Usted está aquí: lunes 29 de septiembre de 2008 Deportes Gravísima cornada a Miguel Jaén

TOROS

Gravísima cornada a Miguel Jaén

Lumbrera Chico

Joselito Adame está por completo repuesto de la enfermedad que en febrero le impidió confirmar su alternativa en la Plaza México y en mayo en Las Ventas de Madrid. Ayer reapareció la capital de Zacatecas, donde le cortó las dos orejas al segundo de su lote. Pero la noticia taurina de la semana sin duda es la relativa a la tremenda cornada que sufrió el sábado el novillero Miguel Jaén, cuando lidiaba de muleta a un complicado ejemplar de la ganadería de Campo Hermoso en la placita del restaurante Arroyo.

El parte médico del doctor Rafael Vázquez Bayod es más que elocuente: “cornada en la cara interna del muslo derecho con una trayectoria hacia arriba y por delante del fémur de 40 centímetros, que llega hasta el canal inguinal. Una segunda trayectoria, de 20 centímetros, hacia arriba y hacia fuera por debajo del fémur, que rompe la vena femoral y desgarra la arteria femoral (…) y una tercera trayectoria hacia fuera y atrás, de 20 centímetros” que ameritó “reparación de la arteria femoral”.

Antes, los aficionados, ajenos de por sí a los secretos de la medicina, sabían de todos modos que una cornada era grave cuando al torero le partían la femoral, quizá como derivación cultural de la famosa herida que acabó con Manolete. Sin embargo, el sábado, a Miguel Jaén, el novillo de Campo Hermoso le trozó la femoral en dos tramos distintos, algo raras veces visto. Pues bien, gracias a la nueva técnica quirúrgica inventada por Vázquez Bayod, el muchacho, si no sufre complicaciones, será dado de alta pasado mañana y podrá volver a actuar vestido de luces dentro de un mes.

Mientras tanto, en el mayor de los misterios, la empresa de la México se dispone a reabrir las puertas de ese establecimiento el domingo que viene, con un cartel que dio a conocer oportunamente y que no contribuyó a que los tenedores de derechos de apartado acudieran en masa a renovar sus tarjetas.

De acuerdo con versiones todavía no confirmadas, ante la falta de atractivos de la temporada mexicanísima, en la que durante 12 domingos sólo se presentarán figuras nativas con escaso imán de taquilla, no han sido pocos los que han tomado la heroica decisión de renunciar a sus abonos, después de percatarse de que éstos, en realidad, valen menos que el cartoncillo en que están impresos. En pocas palabras, la gente se hartó de abrigar esperanzas inútiles. Tal vez, cuando la picota acabe con El Toreo de Cuatro Caminos enfilará hacia el viejo barrio de Mixcoac.

 
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