para que al final de cuentas el nivel y estructura impositiva de México no registre cambios sustanciales en 30 años. La recaudación tributaria del país, como porcentaje del tamaño de la economía, prácticamente permaneció igual durante el periodo 1980-2000. Los ingresos tributarios incluso disminuyeron durante 2000-2005 aproximadamente medio punto porcentual del ingreso nacional. A pesar del bajo dinamismo mostrado por los ingresos tributarios, el ingreso presupuestario del gobierno federal aumentó prácticamente dos puntos porcentuales del PIB durante 1980-2005, gracias en buena medida al desempeño de las fuentes de ingreso no tributarias, especialmente las de naturaleza petrolera.

Hasta 1994 los ingresos tributarios mostraron un comportamiento ligeramente alcista como consecuencia principalmente de la reforma a la estructura de los impuestos indirectos. Sin embargo, esta tendencia se revirtió a partir de la fuerte contracción económica surgida a partir de la crisis financiera iniciada en el último mes de dicho año. “De hecho, los ingresos públicos no volvieron a recuperar su nivel alcanzado antes de la crisis financiera sino hasta finales de la década de los 90. Esta recuperación se debió en buena medida al incremento en la tasa general del IVA, de 10 a 15 por ciento en 1997 y al desempeño favorable que logró el sector manufacturero exportador a partir de la entrada en vigor del TLCAN en 1994, lo que promovió una recuperación relativamente rápida en la recaudación del impuesto sobre la renta”.

Desde su implementación en 1980, el IVA es el único impuesto de base amplia que ha registrado un avance importante en términos de recaudación, aunque el desempeño observado resulta notablemente inferior a su real potencial recaudatorio si se compara con la recaudación que de este impuesto se registra en otros países latinoamericanos. En cambio, el ISR se ha mantenido prácticamente estancado. “La capacidad recaudatoria del sistema tributario mexicano –puntualiza la Cepal– es una de las más bajas del hemisferio occidental. La recaudación proveniente de impuestos en comparación con el tamaño del PIB resulta ser 4.5 puntos porcentual menor con relación al promedio de los países de América Latina. Esta comparación resulta más contrastante aún si se toma en cuenta que los países miembros de la OCDE recaudan 25 puntos de su PIB en promedio. La relativa escasez de recursos fiscales limita la capacidad de México para financiar el gasto público orientado a proyectos de alta tasa de retorno social”.

Las rebanadas del pastel

Mientras Ejecutivo y Legislativo siguen en plena celebración por la “gran reforma fiscal”, la realidad se engulle al país.

 
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