Usted está aquí: jueves 30 de octubre de 2008 Opinión Navegaciones

Navegaciones

Pedro Miguel
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■ Citas con la muerte

Ampliar la imagen Leonardo Da Vinci, c. 1489 Leonardo Da Vinci, c. 1489

Ampliar la imagen Nicanor Parra (Antipoemas) Nicanor Parra (Antipoemas)

El gran secreto de la muerte es que la muerte no existe. Es un final, es nada. Su existencia –si así pudiéramos llamarla– es negativa; y su razón de ser está en la vida misma. Cuántos trastornos nos evitaríamos si pensáramos siempre que la muerte es la muerte.

Si un muerto te dijese que no existe la muerte, te desilusionarías tanto que serías capaz hasta de matarlo. Esta negación de la muerte es, sin embargo, el secreto de la muerte y de los muertos. Con él se vienen abajo todas las elucubraciones funerarias, muere la muerte.

Joaquín Pasos (Citado por Ernesto Cardenal en el prólogo a Poemas de un joven, FCE, México, 1982)

* * *

Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
vagina del frío,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.

Jaime Sabines (Fragmento de Algo sobre la muerte del mayor Sabines)

* * *

Noto cómo se forma gradualmente una corteza de indiferencia en mí, y lo digo sin quejarme. Es una cosa natural el comenzar a ser inorgánico, y creo que se llama la “indiferencia propia de la vejez”. Sin duda esto tiene que ver con un giro decisivo en la relación entre las dos pulsiones [el instinto de vida y el de la muerte]. Quizás este cambio no se note mucho exteriormente. Todo sigue siendo tan interesante como antes, las cualidades no han cambiado mucho, pero falta como una especie de resonancia [...]

Sigmund Freud (citado en Ars Moriendi, de Carlos Cobo Medina)

* * *

En un principio me hice humo
para que la cenicienta
pasara sin reconocerme.
Me hice el tonto, me hice el delgado,
me hice el sencillo, el transparente:
sólo quería ser ciclista
y correr donde no estuviera.

Luego la ira me invadió
y dije, Muerte, hija de puta,
hasta cuándo nos interrumpes?
No te basta con tantos huesos?
Voy a decirte lo que pienso:
no discriminas, eres sorda
e inaceptablemente estúpida.

Por qué pareces indagarme?
Qué te pasa con mi esqueleto?
Por qué no te llevas al triste,
al cataléptico, al astuto,
al amargo, al infiel, al duro;
a los asesinos, a los adúlteros,
al juez prevaricador,
al mentiroso periodista,
a los tiranos de las islas,
a los que incendian las montañas,
a los jefes de policía
con carceleros y ladrones?
Por qué vas a llevarme a mí?
Qué tengo que ver con el cielo?
El infierno no me conviene
y me siento bien en la tierra.

Pablo Neruda (“Laringe”, en Estravagario)

* * *

Porque en el lento instante del quebranto,
cuando los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero
y en la pira arrogante de la forma
se abrasan, consumidos por su muerte
–¡ay, ojos, dedos, labios,
etéreas llamas del atroz incendio!–
el hombre ahoga con sus manos mismas,
en un negro sabor de tierra amarga,
los himnos claros y los roncos trenos
con que cantaba la belleza,
entre tambores de gangoso idioma
y esbeltos címbalos que dan al aire
sus golondrinas de latón agudo [...]

José Gorostiza
(Fragmento de Muerte sin fin)

* * *

El veinticinco de junio
abrió sus ojos Amargo,
y el veinticinco de agosto
se tendió para cerrarlos.
Hombres bajaban la calle
para ver al emplazado,
que fijaba sobre el muro
su soledad con descanso.
Y la sábana impecable,
de duro acento romano,
daba equilibrio a la muerte
con las rectas de sus paños.

Federico García Lorca (Romance del emplazado, en Romacero gitano)

* * *

La construcción cultural de las virtudes violentistas en las guerrillas latinoamericanas, exaltan un patrón de simbolización fuertemente masculinizado, que juega con la equivalencia entre lo viril y lo heroico, combatir como ofrendar o perder la vida es cosa de machos.

Ricardo Melgar (Sacralización de la violencia en las guerrillas latinoamericanas)

* * *

¿Es para terminar,
mañana, en prototipo del alarde fálico,
en diabetis y en blanca vacinica,
en rostro geométrico, en difunto,
que se hacen menester sermón y
/ almendras,
que sobran literalmente patatas
y este espectro fluvial en que arde el oro
y en que se quema el precio de la nieve?
¿Es para eso que morimos tanto?

César Vallejo (Sermón sobre la muerte, en Poemas Humanos)

* * *

Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me
/ entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

Francisco de Quevedo

 
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