Usted está aquí: miércoles 12 de noviembre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Mermar salario de trabajadores, práctica común de diputados

■ Impunidad en la Cámara

El pasado viernes siete, en este espacio les platicamos a ustedes de cómo una diputada panista –¡claro!– obligó a una trabajadora a darle una parte proporcional de su salario durante un año, para que pudiera conservar el empleo que tenía como asesora en comunicación, pero pasado ese lapso la despidió sin siquiera darle las gracias.

Nos cuentan que el asunto fue observado por algunos diputados que después de leer la denuncia decidieron hacer caso omiso del problema de la comunicadora Norma Patiño Villalobos, porque, al parecer, eso de mermar el salario de los trabajadores por honorarios en la Cámara de Diputados cae en aquello de los usos y costumbres, y son muchos los legisladores que recurren a esa transa para allegarse más fondos, como si el dineral que cobran no fuera suficiente.

Nos han llegado varios casos que ahora no revelaremos porque en casi todos no existen las pruebas documentales que recabó la señora Patiño, pero, hasta donde se nos dice, en todas –o casi todas– las fracciones parlamentarias hay un diputado que hace lo mismo que la panista yucateca Lizbeth Evelia Medina, quien como dijimos arrebató del salario de una trabajadora, a quien le impuso una cuota por laborar.

Decíamos en la entrega mencionada, del siete de este mes, que esto que no sabemos cómo debería calificarse en términos legales, es, para decirlo en palabras llanas, un robo, así de sencillo, pero la sorpresa es aún mayor cuando se nos asegura que la práctica se extiende a la mayoría de los diputados.

También nos explican que por ese motivo –porque todos, o casi todos, cojean de la misma pata– la denuncia de la señora Patiño no irá más allá de los comentarios o las bromas que causen entre los mismos diputados, pero que a la yucateca, contra quien se tienen las pruebas documentales concretas, no se le tocará ni con el pétalo de una auditoría.

El asunto es más que grave. Por lo pronto la diputada Lizbeth Evelia Medina debería estar bajo una severa investigación de las autoridades correspondientes de la misma Cámara de Diputados, y en su caso tendría que ser castigada, permítaseme el lugar común, con todo el rigor de la ley, porque no es posible que quien se encargue de hacer las leyes de este país las burle impunemente.

Y si, como se nos dice, es verdad que la práctica corrupta alcanza a otros representantes, la cámara está convertida en una cueva de ladrones que tendría que ser limpiada de ese tipo de corrupción, cuando menos.

Los datos que corroboran el dicho de la comunicadora Norma Patiño, quien guardó cada uno de los recibos en donde se muestran las acciones corruptas de la diputada azul, urgen la investigación, y las aclaraciones pertinentes.

Es verdad que el fin de la semana pasada no era, quizá, el momento más oportuno para lanzar la denuncia, a la luz de los acontecimientos del martes cuatro, pero aquello ya pasó, y ya no se puede seguir haciendo caso omiso de un hecho de corrupción como el que se ha relatado. Si esquilmar el salario de un trabajador es un delito, y un escándalo, que eso se haya convertido en práctica común deberá encender todos los focos rojos de la política. La diputada panista debe ser investigada, cuando menos. Ya basta de impunidad.

De pasadita

Esta madrugada quedará listo en la Cámara de Diputados muy seguramente el presupuesto para el Distrito Federal, en el que, hasta donde se acordó, se habrá de dotar a la capital de la República de 3 mil millones de pesos para la obra más importante del país: la línea dorada del Metro. No se trata, de ninguna manera, de un triunfo, pero sí posibilita al gobierno citadino de los recursos necesarios para continuar las obras de infraestructura que se tienen previstos, muchas de las cuales ya se iniciaron. El asunto es que una vez más se trató de impedir que los ciudadanos del DF pudieran obtener los recursos para cambiar la cara de la capital, y eso es lo más importante: marcar la diferencia.

 
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