Usted está aquí: jueves 2 de octubre de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Cinito

■ Ficciones de oro

■ Esquirolaje por tv

Ampliar la imagen PROTESTA CONTRA AGRESIÓN COLOMBIANA.  Familiares y amigos de las víctimas del bombardeo desde aviones colombianos a Ecuador protestaron ayer frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores contra la indiferencia sobre el caso por parte de las autoridades mexicanas PROTESTA CONTRA AGRESIÓN COLOMBIANA. Familiares y amigos de las víctimas del bombardeo desde aviones colombianos a Ecuador protestaron ayer frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores contra la indiferencia sobre el caso por parte de las autoridades mexicanas Foto: Jesús Villaseca

Ha de aceptarse lo dicho ayer, al inaugurar un congreso cultural, por el guía oficial de principescos turistas españoles: el cine mexicano está iniciando otra época de oro. De oro, de plata y de dólares; en blanco y negro (nigérrimo) y a colores de entre los cuales destaca el rojo sangre. Cinito mexicano por doquier, con historias oficiales increíbles, montajes fantasiosos, escenografías efímeras, actuaciones improvisadas, parlamentos babélicos y humores perros.

Véase, por ejemplo, el rodaje que en Navolato llevaron a cabo audaces navegantes de los aires que recuperaron sus avionetas de trabajo aprovechando el infantil error gubernamental (el guión habría pedido escribir “intencional”) de cuidar con un solitario policía municipal los aparatos pertenecientes a las ejecutivas aerolíneas Narcomex, tan necesarias en estos momentos para reactivar la maltrecha economía nacional. El velador de la entidad, Jesús Aguilar Padilla (quien tiene a sus presuntos gobernados con un permanente ¡Jesús! en la boca) se permitió el chistecillo de declarar que la recuperación de las avionetas había sido un “retroceso” en la lucha contra quienes, según se ve, son los reales gobernantes de Sinaloa. Otro libretista cómico anotó que los delincuentes voladores le habían dejado a las autoridades el plan de vuelo inmediato que seguirían las naves recuperadas: Irán, Shangai, Sumatra.

En tierras jarochas, Fidelillo el Tramposo trataba de esquivar el que un líder campesino se hubiera inmolado en protesta por la crónica desatención del Gobierno del Eztado de Veracruz (con zetas, obviamente). El cacique sexenal que ha pintado de rojo electoral la entidad hizo aparecer a cuadro a uno de sus lugartenientes, Reinaldo Escobar Pérez, alias el secretario general de gobierno, para que informara, en ese cine de humor negro que tanto está entusiasmando al director Juan Felipe Cal de Orol, que el hombre que se sacrificó lo había hecho... a partir de “una decisión personal, y nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ella”. Las hipotéticas cámaras cinematográficas pasarían luego a unos separos policiacos donde otros actores de cine snuff estarían cometiendo suicidio “por decisión personal”, luego de haber sido detenidos por haber secuestrado al vocalista de la canción lenona del Za, za, za teibolero. Pa’, que aprendan a respetar, sería el título más peleado por centenares de obras de ficción real (o realidad ficticia, denominación matriz que englobaría a subdivisiones como la política ficción dada a conocer años atrás por el gran cineasta nacional Carlos Salinas Digitali).

El émulo pinolero de Juan Orol no podría, sin embargo, rodar con éxito una nueva versión de Gángsters contra Charros (el drama arrabalero de 1947, con Orol como Johnny Carmenta), pues ciertos pruritos electorales le impedirían fabular contra alguna profesora de charrismo sindical que hoy estuviera en ciertos aprietos marca ACE, aunque por otro lado le sobra labia para abordar el tema de los gángsters modernos, los señores narcotraficantes que por su cuenta y riesgo filman escenas de horror y violencia en el foro de efectos especiales llamado México.

Ahora bien, si no fuera posible instalar una nueva época dorada de cine, podría catafixiarse el rubro tecnológico por el de la televisión, ésta sí forrada de oro. En Morelos se busca que la tv sea reconocida oficialmente como instrumento de educación pública sustituta e ingenioso mecanismo de esquirolaje: la televisión como aparato para relevar a profesores rejegos y protestantes, la pantalla chica como nutriente reconocido, el Internet como asesoría de alumnos instalados en cibercafés pedagógicos y un teléfono 01800 para establecer comunicación con los educandos. Salidas chocarreras con las que pretende enfrentar la insurrección de maestros el Yunque gobernante en Morelos (toma abierta en una ceremonia de iniciación ultraderechista, con acercamientos a las caras y las actitudes de principalísimos personajes, algunos de ellos gobernantes, como Marco Antonio Adame, el jefe de secta con sede en Cuernavaca). Otro ingrediente indispensable en el recuento gráfico de la desgracia nacional es la secretaria de ineficiencia pública, Josefina Vázquez Mota, que habla y habla sin decir nada sustancial, nadadora de a muertito en el Mar Muerto de la política del calderón infernal.

En los sets de San Lázaro y Xicoténcatl batallan con los guiones traspapelados y las escenas que van quedando sin sentido, enredados todos porque el director había llamado a rodajes madrugadores y relampagueantes meses atrás y, habiéndose complicado los tiempos por la aparición de una serie originalmente no contemplada, la de las Adelitas petroleras, ahora ya no se sabe a dónde va la historia y cómo se armará la obra final. En episodios recientes han tenido papel relevante algunos senatoriales villanos reconocidos que desde una oriental casa de empeño llamada PRD Shu Sho trabajan ardua y secretamente para darle una victoria reducida pero aún así económicamente redituable al personaje antagónico llamado Lee P. d’ Ron. En otro camerino, provisionalmente trasladado a estudios estadunidenses, el acorazado Pejemkin, a quien acompaña el afamado director Luis Mandoki, llama a votar por los demócratas sin aceptar que está diciendo que los mexicanos que puedan votar en Estados Unidos apoyen a quien el sueño mexicano supone que podría ser una especie de López Obrama. El tabasqueño que ronda Hollywood lanza al mismo tiempo un parlamento de presunto suspenso que en realidad es casi un tráiler que anuncia marquesinas sin cambio de nombre, una especie de AMLO II en proceso de edición: “no me aferraré al 2012”. Si no lo han desgastado y destruido para entonces, el actor vetado en los grandes estudios verá “si hay posibilidades” y, si no, apoyará, si lo hay, a “otro compañero mejor posicionado”.

Y, mientras el senado estadunidense ha aprobado una gata de rescate presupuestal revolcada pero la misma en cuanto a dinero público usado para eliminar toxicidades privadas, ¡hasta mañana, en esta columna que no olvida!

 
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