Usted está aquí: viernes 17 de octubre de 2008 Opinión Penultimátum

Penultimátum

■ México y la monarquía

¿Sería México un país más próspero y refinado de haber instaurado la monarquía en el siglo XIX? Es lo que se pregunta don Cornelio Limantour y Téllez, conde de Montbeliard, descendiente del duque de la France Comte y ahora asesor en asuntos históricos del comité responsable de los festejos del Bicentón. Don Cornelio sostiene que con don Agustín de Iturbide y el archiduque Maximiliano de Habsburgo nuestro país perdió la oportunidad de tener instituciones familiares que, aunque viven de las arcas públicas y buscan la manera de trabajar lo menos posible (como las casas reales europeas), hacen más grata la vida de la población y elevan el tono de las discusiones públicas. No es lo mismo, dice el conde de Montbeliard, ocuparse en los medios en dilucidar si en verdad la tigresa Irma Serrano estuvo embarazada a sus 65 años de edad gracias al semen proveniente de don Alejo Peralta y que ella congeló celosamente por años, que adivinar la suerte que le espera al todavía esposo de la hija del rey de España cuyo divorcio puede dejarlo sin título nobiliario y los más de de seis cargos debidamente compensados en euros que le inventaron luego de su boda con la integrante de la casa real.

México, además, tendría una legislación mucho más moderna. Como la de la metrópoli, donde para contraer matrimonio los Grandes de España (es decir los pertenecientes a la nobleza) deben pedir permiso al rey Juan Carlos de Borbón, según ordena la legislación vigente. Es lo que tendrá que hacer la duquesa Cayetana de Alba, de 82 años de edad y dos matrimonios a cuestas, si decide acometer un tercero. Y es que la duquesa está enamorada y con deseos de formalizar la relación que lleva con Alfonso Díez, de 54 años. Éste, además de trabajar en el gobierno del presidente Rodríguez Zapatero, es uno de los más reconocidos expertos ibéricos en  antigüedades.

Aunque en agosto pasado los hijos de su excelencia doña Cayetana desmintieron la posibilidad de que su madre se case otra vez, sin embargo, y como informan los medios españoles que analizan los grandes acontecimientos que allí ocurren (como la corrupción de los funcionarios pertenecientes al partido del señor Aznar o los 3 mil desocupados que a diario deja la crisis), a la duquesa se le ve cada vez más en compañía de su novio y ataca a sus hijos por divulgar que ella está muy enferma. Ha dicho, además, que más veces se han casado todos ellos y ni quien los critique. En verdad, la duquesa goza de buena salud aunque tiene problemas para caminar, arrastra una hidrocefalia y un isquema cerebral. Nada comparado con la soledad que la acompaña en sus palacios.

El asesor del Bicentón anota que  México no necesita copiar el sistema monárquico ibérico. Ya tiene uno muy sui generis y nos gobierna ahora bajo el lema: Uno para todos los amigos.

 
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