Usted está aquí: martes 7 de octubre de 2008 Espectáculos Los que se quedan, historias de la ausencia que deja la migración

■ El documental se proyectó dentro del Festival Internacional de Cine de Morelia

Los que se quedan, historias de la ausencia que deja la migración

■ Es una forma sutil de decir: “vean, qué pendejos son porque se les está yendo la gente”: Juan Carlos Rulfo

■ Los retratados en la cinta coinciden en su anhelo por volver a reunirse: Hagerman

Juan José Olivares (Enviado)

Morelia. La migración es un tema de primer orden en México. Se sabe mucho de quienes intentan y cruzan la frontera para mejorar sus condiciones de vida, pero de los que se quedan, muy poco. “Una exploración sobre la cotidianidad de la ausencia que genera la migración” y de los cambios que sufren los familiares de los que parten es de lo que trata el documental Los que se quedan, que se presentó en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

Como afirman los realizadores de este estético proyecto, Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman, Los que se quedan “no se basa en entrevistas, sino en el registro de lo que ocurre en el día a día” de esas personas que sufren la pérdida de sus amores.

Las historias (rodadas con el apoyo de Fundación Bancomer) son de soledad, de sueños, de un campo mexicano que ya no se trabaja porque no hay quien lo haga, de las casas abandonadas y en obra negra construidas con remesas, de las relaciones por teléfono, “de lo que representa Estados Unidos en la imaginación de los que se quedan y de lo que es México en sus corazones”.

Director del documental En el hoyo (premiado en Sundance), Juan Carlos Rulfo comenta en entrevista: “Por ser un tema grande no sabíamos por dónde tomarlo. Al inicio estábamos perdidos, porque ya se ha hablado de la aventura, la amargura y el derrotismo. Pero entendimos que la migración ya no es algo peyorativo: es la situación cotidiana del país, en mayor o menor grado, que se da en distintas partes de México. Nada va a cambiar, porque estamos cerca de un país con el cual tenemos un vínculo más allá de lo económico”.

Advertencias sutiles

A decir de Carlos Hagerman, conocido cortometrista, “generalmente se explotan los datos duros, las remesas y lo que significan para el país, pero para nosotros la apuesta fue por las familias que sufren la ausencia. Debemos entender que este fenómeno ya forma parte de los mexicanos desde hace años”.

Para Hagerman es un trabajo a nivel personal, porque sus padres llevan tres décadas en la creación de proyectos indígenas sobre educación en comunidades rurales. De hecho, algunos de los personajes retratados forman parte de ese abanico de gente del campo que el director ya conocía.

Rulfo interviene: “Normalmente hablas de un tema político y social de forma gritona, pero hay maneras sutiles de decir: ‘vean, qué pendejos son porque se les está yendo su gente’. En el fondo, el documental dice a toda la gente que México es un gran país que se está quedando y que se siente solo, que está abandonado. Los que se quedan hablan del corazón y del sentimiento”.

Hagerman agrega: “Todos estamos relacionados con estas historias porque, aunque no seas del campo, la mayoría tenemos a alguien que ha tenido que irse en busca de oportunidades. Es un regreso a lo simple. Ves la imagen de un castillo de cohetes e inmediatamente te acuerdas de la celebración, del fandango; es lo que somos y es lo que queríamos que se quedara en el documental, lo que nos recuerda que estamos aquí.

“La gente se va, y a todos los niveles, porque aquí está más difícil, y eso es algo que trasciende cualquier solución fácil o esquema que dicte lo que tenemos que hacer. Sólo tenemos que saber que existe.

Soledad contra vitalidad

“No se puede decir que el campo está progresando cuando vas y hueles el abandono. No hay alicientes para quedarse”, insiste Rulfo, quien abunda que una de las cosas que “más me gustan del documental es el ágape, la celebración de la vida, porque hay una soledad, pero también una vitalidad en ellos que se contagia”.

Hagerman apunta que algo importante es que todas las familias retratadas, “si tuvieran oportunidades en su país, no se irían”. Por eso, “en las historias que se presentan en la película hay un gran anhelo por volver a estar juntos. Todas las personas que conocimos tenían ganas de hablar sobre lo que sienten porque, al parecer, a muy poca gente le importa”.

Los que se quedan no se limita a presentar el testimonio, las historias personales, sino el halo de esperanza, muy inmersa en el corazón. “Es la evocación de la mirada, es el discurso del paisaje”, la imagen como algo bucólico.

El documental, editado por Valentina Leduz y producido por Nicolás Vale, fue apoyado también por la beca Gucci-Ambulante y por Sony. Es de destacar que la fundación que auspicia el filme permitió a los realizadores articular una visión “honesta y libre sobre esta cara de la migración”. De hecho, cedió todos los beneficios de la distribución y comercialización de la cinta.

 
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