Usted está aquí: martes 4 de noviembre de 2008 Mundo Factores económicos, de raza y de género marcan una elección “histórica” en EU

■ Esta noche podrían desaparecer más de los 3 millones de votos que se perdieron en 2004

Factores económicos, de raza y de género marcan una elección “histórica” en EU

■ La boleta de un votante negro tiene 900% de posibilidades de ser anulada, advierten expertos

David Brooks (Corresponsal)

Ampliar la imagen Ramiro Valdés, ministro de Comunicación y comandante de la revolución cubana (a la izquierda), saluda a un ganadero de Florida que llega con carteles en favor del candidato presidencial demócrata, Barack Obama, a la 26 Feria Internacional de Comercio en La Habana Ramiro Valdés, ministro de Comunicación y comandante de la revolución cubana (a la izquierda), saluda a un ganadero de Florida que llega con carteles en favor del candidato presidencial demócrata, Barack Obama, a la 26 Feria Internacional de Comercio en La Habana Foto: Ap

Nueva York, 3 de noviembre. A 24 horas del día que culminará esta batalla por el puesto más poderoso, aunque más debilitado que nunca, del planeta, la palabra “histórica” define esta coyuntura.

Histórica, primero, porque incluye la posibilidad de que el primer afroestradunidense llegue a la Casa Blanca, pero también una que empezó con la primera mujer candidata de uno de los dos principales partidos. A la vez, es una contienda en la que compite el candidato presidencial de mayor edad, acompañado de sólo la segunda mujer en aspirar a la vicepresidencia. También es, por mucho, la más cara.

Igualmente, la contienda está repleta de implicaciones históricas. Se está por saber si en verdad una mayoría de este país que en parte fue construido por esclavos africanos y sus descendientes, con sus conflictos raciales a través de sus más de 200 años de existencia, y con sus profundas divisiones económicas, sociales y políticas, está dispuesta a elegir a un afroestadunidense con nombre extranjero, de una familia interracial, separada, con un padre africano y un mensaje “post-racial” que celebra el mosaico social de una nación que pronto será mayoritariamente de minorías.

No se puede negar, aparte del debate político, que es histórico que los bisnietos y tataranietos, y hasta nietos de esclavos (una mujer de 109 años de edad cuyo padre nació en la esclavitud ya votó en Texas en esta elección) junto a generaciones no sólo de afroestadunidenses, sino de latinos, asiáticos, judíos, y los hijos de inmigrantes de todas partes del planeta, y todos aquellos, incluidos blancos, que han participado en las luchas por la igualdad y contra la discriminación de todo tipo, están a unas horas de ver la posibilidad de que un hijo de un africano de Kenya y de una mujer blanca de Kansas sea electo por este pueblo para ser presidente de Estados Unidos.

Por otro lado, la participación en las primarias de Hillary Clinton, como de otra manera menos significativa, la presencia de la candidata a la vicepresidencia republicana, Sarah Palin, junto con la de Barack Obama, detonó un gran y necesario debate sobre género y raza a lo largo de esta contienda. Con la explosión de la crisis financiera y sus consecuencias, el tema de clase también está al centro del debate político, algo que ha llegado hasta incluir referencias poco usuales en este país a términos como “socialismo” y “lucha de clases”.

Pero, a unas horas de “hacer historia”, los partidarios de Obama están nerviosos, como si no creyeran posible que todas las encuestas los colocan en condiciones de triunfo.

Hasta Michael Moore, el cineasta documentalista, afirma que teme el optimismo. “Sabes, tantas veces en el pasado nos hemos contentado demasiado rápido, y no quiero sucumbir a esa sensación ahorita. Espero que todo se vea bien el martes, pero por muchas razones, aún hay una posibilidad de que gane McCain”, declaró en entrevista con Amy Goodman en Democracy Now.

Los fantasmas de las elecciones de 2000 y 2004, tan contaminadas con irregularidades que aún hoy nadie puede comprobar quién ganó, además de intensos debates sobre si el factor de la raza ejercerá o no un papel determinante en una contienda, más los efectos de la crisis económica, así como el espectro aún presente del 11-S y cómo se expresará eso en las urnas, más cuál será el impacto del voto joven, el afroestadunidense, el latino, el de los cristianos conservadores, el de familias militares y decenas de “factores” más, alimentan un debate nacional que resultará, según pronósticos de algunos expertos, en la elección más concurrida tal vez en décadas.

Y, por tanto, no está fuera de lo posible que la historia sea robada.

Incluso con una enorme participación, el problema es que no se cuentan todos los votos. El periodista Greg Palast, (que trabaja para la BBC y Rolling Stone), con Robert F. Kennedy, afirma que “habrá muchos más votos desaparecidos para la noche del martes que los 3 millones perdidos en 2004” (cuando fueron no contados por ser descalificados o no legibles).

Y no a todos quienes tienen el derecho les es permitido votar, agrega. “Desde la última elección, más de 10 millones de votantes han sido purgados del padrón, y eso es sólo el inicio de un robo”, escribe en Truthout.org. Señala que la purga no es arbitraria y que la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos ha analizado que la posibilidad de que una boleta de un votante negro sea anulada es 900 por ciento más que la de un blanco. Leyes en 24 estados que impiden nuevas reglas de identificación han impedido que voten miles, más la depuración del padrón, supuestamente para mejorarlo, han sido el pretexto para quitar cientos de miles de nombres de las listas en algunos estados.

Ahora, ambas campañas han desplegado a ejércitos de abogados –unos 5 mil por el lado de Obama, poco menos de eso del lado de McCain– encargados de vigilar los intereses de cada uno en el proceso electoral. Eso provoca temores de que esta elección “histórica” pueda que sea determinada por abogados y jueces, y no por la voluntad popular, como ocurrió en 2000.

Pero aun si su final es menos histórico de lo que los partidarios de Obama esperan, esta elección sí marca otro capítulo histórico: el fin del gobierno de George W. Bush. Con casi 90 por ciento de este pueblo que opina que el país está seriamente descarrilado, Bush ha logrado cumplir su promesa de hace 8 años de unir al país: hay un consenso en reprobar su presidencia. Tal vez es una de las pocas promesas que cumplió.

Para Michael Moore, eso ya es algo. “Ya estamos tan golpeados a este punto que no aguantamos más, y tenemos que detener lo que los republicanos han hecho a este país en 20 de los últimos 28 años. No creo que haya muchos que estemos bajo alguna ilusión de que Barack Obama y Joe Biden (el candidato a la vicepresidencia) nos van a llevar hasta la tierra prometida, pero sí van a detener, son el torniquete que va a detener esta sangría”, dijo en su entrevista con Democracy Now.

 
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