Usted está aquí: jueves 18 de septiembre de 2008 Economía Fuga de capitales y menos inversiones para mercados emergentes, efecto de crisis en EU

■ Cualquier país que exporta a esa nación, como el caso de México, sufrirá, advierte experto

Fuga de capitales y menos inversiones para mercados emergentes, efecto de crisis en EU

David Brooks (Corresponsal)

Nueva York, 17 de septiembre. La crisis hipotecaria estadunidense, que ya ha cobrado la vida de varias empresas y obligado el rescate urgente de otras, está contagiando a los mercados internacionales con la incertidumbre, el desplome por miles de millones de dólares en el valor de acciones e instrumentos de deuda y como consecuencia se pronostica una reducción de crédito y hasta fuga de capital particularmente en los llamados “mercados emergentes”, comentan especialistas aquí.

“El tercer mundo será particularmente golpeado por esta crisis”, advierte Sebastián Mallaba, experto en economía internacional en el Council on Foreign Relations. En una teleconferencia con medios, Mallaba señala que el capital financiero está “volando hacia la seguridad”, y habrá una tendencia a que el capital retorne a sus mercados de origen en el primer mundo.

Con la globalización, todo país de mercado emergente abierto está sintiendo el efecto de esto, y seguramente provocará de nuevo el debate que se generó hace una década sobre cómo el comercio internacional es positivo, pero que los costos de la globalización financiera pueden ser demasiado altos. Sin embargo, es casi imposible abrirse al comercio libre y detener el libre flujo del capital. Pero advierte que ahora, si el capital busca salirse de mercados emergentes, esto se combina con una reducción en remesas de migrantes en lugares como Estados Unidos por el bajo crecimiento económico, y esa combinación podría ser particularmente difícil para algunos países.

Benn Steil, otro experto del Council on Foreign Relations en finanzas internacionales, considera que “esta crisis en particular no será buena para los mercados emergentes”.

Sin embargo, varios países asiáticos y de Medio Oriente que ahora controlan enormes montos de activos estadunidenses, y cuyo comercio internacional está concentrado en dólares estadunidenses (como dos tercios), podría estar por ahora más interesado en ayudar en estabilizar la crisis y no hacer nada para contribuir a una posible devaluación del dólar, con, por ejemplo, deshacerse de sus reservas en dólares. “Todos están preocupados con el riesgo de crédito” y por ahora están optando por no diversificar sus dólares para no contribuir a desestabilizar aun más el mercado financiero.

Por cierto, indican que entre los mercados emergentes en América Latina, los que podrían ser menos vulnerables a esta crisis son El Salvador y Ecuador, por el sólo hecho de que han vinculado el valor de su moneda con el dólar, y por ahora los intereses extranjeros con enormes reservas del dólar prefieren mantener su valor.

A la vez, Mallaby advierte que los extranjeros, particularmente los que controlan enormes activos estadunidenses, también podrían perder confianza en la capacidad del gobierno estadunidense en manejar la crisis, y empezar a “diversificarse”, lo cual podría llevar a un tipo de “guerra financiera”.

Para el economista Doug Henwood, esta crisis podría tener otro impacto negativo en el exterior. “Tal vez se tendrá que imponer algún tipo de programa de ajuste estructural a Estados Unidos, y eso implicaría entre otras cosas, menos importaciones. O sea, cualquier país, como es el caso de México, que exporta a Estados Unidos, sufrirá”.

Mallaby, a la vez, advierte que el modelo estadunidense de bancos de inversión independientes podría estar perdiendo ante el modelo europeo de “bancos universales”, o sea entidades que operan en todas las ramas de financiamiento como resultado de esta crisis.

Peor aún, el temblor financiero de Wall Street, donde ahora sólo quedan dos de los cinco bancos de inversiones más importantes, junto con otros factores, podrían implicar que Nueva York cede su lugar como la capital de mundo financiero. “Si uno pierde eso, es muy difícil recuperarlo”, advirtió Mallaby y eso tiene implicaciones para Estados Unidos en torno de su competitividad en el mundo del siglo XXI, afirmó.

 
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