Usted está aquí: martes 18 de noviembre de 2008 Espectáculos “Los chistes políticos, una veta; todos queremos hablar mal del gobierno”

■ Luego de 20 años en el Blanquita, Polo Polo abre temporada el viernes en el Metropólitan

“Los chistes políticos, una veta; todos queremos hablar mal del gobierno”

■ Contar chascarrillos me salvó la vida, pues no pintaba para nada, afirma el comediante

■ “Soy simpático cuando me pagan”

■ En su página de Internet lo visitan 10 mil personas al día

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen No ando de chiste en chiste, pero sí de buenas, expresa No ando de chiste en chiste, pero sí de buenas, expresa Foto: Yazmín Ortega

“¡Reto a que al aparecer yo en el escenario duren 30 segundos sin reírse!”, exclamó Polo Polo, el máximo cuentachistes de México, quien comenzará temporada este viernes en el teatro Metropólitan. Detrás de su escritorio, en sus oficinas de la colonia Narvarte, de vez en vez ve su página de Internet, que visitan 10 mil personas al día, las cuales se cuentan chistes. “Somos una gran comunidad”, dijo Polo Polo, quien no cuenta chascarrillos políticos porque no es su materia; sí de mujeres, que son su elemento; sí escatológicos; sí de mexicanos, “quienes entienden mi humor”.

En cada función serán dos horas para desternillarse, añadió el comediante oriundo del Distrito Federal, nacido en 1934. Su nombre real es Adalberto Leopoldo García Peláez, y vio por primera vez la luz “el 9 de marzo de 1900.com.”. Dijo que contar chistes lo salvó en la vida, “pues yo pintaba como para nada, porque no fui buen estudiante, a pesar de que mis padres me dieron todas las oportunidades”.

“Lo mío no era ni mucho trabajo ni mucho estudio”

Estudió en el Colegio Tepeyac, en Lindavista, “pero me di cuenta de que lo mío no era ni mucho trabajo ni mucho estudio. ¿Por qué? Porque nunca me ha gustado que me digan qué es lo que tengo que hacer. O sea, yo solito me echo a caminar. Cuando tengo que hacer algo yo sé cuándo lo debo hacer.

“Mi papá tenía una fábrica de zapatos y tampoco me gustó, porque eso era muy rutinario, todos los días era hacer lo mismo. De pronto me di cuenta de que en las fiestas con los cuates yo medio tocaba la guitarra y les cambiaba las letras a las canciones. Las actualizaba... je-je-je... más groseras.

“Me di cuenta de que a las mamás y a los abuelitas de mis amigos no les molestaba lo que cantaba; lo hacía y les contaba algunos chistes. Por esos días no tenía trabajo y fui con un amigo que tenía una zapatería en la Zona Rosa. Allí conseguí empleo. Enfrente de ese negocio había un cafecito que se llamaba D’Angelus y les dije que quería subir al escenario. Eso fue en 1972.”

Lo llamaron un sábado. Fue con su guitarra y “desde ese día no me bajo del escenario”.

–¿Usted quería ser cantante?

–No, yo quería ser chistoso. Siempre.

No recuerda su primer chiste, pero estuvo un año en ese lugar y nunca le pagaron.

Eso fue lo amateur. Luego le hablaron de un bar. “Siempre trabajé en la misma manzana, de Florencia, Hamburgo, Amberes y Londres. En ese entonces era nada más Polo. De allí me fui al Marrakesh, que era de los hijos de Raúl Velasco.

“Bajo su manejo, Humberto Navarro comentó que me iban a hacer un espot de televisión, en el que diría ‘Lo mejor del México nocturno con Polo’, y se congelaba una imagen con mi rostro, y así, con cada una de las tres cámaras.

“Pero la instrucción no se la dijeron al locutor, quien pronunció ‘Lo mejor del México nocturno con Polo, Polo, Polo’. Desde entonces soy Polo Polo.”

–¿Qué es un chiste?

–Una historia que te sorprende y te arranca la risa.

–¿Le ha caído mal a alguien por sus chistes?

–Sí, seguramente. No eres monedita de oro. A la mayoría de la gente le caigo bien, porque digo las cosas sin mala leche.

En Musart grabó su primer disco de chistes, titulado El viaje a España, del cual sin mucha difusión se vendieron 100 mil ejemplares.

–¿Quién compra sus discos?

–No sé. Casi es una generalidad, pues no encuentro un target específico. Veo casetes míos en casas de unas señoras que tú apostarías un millón a un peso a que no tenían un disco mío, pero ahí están. Igual, en casas de gente que no tiene gran fortuna.

–Sus discos han sido muy pirateados.

–Sí, gracias a Dios.

–¿Chistes políticos?

–No, no me gustan, aunque son una veta muy agradecida por el público porque todos estamos ávidos de hablar mal del gobierno. No estoy suficientemente enterado de la política y si no sé al ciento por ciento de algo me van a hacer pedazos en cualquier rinconcito; me refiero a que alguien de la audiencia me diga que eso no es así. Hablo de las cosas que conozco y para qué me arriesgo a que se ofenda una persona importante, o pisar un callo fuerte. ¿Qué necesidad?

Participó en cinco películas del llamado cine de ficheras (“las veo y me doy asco”). En España, afirmó, “no entendieron mi humor”. Estudió hasta tercero de secundaria. “Y ahí me corrieron de la escuela. No sé cuántos chistes me sé, pero puedo hilar uno tras otro; nunca he escrito ninguno ni nada. Sí sé los chistes que voy a contar, porque no me gusta repetir. En un año conseguir 25 chistes nuevos buenos no es fácil.”

Aseguró que no tiene muchos amigos, porque no bebe alcohol “ni me meto nada; como que soy una persona aburrida para muchos. Mis amigos son más bien los del golf, deporte que me gusta. Mucha gente me sigue, pero a camerino no me va a ver nadie”.

–¿Se le hace difícil que las personas siempre lo busquen por chistoso?

–No. Tengo muy buen humor y siempre le encuentro babosadas a la vida. No ando de chiste en chiste, pero sí ando de buenas. Soy simpático cuando me pagan.

“En la televisión me reprimo”

De lo que más tiene son chistes de sexo. “Es mi hit. En la televisión me reprimo, pero no tanto en el lenguaje, porque éste se puede obviar. Hay lugares donde no necesito decir la grosería, porque la gente la intuye.”

Un chiste puede ser peligroso. “En el Blanquita una señora se desmayó de tanta risa. Llegaron paramédicos para auxiliarla. Los niños son mis fans; llenan los teatros donde me presento. Mis chistes más largos duran 15 o 20 minutos.”

Su página electrónica es polopoloonline.com, que tiene 500 mil usuarios registrados; se cuentan chistes entre ellos. “Son 10 mil visitas al día.”

Polo Polo, quien afirma que a las mujeres hay que contarles chistes porque no les gustan los hombres aburridos (“me he casado con tres y cohabitado con otras tres”), se presentará en el teatro Metropólitan del 21 al 23 de noviembre; dos funciones diarias, cada una de dos horas. “Llevo más de 20 años en el Blanquita y ahora cambio al Metropólitan. Estoy bordeando Bellas Artes. ¿Qué? La comedia también es un arte y no todos somos Cervantes.”

 
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