Usted está aquí: jueves 6 de noviembre de 2008 Espectáculos Oyarzábal concibe a la calaca como ente impredecible y vivo

La danza de la muerte, puesta de teatro-inercia, se presentó en el Ollin Kan de Tlalpan

Oyarzábal concibe a la calaca como ente impredecible y vivo

■ Con gran energía interpretativa transmite la vitalidad que los mexicanos han dado al personaje

■ La obra no se inspira en la tradición católica, sino en la cosmogonía prehispánica, explica

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen Shanti Oyarzábal derrocha energía al interpretar a la muerte; su cuerpo, pintado de color terracota, simula un objeto recién desenterrado. Acompaña el espectáculo la música de Jorge Reyes y del grupo Tribu. Arriba, escena del montaje Shanti Oyarzábal derrocha energía al interpretar a la muerte; su cuerpo, pintado de color terracota, simula un objeto recién desenterrado. Acompaña el espectáculo la música de Jorge Reyes y del grupo Tribu. Arriba, escena del montaje Foto: José Carlo González

Con su cuerpo, el artista mexicano Shanti Oyarzábal expresó la noche del pasado martes, en el Multiforo Ollin Kan de Tlalpan, la dualidad vida-muerte. Fue con danza, el arte del movimiento; media hora de poder corporal. “Acabo medio muerto”, comentó el creador de La danza de la muerte en entrevista.

Shanti Oyarzábal estudió antropología social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, teatro en el Centro Universitario de Teatro y pantomima. “Conseguí una beca para estudiar en Francia, donde permanecí tres años y tuve encuentros con diferentes maestros, entre otros, con los de un grupo de danza butoh.

“Me quedé otros cuatro años en París y desarrollé un espectáculo propio, el cual presenté en varios festivales. Así fue como llegué a Berlín, donde he estado ya por 20 años. Doy cursos y actúo mis obras de teatro corporal, que es entre danza y teatro. No son sólo trabajos coreográficos, sino puestas en escena. Llamé a lo que hago teatro-inercia.”

Desde 2000 a la fecha ha desarrollado 10 obras, tres a dúo. “A ésas hay que sumar las unipersonales, entre las que se encuentra La danza de la muerte, que hice en Berlín, como parte de las actividades que organizaba el grupo Calaca, asociación de teatro latinoamericano de diferentes nacionalidades que celebran el Día de Muertos. En 1994, duraba siete minutos. En 2005 ya alcanzó su tiempo actual, es decir, 30 minutos. La presenté en festivales de Europa, en países como Bélgica, Berlín y Alemania.

“Desde 2005 la he montado en México, en el Museo del Templo Mayor; en 2006 en el Museo de la Ciudad de México y en 2007 en el Anahuacalli.”

–¿Qué es la muerte desde el punto de vista antropológico?

–Considero que cada cultura tiene su visión no sólo de la muerte, sino del cosmos. La cosmogonía está llena de mitos y tradiciones sobre lo que es el origen y el fin de la vida.

“La muerte es interpretada de diferente manera, pues cada cultura tiene su idea particular del más allá. Lo que tienen en común es que científicamente no se ha podido comprobar qué pasa después de la muerte.

“Lo más interesante es que la idea de muerte se convierte en una tradición. En México, desde niños la aceptamos, mientras en Europa la muerte es un tabú. No se habla de ella en la vida cotidiana, sólo cuando la persona muere. No se le liga a la vida como se hace en México. Por eso, esta obra no se inspira en una tradición católica, sino en lo que son las deidades o los ídolos prehispánicos: la vida que termina y la muerte que cobra vida.

Chistosa, nerviosa y coqueta

“La muerte es un personaje multifacético, como se le concibe en México: chistosa, nerviosa, medio coqueta, temblorosa, ya muy vieja. Es impredecible en sus reacciones. Todo eso lo transmito mediante el trabajo corporal. La propuesta fue trabajar con máscaras.”

Para Shanti, su logro es presentar con su danza a la muerte como personaje vivo, que todo el tiempo está presente. “La vida termina y empieza la muerte, pero ésta no es el fin, sino un personaje. El Día de Muertos la muerte se representa en todo: muñequitos, calaveritas, murales, calaveras y personajes homogeneizados como calaveras.”

El atuendo crea un personaje recién excavado, el cual empieza a cobrar vida. Es una carita sonriente, como la de las figuritas de los ídolos de Veracruz, en el Golfo de México. Son niños que representan la ternura y el candor. Ése es un atuendo.

El segundo es la muerte con taparrabo y el cuerpo pintado. “Usar las máscaras obliga a tener conciencia de lo que se proyecta. Es un trabajo corporal que requiere mucha compenetración con el personaje.”

Acota que no es una persona musculosa o fuerte, pero sí derrocha energía. El cuerpo está pintado de color terracota, como de cerámica, que da la idea de un objeto recién sacado de la tierra. “Es un efecto de antigüedad, de algo ancestral. La iluminación está basada en ámbares, color tradicional de la muerte. Por esta razón se utiliza la flor de cempasúchil, que se da en esta época y es símbolo de la muerte para los prehispánicos.”

El objetivo de Shanti no es sólo estético, “sino tocar las fibras del espectador”. La música es una creación del grupo Tribu y de Jorge Reyes.

 
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