Usted está aquí: lunes 10 de noviembre de 2008 Sociedad y Justicia Impedirá la Iglesia que gays sean sacerdotes

■ Visto bueno del Vaticano a la búsqueda de indicios de “desórdenes de personalidad”

Impedirá la Iglesia que gays sean sacerdotes

■ Es “una desviación” que descalifica para ejercer la “paternidad espiritual”, argumentan

Andy McSmith (The Independent)

La Iglesia católica examinará a todos los candidatos al sacerdocio para eliminar a cualquier sospechoso de homosexualidad “profundamente arraigada”.

Luego de una serie de escándalos sexuales, el Vaticano ha dado el visto bueno a la búsqueda sicológica de indicios de “desórdenes de personalidad” o de serias dudas acerca de la aptitud para el sacerdocio.

Lo que suscitará controversia es que el director del comité del Vaticano que hizo esta recomendación ha dejado en claro que debe utilizarse para cerrar la puerta a los homosexuales, aunque sean célibes, porque la homosexualidad es “una desviación” que descalifica para ejercer la “paternidad espiritual”.

Ben Summerskill, jefe ejecutivo de la organización británica Stonewell, que lucha por la igualdad de los gays, advirtió: “Es una tragedia, en un momento en que la Iglesia católica romana sufre una desesperante escasez de personas con vocación sacerdotal (…) ¿Qué harán con alguien a quien consideren homosexual innato por su caminar extraño o su aspecto raro, y luego resulte heterosexual? El Papa usa zapatos Prada, lo cual podría conducir a algún ridículo cardenal a hacer insinuaciones injustas sobre él. Estos ejercicios siempre terminan en lágrimas”.

Los “Lineamientos para el uso de la sicología en la admisión y formación de candidatos al sacerdocio” fueron elaborados por la Congregación para la Educación Católica del Vaticano. En una conferencia de prensa, la semana pasada, el prefecto de la congregación, el cardenal Zenon Grocholewski, explicó las razones por las que un seminarista debe ser excluido del sacerdocio, aun si es célibe, si tiene trazas de ser homosexual.

“No es necesario que el candidato sea homosexual practicante. Incluso puede ser que esté libre de pecado –concedió el cardenal–, pero si tiene esta tendencia profundamente arraigada, no se le puede admitir en el ministerio sacerdotal, precisamente por la naturaleza del sacerdocio, en el cual se ejerce la paternidad espiritual. No hablamos de que cometa pecados, sino de que persista esta tendencia arraigada.

“En cierto sentido –añadió–, cuando preguntamos por qué Cristo reservó el sacerdocio a los varones, hablamos de esta paternidad espiritual, y sostenemos que la homosexualidad es una desviación, una irregularidad. Por tanto, es como una lesión para el ejercicio del sacerdocio, para la formación de vínculos con otros. Y por esa razón decimos que algo no está bien en la sique de un hombre así. No hablamos sólo de la capacidad de abstenerse de tales relaciones.”

La Congregación emitió una advertencia similar en 2005, pero en esta ocasión parece ir más lejos. Afirma que si los seminaristas muestran indicios de grave inmadurez, “la senda de la formación tendrá que interrumpirse”. Entre los síntomas de “inmadurez” estaría una identidad sexual no definida, la dificultad para una vida célibe, la excesiva rigidez de carácter y la falta de libertad en las relaciones.

Cuando se trata de evaluar la capacidad de un candidato para ser célibe, el documento sugiere que “no basta estar seguro de que es capaz de abstenerse de actividad genital”, sino que también es necesario “evaluar su orientación sexual”.

© The Independent

Traducción:Jorge Anaya

 
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