Usted está aquí: jueves 30 de octubre de 2008 Opinión En la mira de los neonazis

Octavio Rodríguez Araujo

En la mira de los neonazis

En 2004 publiqué un libro sobre las derechas y las ultraderechas en el mundo y creo haber aprendido algo sobre esas corrientes, sobre todo en Europa y en Estados Unidos. Más adelante y con base en ese texto académico se me ocurrió escribir un thriller político sobre los neonazis en Gran Bretaña, basándome en organizaciones existentes en ese país. En esta novela, titulada El asesino es el mayordomo, menciono a tres grupos neonazis principales, Combat 18, Column 88 y Blood and Honour (B&H), además de algunos partidos políticos del mismo signo. B&H es el más extendido en el mundo. El primero debe el número en su nombre a las letras A y H, que corresponden a 1 y a 8, es decir, Adolf Hitler. El segundo, cuyo número es el 88, quiere decir Heil Hitler.

Lo anterior –aunque la identidad de los números parezca pueril e incluso poco imaginativa– es cierto y hace unos días cobró actualidad al revelarse que dos cabezas rapadas (skinheads) estaban conspirando para matar a Barack Obama, candidato presidencial del Partido Demócrata de Estados Unidos. La razón, simple para los neonazis, es que es negro, esto es, afroestadunidense, y los blancos de ese país –afirman– no pueden tener un gobernante con tales características. Los supremacistas blancos opinan que la gente que ellos llaman “de color” debe regresar a sus lugares de origen.

La noticia sobre la detención de dos muchachos, uno de 18 años y otro de 20 (Paul Schlesselman y Daniel Cowart, respectivamente), fue publicada en las versiones en Internet de La Jornada y de El Universal ((27/10/08), entre otras fuentes, y señalaba que las autoridades de Estados Unidos dieron a conocer el complot que se preparaba para culminar con el asesinato de Obama después de asesinar a 88 personas de origen africano y decapitar a 14 más. Las notas indicaban que 88 es un número clave también para los neonazis estadunidenses y que quiere decir Heil Hitler –igual que en Gran Bretaña. Y añadieron que el número 14 es otro número emblemático para los supremacistas blancos, sin explicar su significado. Y es que poco se sabe, aun en Estados Unidos, sobre la simbología de los skinheads neonazis. El número 14 no tiene relación, como creen algunos, con los hoyitos para las agujetas de las botas que usan estos sujetos y también algunos punks, las famosas botas del doctor Martens. Éstas fueron creadas por el doctor Klaus Maertens, un médico de las fuerzas armadas alemanas (Wehrmacht) de los tiempos de Hitler, que superaban en fuerza y comodidad a las que usaban los soldados durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron tal éxito que fueron adquiridas por los ingleses (que le quitaron la “ae” alemana para dejarla en Martens, más inglés) que las fabricaron por mucho tiempo (ahora se hacen en China, ¡sólo faltaba!, y se venden por encima de mil 500 pesos mexicanos).

La explicación del número 14 tiene que ver con un eslogan (entre otros) de David Eden Lane, líder nacionalista y supremacista blanco que murió el año pasado en prisión, mientras cumplía parte de los 190 años de sentencia por diversos crímenes, de odio principalmente. El eslogan de referencia constaba de 14 palabras y decía: “We must secure the existence of our people and a future for white children” (Debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos), tema que motivó a los dos jóvenes skinheads detenidos hace unos días en su estrategia contra el candidato presidencial “aunque murieran en el intento de asesinarlo”. El ideólogo de estos jóvenes es, sin lugar a dudas, Lane, el autor de 14 Words (14 palabras) y otros textos similares. Y, ¿quién era Lane?

David Lane fue miembro del Ku Klux Klan y de la John Birch Society antes de participar en la fundación de Aryan Nations. También formó parte destacada de The Order, organización neonazi que se proponía una revolución contra el gobierno de Estados Unidos porque, según sus miembros, está controlado por judíos y ha permitido que los no blancos se apoderen de su país. The Order ha cometido, sobre todo en los años 80, crímenes de odio (como incendiar sinagogas y asesinar a quienes ellos llaman amantes de judíos y de negros), además de cometer robos para allegarse fondos necesarios para su organización y su lucha. Cabe recordar que desde principios de los años 90 del siglo pasado se inició la formación de milicias armadas de ultraderecha (paramilitares) en casi todos los estados de la Unión Americana, sobre todo en Kentucky, Ohio, Michigan, Montana, Texas, Oregon, Indiana y sur de California, muchas inspiradas en la conocida organización cristiana (Christian Identity) denominada Posse Comitatus, creada y desarrollada en la mística generalizada de que el gobierno legítimo de su país ha sido subvertido por conspiradores antiestadunidenses y que, por lo mismo, habrá que recuperarlo –incluso mediante las armas– para los blancos nacionalistas y cristianos.

Hay en Estados Unidos cientos de organizaciones racistas y neonazis, en casi todos los estados de ese país. No es un riesgo inventado que intenten asesinar a Barack Obama. Como bien se sabe, allá cualquiera puede comprar armas, aun de alto poder. Lo que sabemos, a partir de la detención de los jóvenes Schlesselman y Cowart, es muy poco, y es probable que no pertenezcan a una organización neonazi importante, puesto que planearon asaltar una tienda para hacerse de armas; pero el peligro existe y, como han dicho autoridades de Estados Unidos, no puede ni debe desestimarse. Ha ocurrido aun con gobernantes en activo (Kennedy, por ejemplo). Esto no es un proyecto de una nueva novela. Así es la realidad y también su posible perspectiva. Esperamos que no suceda.

 
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