Número 147 | Jueves 2 de octubre de 2008
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Las dificultades del género
La popularidad del término género ha hecho que la palabra se enrede cada vez más en la madeja de la indefinición. En este texto, la antropóloga Marta Lamas explora los orígenes de la confusión y el impacto de la semántica en el análisis de las diferencias entre hombres y mujeres..


Por Marta Lamas*

En castellano género no quiere decir lo mismo que gender en inglés. En español, género es un término más amplio: se refiere a la clase, especie o tipo a la que pertenecen las cosas, a un grupo taxonómico, a los artículos o mercancías que son objeto de comercio e incluso a las telas. En inglés, gender tiene una acepción restringida, que apunta directamente a los sexos. Decir en inglés “vamos a estudiar el gender” lleva implícito que se trata de algo relacionado con la diferencia sexual; decir lo mismo en castellano resulta confuso e impreciso para las personas no iniciadas; ¿qué género se trata de estudiar: un estilo literario, un musical, una tela? En nuestra lengua, la connotación de género como cuestión relativa a la construcción de lo masculino y lo femenino sólo se entiende en función del género gramatical, y únicamente quienes están en antecedentes del debate teórico en las ciencias sociales comprenden la categoría género como la simbolización o construcción cultural que alude a la diferencia sexual y la relación entre los sexos.

Además, el que en castellano los hombres y las mujeres sean nombrados como género masculino y género femenino provoca confusión cuando se habla de género. Encima de todo, como el feminismo puso de moda el concepto de género, es fácil caer en el error de que hablar de género o de perspectiva de género es referirse a las mujeres o a la perspectiva del sexo femenino. De hecho, en la actualidad gran cantidad de personas, al hablar de género se refieren nada menos que a las mujeres. En muchas ocasiones se sustituye mujeres por género. La utilización del término género aparece también como una forma de situarse en el debate teórico, de estar a la moda y de ostentar un discurso cultural moderno. Para algunas personas, hablar de género suena más neutral y objetivo que hablar de mujeres y menos incómodo que hablar de sexos. Al decir “cuestiones de género” para referirse erróneamente a cuestiones de mujeres, da la impresión de que se quiere imprimir seriedad al tema y quitarle la estridencia del reclamo feminista. Por todo esto, lo que tendría que ser solamente un concepto nuevo de las ciencias sociales acaba por usarse de manera errónea.

Este uso equívoco —que se halla muy extendido— ha reducido el concepto género a un término asociado con el estudio de aspectos relativos a las mujeres. Y quienes creen que el empleo del término género les da más seriedad académica, dejan de referirse a mujeres y hombres como los dos sexos y utilizan la expresión “los dos géneros”.

Una confusión conceptual
Es importante señalar que el género, en su acepción de simbolización de la diferencia sexual, afecta tanto a hombres como a mujeres y que la definición de feminidad se hace en contraste con la de masculinidad, por lo que género se refiere a aquellas áreas —tanto estructurales como ideológicas— que comprenden relaciones entre los sexos. género es, pues, un concepto relacional. Sabemos que el significado de las palabras no es inmutable, sino que se encuentra inevitablemente sujeto los procesos culturales e históricos que impactan su uso. Los conceptos establecen una relación entre ideas; cuando éstas se modifican ellos también lo hacen. Pero los cambios no son tajantes ni se producen por decreto de un día para otro, por lo que suelen persistir las anteriores acepciones. A raíz de ello, es común encontrar que distintos autores usan tanto la palabra como el concepto género de manera diferente, de acuerdo a sus tradiciones intelectuales, a su formación o especialización. Además, en muchos textos se utiliza género como traducción de gender, olvidando que la acepción clásica anglosajona de gender es sexo. ¡Qué confusión!

gender se traduce como sexo, pero también como género. Pero cuando se traduce gender por género ¿se alude a la clasificación gramatical por la cual se agrupan y se nombran a los seres vivos y las cosas inanimadas como masculinos, femeninos o neutros, o se refiere a la simbolización de la diferencia sexual?

Gender no es género
En inglés el género es “natural”, pues responde al sexo de los seres vivos, mientras que en otras lenguas, como el castellano, el género es gramatical, pues a los objetos sin sexo se les adjudican artículos femeninos o masculinos. En una gran variedad de investigaciones y programas se traduce gender como género y no como sexo. Cuando en inglés se plantea la necesidad de tener una gender perspective, con frecuencia se está hablando de que hay que manejar la información sobre hombres y mujeres, que hay que hacer evidente la pertenencia a un sexo de las personas que se estudia, y no que hay que comprender el entramado cultural de la simbolización. Cuando se dice que ciertos estudios no toman en cuenta el gender, ¿significa que no se discrimina la información por sexo o que no se comprende el impacto de la simbolización de la diferencia sexual?

Cuando el término gender es traducido al castellano hay que ver si el sentido original es el de sexo o el de la nueva acepción de género. Por ejemplo, la expresión gender gap, usada para hablar de la diferencia cuantitativa entre mujeres y hombres, se debería traducir como “brecha entre los sexos”. Solamente algunas personas en las ciencias sociales le dan a gender el sentido de construcción cultural y lo usan con el propósito de distinguir entre lo biológico y lo social. De ahí que la confusión en torno al término género sea sustantiva. Así, en la palabra género se mezclan, al menos, estas tres grandes formas de utilización:

La confusión que produce el malentendido del término gender, en su doble acepción de sexo y de construcción cultural, acaba remitiendo, por un lado, a la idea de una esencia y, por otro, alimentando la mistificación constructivista. Además, el voluntarismo inherente al constructivismo social ha tomado la categoría género como una de tantas diferencias entre los seres humanos: raza, clase, edad, etcétera, confundiendo otra vez en gender al sexo y sin considerar a la diferencia sexual como una diferencia fundante y estructurante.



* Extracto de la ponencia “Feminismo y americanización. La hegemonía académica de gender”, presentada en el coloquio La Americanización de la Modernidad. Descripciones,
aproximaciones, en la Facultad de Ciencias de la UNAM, en agosto de 2007. Reproducido con autorización de la autora.