Usted está aquí: lunes 20 de octubre de 2008 Opinión El toro soñado

Toros

José Cueli

El toro soñado

Pepe López, que recibía la alternativa, se encontró con el toro soñado. Literalmente planeaba el de Santa María Xalpa. Claro, fijo, largo recorrido, lamía el redondel con el hocico; un auténtico bombón muy por encima de las posibilidades del torero. El burel se empleaba al conjunto y ritmo de su vibra. Son que transmitía al tendido, se toreaba solo. El torero, mal aconsejado, buscó el indulto, hasta que obligó a un débil juez a concederlo. Lo que pudo ser una tarde triunfal acabó en división de opiniones.

Los toros de Santa María Xalpa, bien presentados, buenos mozos, diferentes láminas, variaron en su comportamiento. Los cinco primeros débiles y difíciles cuarto y quinto. El último, excepcional, ya mencionado, se bebía la espuma cervecera del tendido que le ofrecía en la muleta el novel alternativado, que fue de lo dramático a lo chusco.

En el cartel, el regreso a la Plaza México de Federico Pizarro, después de años de ausencia. Este torero que tantas veces nos deslumbró a los cabales, antes de tener un vacío que lo relegó. Hasta que la tarde fría y tequilera de ayer, con una innata elegancia torera, sacudió a los aficionados. Brota de este torero un deleite natural que facilita la interior elocuencia emocional enlazada a ese sentimiento del toreo mexicano.

Habrá que esperarlo, más asentado, a que nos regale ese toreo que tantas esperanzas generó en sus inicios de matador: más íntimo, más personal, más suyo, en línea con esa melancolía que invade su quehacer torero.

El primer espada Humberto Flores pasó sin pena, ni gloria y se salvó con unos lances chipén y una estocada que levantó a los aficionados de sus asientos. ¡Qué toro el de Santa María Xalpa!

 
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