Usted está aquí: lunes 3 de noviembre de 2008 Cultura Insectos gigantes y plantas carnívoras invaden la costera Miguel Alemán

■ La compañía Sarruga hace soñar despiertos a niños y adultos en Acapulco

Insectos gigantes y plantas carnívoras invaden la costera Miguel Alemán

■ La Nao hizo sentir a la gente que una megadiscoteca se había instalado en el puerto

Mónica Mateos-Vega (Enviada)

Acapulco, Gro., 2 de noviembre. Al caer la tarde, en la playa Hornos de este puerto, deslizándose entre las palmeras, un par de hormigas gigantes irrumpen en la costera Miguel Alemán. Los niños son los primeros en acercarse a esos insectos monumentales.

La avenida principal de Acapulco se cierra, aparece luego una planta carnívora, una araña negra y una mantis que preside el ocaso. La fiesta comienza. Es el desfile inaugural de la segunda edición del Festival Internacional La Nao.

La compañía catalana Sarruga es la encargada de hacer soñar despierto al público que se arremolina en torno a los animales que lentamente forman una fila para iniciar su marcha hacia el parque de la Reina.

La música, proveniente de las bocinas que acompañan a los insectos hechos de papel, crea primero un ambiente de misterio que contrasta con el ruido furioso de los camiones de pasajeros que se quedan atrapados en el tráfico.

Pero luego los ritmos cambian: un DJ, que también viene en un carro de pedales, se encarga de hacer bailar con melodías electrónicas a todos los que han comprendido que la diversión ha empezado.

Susto y carcajadas

Las dos hormigas encabezan el desfile, como reinas, rodeadas de sus súbditos: familias enteras que quieren tomar la foto del recuerdo con sus celulares. Luces de colores completan el cuadro que hace sentir que una mega discoteca se ha instalado en la vía principal de Acapulco.

“¿A dónde van los insectos?”, pregunta un pequeño a su madre. “No importa, hay que seguirlos”, responde la señora que de pronto es sorprendida por el humo y el vapor que escapa, como una ráfaga, de las mándibulas de la araña.

Luego del susto, las carcajadas. Son ya cientos de personas las que acompañan la marcha de Sarruga y sus máquinas musicales. La mantis, de casi 10 metros de altura, debe moverse con precaución para no enredarse en los cables que proliferan sobre la costera. Abre y cierra su boca, también echa humo y chispas, es la que más asusta a los niños que juran que el mundo ha cambiado su tamaño.

Sarruga es una compañía que lleva 10 años recorriendo el mundo. Dirigida por Pakito Gutiérrez, su presencia se debe a la invitación que recibieron del Festival Internacional Cervantino, foro en el que participaron hace unos días en Guanajuato.

Los insectos, hechos de papel estrasa pintado, forman parte de una gran familia de aparatos que semejan mariposas, dragones y animales marinos, elaborados luego de intensos estudios de ingeniería mecánica y de motricidad, para poder convertirlos en inmensas máquinas que parecen vivas.

Reproducen los movimientos reales de los pequeños animales, cuando los operarios mueven una serie de cables al tiempo que pedalean para que avancen. Un gran esfuerzo que el público recompensa interactuando con las máquinas.

La calle se llena de pequeños seres que huyen de un depredador, pero los papeles se han invertido: Los insectos ahora son los humanos, perseguidos por una araña patona, más grande que un auto.

Sarruga ha llevado sus espectáculos de gira por Europa, Colombia e Israel, es la primera vez que se presenta en México. El colectivo han dicho que su único propósito es “transformar el espacio cotidiano, la calle, en un mundo fantástico, cambiar la rutina, despertar la curiosidad, incentivar la imaginación y estimular los sentidos del público, inmerso en una nueva perspectiva.

“La luz de los insectos les da vida y dibuja su movimiento por un espacio a veces teñido por luz exterior y marcada en momentos especiales por efectos de pirotecnia. El olor a pólvora y la repetición mántrica de la música electrónica evocan un ritual festivo.”

La caravana llega al parque de la Reina. La algarabía en ese foro, dedicado a la presentación de espectáculos infantiles, se mantendrá durante los 15 días del Festival Internacional La Nao.

“Duró bien poquito”, se lamenta una pequeña que, no obstante el casancio por la caminata de una hora, no deja de mirar a la planta carnívora, de soñar, de reír.

 
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