Usted está aquí: domingo 9 de noviembre de 2008 Cultura Presenta Luis Tovar Diccionario del mar, en el Festival La Nao

■ Penetrar sus aguas es hacerlo en el absoluto, considera el periodista

Presenta Luis Tovar Diccionario del mar, en el Festival La Nao

■ El libro se “trabajó 18 años, lapso en el que encontré mi voz literaria”, afirma

Marisol Wences Mina

Acapulco, Gro., 8 de noviembre. El escritor y crítico de cine Luis Tovar presentó su libro Diccionario del mar en un contexto inmejorable, el Festival La Nao, en Acapulco. Según confió en entrevista para La Jornada, el mar es el absoluto, “penetrarlo es adentrarse en el absoluto”.

El libro del jefe de redacción del suplemento La Jornada Semanal fue presentado por la poeta Elsa Cross y por el escritor José Ángel Leyva en el auditorio del Fuerte de San Diego.

El volumen, editado por la Universidad Veracruzana, está ilustrado por los moneros de La Jornada Rafael Barajas, El Fisgón, Helguera y Hernández.

Durante la presentación, Tovar externó que inició con la escritura del libro hace 18 años, para dejar algo que leer a su hija mayor, quien entonces era una bebé, y que con el paso del tiempo esa misma lectura le fuera diciendo cosas nuevas.

–A lo largo de esos 18 años ¿qué cambió en su percepción literaria y como escritor?

–Literariamente ha significado un proceso de cambios constantes y de ubicación de cosas que permanecen y no de cosas que se van modificando. He ido encontrando una voz literaria propia. Publico muy poquito; este es mi segundo libro apenas, no alguien que publique cada año; el anterior apareció en 2001 y ahora éste.

“Mi percepción de la liteatura es muy distinta de cuando comencé a escribirlo hasta ahora que lo publico. Soy otro, pero suscribo todo lo que digo. El libro tuvo la fortuna de haber sido muy trabajado, de haber dormido un rato, y cuando lo recuperé, lo corregí y mofiqué, pero con la esencia que le dio origen.”

Sentado en los muros externos de la fortaleza de San Diego, a espaldas de la bahía, Tovar se expresa como “pez en el agua”.

–¿Qué características son las que te gustan del mar?

–Lo inabarcable, lo infinito, su carácter de absoluto. Para mí el mar es –en términos filosóficos– el absoluto, el verdaro absoluto al que el ser humano tiene acceso, porque ni siquiera al cielo, que es uno de los absolutos, o al espacio, que allí está, pero el mar es palpable.

“Uno se puede meter en él, ¡se puede penetrar el absoluto! ¡Imagínate qué maravilla! Si me oye un filósofo va a decir ‘de qué esta hablando’. Es ingresar en la totalidad y ser parte de ella.

Como forma descriptiva del sitio que el mar ocupa en su vida, Luis Tovar señaló –como en una parte de su libro– que “la muerte más hermosa sería esa en la que el mar se ahoga en uno y no al contrario; yo preferiría tenerlo, ser parte de él”.

–Esa vinculación del hombre con el mar, ¿es una memoria colectiva, una carga genética y ancestral?

–Seguro que sí. Si te fijas en los estadios de la evolución, hubo un momento que fuimos peces; la vida se originó en el mar, todos provenimos de él y algo nos queda. Hay una memoria atávica que nos une fuertemente, como un cordón umbilical al mar. No he conocido a nadie que diga ‘no me gusta el mar’; me parece imposible, casi tanto como que alguien diga ‘no me gusta la música, porque mar y música son las dos primeras cosas que se tienen antes de nacer: el mar del líquido amniótico y la música del corazón de nuestras madres.

La edición de Diccionario del mar no llegó de manera fortuita. Al sacarlo del cajón, Tovar corrigió, aumentó, quitó y publicó: “No soy amante de andar tocando puertas a ver quién me publica, no es que esté mal o bien, simplemente no lo hago. Tampoco entro a concursos; lo hice una vez en mi vida y no lo haré más”.

Pero como se trataba del mar, señaló el autor, le pareció de gran importancia que el poeta y traductor José Luis Rivas, quien ha escrito poesía dedicada al mar “de forma maravillosa”, conociera el texto “y me diera su opinión”.

Cuando esto sucedió, Rivas era jefe del departamento editorial de la Universidad Veracruzana, entonces, aseveró Luis Tovar, “también me interesaba que lo publicara esa institución, así mataba dos pájaros de un tiro: José Luis me daba su opinión y al mismo tiempo cumplía un anhelo como autor: publicar en la serie de la Universidad Veracruzana, que tiene uno de los catálogos más ricos y serios del país”.

 
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