Usted está aquí: miércoles 19 de noviembre de 2008 Opinión Los viajes de Adolfo Castañón

Javier Aranda Luna

Los viajes de Adolfo Castañón

En estos días de prosas rápidas, más amigas del marketing que de la sintaxis, sorprenden los ensayos, crónicas y retratos que nos ofrece Adolfo Castañón en el libro Viaje a México.

Pero además de por su buena prosa, Viaje a México sorprende por varias razones de las que rescato dos: 1) porque su autor nos muestra que es posible provocar la emoción duradera hablándonos de cosas tan sencillas como de una fonda en la playa o de la fuerza hidráulica del nopal y 2) porque nos muestra que la memoria erudita es más útil como recurso literario que como estandarte de legitimación.

Con este libro sabemos que los viajes para Adolfo Castañón son físicos y metafísicos, que nuestros migrantes más que viajar regresan, que mirar atrás, echar un ojo por el retrovisor a la vida, es todo un periplo que puede resultar alegre, divertido o peligroso y que los libros son, además de todo lo que son, viajes encapsulados de geografías desconocidas o de esas tierras siempre indescifrables de las emociones.

“El viaje a México” es el primer texto del libro y es, al mismo tiempo, una excelente introducción a ese territorio de la realidad y la imaginación que el escritor nos propone leer. Desde las primeras páginas nos queda claro, de igual manera, que a la literatura no la hacen los grandes temas sino la buena prosa: aquella que es capaz de disparar la imaginación del lector.

“Venas encontradas” y “México y sus escritores” son las dos partes que conforman el libro en el que aparecen Guadalupe, ese icono moderno del México prehispánico; Yucatán; Chiapas, con sus caciques y su guerrilla de causas justas y métodos reprobables; el México descarnado del siglo XIX; la bibliofilia de Jesús Castañón y los acercamientos a Juan Rulfo, Octavio Paz, Gabriel Zaid, Carlos Fuentes, Salvador Novo, Juan García Ponce, Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, entre otros referentes de esa geografía que Castañón nos invita a recorrer.

Y digo algunos porque en la trama del libro se entretejen decenas de referencias literarias que van de los clásicos de la literatura mexicana a los clásicos de todos los tiempos, que su autor utiliza como señales en el camino.

No comparto el entusiasmo de Castañón por todos los escritores que menciona en este libro. No importa, son unos cuantos y en gustos, literarios o no, se rompen géneros.

Por lo demás, no todas las voces del coro que forman la tradición literaria pueden ser primeras voces.

Viaje a México, publicado por la editorial Iberoamericana en su colección “La crítica practicante” es una buena ventana para acercarse a nuestro país y su imaginario, a la buena prosa y al humor como herramienta de la inteligencia, a los días que son viajes, que son libros, de un poeta andariego que nos muestra sus asombros.

 
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