Usted está aquí: jueves 20 de noviembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Todo lo que sube nunca baja en el gobierno de la “continuidad”

■ Pérdida de empleo en la industria textil

Ampliar la imagen Gasolinera en la ciudad de México. Los consumidores ahora esperan que los precios de las gasolinas se equiparen con los de Estados Unidos, que ya son más bajos Gasolinera en la ciudad de México. Los consumidores ahora esperan que los precios de las gasolinas se equiparen con los de Estados Unidos, que ya son más bajos Foto: María Meléndrez Parada

Un verdadero milagro, marca Tonatzin, sería que en este heroico país el precio de algún producto o servicio registrara una tendencia descendente, de tal forma que el de por sí agredido consumidor obtuviera cierto tipo de beneficio, por pequeño que éste fuera. Acostumbrado a que todo precio que sube allí se quede en espera del siguiente aumento, el gobierno de la “continuidad” se aferra a contrariar la ley de gravedad y asegura que todo lo que sube, nunca baja. Y el caso de la gasolina patentiza.

Todo comenzó a mediados del año en curso, cuando, micrófono en mano, el inquilino de Los Pino se “comprometió” a “mantener los subsidios a los combustibles para amortiguar el efecto de la inflación en los consumidores”, y el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, aseguró que los subsidios a los combustibles “de que son sostenibles, son sostenibles”.

A partir de allí, los precios de los combustibles no han dejado de subir y el subsidio a desaparecer, a grado tal que hasta el Banco de México se ha visto en la penosa necesidad de reconocer que dicha alza, junto con la de las tarifas eléctricas (también víctimas de un “compromiso” gubernamental en igual sentido), ha contribuido de forma decisiva en el incremento sostenido de la inflación.

Del “compromiso” de mantener el subsidio y la “sustentabilidad” de éste, el gobierno calderonista pasó al “ajuste” semanal de los combustibles –gasolinas y diesel–, bajo el pretexto de que para ser “competitivos” los precios nacionales tendrían que “converger” con los internacionales (léase los de Estados Unidos). Veintiséis aumentos después, la “convergencia” no sólo se logró, sino que se superó con creces, pero en contra de los consumidores mexicanos.

Resulta que en el último mes (13 de octubre-17 de noviembre), el precio promedio de la gasolina comercializada en Estados Unidos se redujo (en ese país la gravedad sí existe) en casi 34 por ciento y esa tendencia se conserva, mientras que el precio promedio mexicano se mantuvo al alza, hasta reportar un diferencial de 16 por ciento favorable a los combustibles nacionales, los mismos que, según versión oficial, para ser “competitivos” debían “converger” con los internacionales (léase los gringos).

Las cifras son oficiales y provienen del propio gobierno estadunidense. El precio promedio al consumidor es de 7.39 pesos por litro (ya aplicada la devaluación de la moneda mexicana), mientras el promedio de Magna-Premium es de 8.58 pesos por litro, es decir, una diferencia (16 por ciento) que bien podría “convencer” al gobierno calderonista para que cancele el aumento semanal número 27, aplicable el próximo sábado y dar por concluida la ya famosa “convergencia”.

En México, el litro (suponiendo que en realidad sean litros, porque la “ordeña” no se ha erradicado) de gasolina Magna se expende a 7.58 pesos; el promedio en Estados Unidos es de 7.18 pesos (17 de noviembre), es decir, una diferencia de 40 centavos por litro, o si se prefiere de 5.6 por ciento en contra de los intereses de los consumidores mexicanos.

En el caso de la gasolina Premium (que es la importada de Estados Unidos) en México el litro se vende al consumidor en 9.58 pesos; el promedio en el vecino del norte fue de 8.11 pesos (17 de noviembre), un diferencial de 1.47 pesos, igual a 18 por ciento, igualmente contrario a los intereses de los consumidores mexicanos.

Días atrás comentamos en este espacio que ahora que el precio internacional del petróleo ha caído dramáticamente el gobierno de la “continuidad” se niega a abandonar su política de gasolinazos semanales. Así, a lo largo del gobierno calderonista el precio de la gasolina Magna se ha incrementado 1.38 veces más que la inflación acumulada en el periodo; el de la Premium 1.7 veces, y el del diesel 2.5 veces. En Estados Unidos dichos precios bajan, pero aquí se mantienen al alza. Los gringos ya no cruzan la frontera en busca del vital líquido de alto octanaje, por la sencilla razón de que en su país de nuevo es más barato que en México. Lo malo es que a la mayoría de los mexicanos muy lejos les queda la frontera como para ir a llenar el tanque en las gasolineras de aquel país.

Pues bien, el precio promedio de las gasolinas que se expenden en Estados Unidos llegó a un máximo de 14.44 pesos por litro en la primera semana de julio pasado, cuando el barril de crudo (West Texas Intermediate) rondaba los 134 dólares. De entonces a la fecha, el precio promedio de las gasolinas en aquel país se ha reducido en casi la mitad, y el del barril petrolero (WTI) a 53.6 dólares.

Para el caso mexicano, el registro es a la inversa: en julio pasado el precio promedio de las gasolinas fue de 8.14 pesos, con un barril de exportación a 120.25 dólares. Casi cuatro meses después, la mezcla mexicana se exporta a 38 dólares por barril y el promedio de las gasolinas es de 8.58 pesos.

El gobierno calderonista aseguró que era necesario y urgente que los precios de los combustibles expendidos en México “convergieran” con los internacionales (Una vez más: léase Estados Unidos). Bien, pero ¿hasta dónde llevará la “convergencia”? Mejor que diga que el subsidio al precio de los combustibles ha desaparecido, que el citado “compromiso” fue de mentiritas y que Isaac Newton fue un hereje. Tan simple como eso, porque sin duda algún despistado todavía cree en el discurso oficial.

Días atrás, el doctor “catarrito” justificó: “la política de alzas graduales e intermitentes a los precios de las gasolinas en México será revisada una vez que éstos sean equiparables a los de Estados Unidos, y cuando esto ocurra se establecerá una política para evitar que la brecha no se abra como lo hizo recientemente… Estamos evaluando la política. Creo que éste es un entorno mucho más favorable para la evolución del precio de la gasolina y cuando tengamos un poco más de seguridad en el entorno tomaremos las decisiones”… No sabemos si vaya a ser sostenible esta baja en los precios”, o lo que es lo mismo la ley de gravedad es una tomadura de pelo.

Las rebanadas del pastel

Otro tipo de gravedad es el que pinta la realidad económica nacional: en el transcurso de 2008, alrededor de 29 mil empleos se cancelaron en la industria textil que opera en el país, o lo que es lo mismo el 20 por ciento de la plantilla laboral en esa industria, de acuerdo con el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil, David García Cosío, quien subrayó: “sé que las cifras macroeconómicas dicen otra historia, están ahí y nadie las niega, pero por nuestro sector tenemos que actuar rápidamente; es uno de los más golpeados por la crisis, han cerrado empresas y se ha cancelado mucho empleo”… Y el sacrificio de reservas internacionales para “combatir” la especulación y “defender” el tipo de cambio ha sido rotundamente exitoso: ayer, 13.39 de los nuestros por cada billete verde... Noventa y ocho años después, de Revolución sólo queda la avenida.

 
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