Usted está aquí: viernes 7 de noviembre de 2008 Espectáculos El cine nacional necesita salas para su exhibición exclusiva: Villaseñor

■ Las cintas encontrarían a su público y no tendrían que competir con las extranjeras, dice

El cine nacional necesita salas para su exhibición exclusiva: Villaseñor

■ En su más reciente película, Esperáme en otro mundo, aborda el tema de la búsqueda de la felicidad

■ “Me gusta narrar historias, y prefiero excederme en el relato que quedarme corto”

Juan José Olivares

Juan Pablo Villaseñor, realizador de Espérame en otro mundo –película que perdió inevitablemente la batalla por no salir de cartelera–, dijo que hay países como Argentina donde existe un número “respetable” de salas para la exhibición exclusiva de cine nacional. “Ahí, las películas permanecen el tiempo que sea necesario para encontrar a su público, ya que carecen de la infraestructura publicitaria de la industria estadunidense. Con ello se ha conseguido sensibilizar al espectador para que acompañe la evolución de su propia cinematografía. Y lo interesante es que las cintas han logrado recuperarse al no competir en esos espacios con las extranjeras.”

¿Por qué no se hace aquí algo? ¿Por qué no se destinan algunas salas para que aquellos que quieran ver cine mexicano, encuentren siempre un espacio donde esté programado?, se preguntó el director también del largo de ficción Por si no te vuelvo a ver y del documental Los niños de Morelia. Sin entrar en detalles, recordó: “Cuando se construyó el Cinemark del Centro Nacional de las Artes se dijo que dos o tres salas de ese complejo quedarían reservadas a la exhibición de películas mexicanas. ¿Alguien se ha preocupado por hacer que se respete ese viejo acuerdo?”

En Espérame en otro mundo, una maestra de bailes de salón (Natalia Esperón), independiente y feliz, lleva una vida tranquila y sin grandes complicaciones. Un día que visita la casa de sus papás algo extraño empieza a suceder con ellos. La supuesta felicidad está por terminar. El filme fue producido por el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Arte 7, Estudios Churubusco Azteca, Grazia Rade, Roberto Garza Angulo, Alejandro Molina y Sergio Sanjinés; fue musicalizado por Jimena Giménez Cacho; fotografiado por Martín Boege, y editado por Miguel Lavandeira.

“En esta película hablamos de la felicidad; mis personajes desean encontrarla aunque sea por un instante. Esto para muchas personas puede ser algo real, y para otras, una simple utopía. Lo cierto es que se trata de una de las más antiguas búsquedas del hombre; algo que ya fue motivo de indagación entre los alquimistas y los antiguos filósofos: la Piedra Filosofal, y, a su manera, era lo mismo que deseaban hallar los caballeros de la Edad Media, aunque la llamaran Santo Grial; semejante a lo que buscan los devotos de cualquier religión, aun cuando a esa entidad ilusoria la llamen Dios. Es decir, se busca la promesa de una respuesta a todas las incógnitas, el alivio de todos los males, la ausencia del sufrimiento: la felicidad”.

En el camino a esa indagatoria inconsciente de un personaje, el cineasta tuvo que remitirse a algo científico, que fue el origen de la escritura del guión. “Muchos temas que antes pertenecían al terreno de la filosofía, ahora han encontrado en la neurociencia un espacio más cómodo para ser investigados: la conciencia y la idea del alma, por ejemplo. De ellos podemos encontrar huellas en textos fascinantes de autores como F Crick, Oliver Sacks y, sobre todo, VS Ramachandran.

“Mi lectura de estos y otros investigadores fue el principal estímulo para escribir Espérame en otro mundo.”

–¿Cree que la forma acelerada de vida, como la del Distrito Federal, ha hecho que aumenten la patologías, los miedos de las personas...?

–Definitivamente. Esa mujer que naufraga por el Distrito Federal, como si fuera un ser de otro tiempo, es algo real, pertenece a una clase social que en su juventud tuvo cierto poder adquisitivo y que a mediDa que transcurrieron los años fue empobreciéndose. El malestar político y social, los malos manejos económicos del Estado, la corrupción de los gobernantes y la falta de oportunidades, no solamente nos arrastran hacia una creciente depresión, también nos pueden llevar a la locura de habitar otros mundos.

Villaseñor habla de las cosas en las que cree, de lo que ve a su alrededor. “Sólo me gusta narrar historias. Actualmente está de moda, en algunos países, que las películas no se traten de nada o de muy poco. Yo prefiero excederme en el relato antes que quedarme corto.”

El director comentó que cuando rodó Los niños de Morelia, parte del material quedó fuera de la edición final, y muchos de los testimonios que tenía no estaban en cámara, pero sí en audio, por lo que decidió escribir un libro “independiente y complementario” a la cinta. “El resultado fue: 23,296 días después. Los niños de Morelia, publicado por Editorial Juan Pablos y la Universidad Autónoma Metropolitana”. Salió hace un par de meses y se encuentra ya en las librerías.

 
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