Usted está aquí: miércoles 17 de septiembre de 2008 Opinión Andanzas

Andanzas

Colombia Moya

■ China es la danza

Es evidente que el gigante de Oriente conquistó el corazón del mundo con los Juegos Olímpicos 2008, en Pekín.

La mezcla portentosa de recia y antiquísima cultura, el esfuerzo y la precisión de los conjuntos, así como la belleza e inagotable creatividad de sus espectáculos masivos, impregnados de frescura, imaginación y esperanza, para demostrar al mundo su voluntad de presentarse y participar como una potencia: una nueva China en el sinuoso mundo occidental.

En franco mensaje al mundo, China dijo: “Todos juntos, fraternales, podemos tener el futuro”, y esa nación se abrió como prodigiosa flor de jade, multicolor, con luces de brillo impactante. La alegría se dibujó en los rostros bellos y sonrientes de los niños felices de todos los rincones del mundo, que lucieron trajes representativos de sus respectivos países de origen. Contagiados del ánimo fraternal de aquel poderoso espíritu decidido a conquistar con la fuerza de la paz a todos aquellos que, en vivo o a través de millones de pantallas, vimos cómo el emotivo mensaje enviado al mundo por los chinos estremeció, sin duda alguna, a todos cuantos lo vieron.

Críticas, temores o diferencias quedaron rezagadas ante el esplendor de una nación, otrora llamada el terror amarillo y ahora, tal vez, el prodigio amarillo, que nos hizo soñar, durante algunas horas, en un mundo sin guerras.

Pueblo en esplendor

En aquella fiesta asombrosa vimos a un pueblo en esplendor. Su mejor deseo: mostrarse en esa fantasía extraordinaria, por tierra y por aire. Allí vimos a esa multitud de bailarines, actores y cantantes, compenetrarse en el más profundo sentido del movimiento. Cuerpos, mentes y espíritus se movían al unísono, como la marea, el viento o los ríos, fluyendo incansablemente en sus rutinas, extraordinarias, sencillas y naturales, como si un solo motor, una sola fuerza, los moviera a todos.

Por tierra y aire, las coreografías se sucedían en el tono y medida precisas, sin exageraciones ni alardes corporales, simplemente caminaban o flotaban dando una insospechada cátedra de la fuerza portentosa de los movimientos del cuerpo en conjunto, sencillos, con su enorme significado y sincronía absoluta, en su masiva complejidad.

No era difícil comprender el resultado de una profunda y ancestral educación corporal que desde la infancia practican los chinos en la enorme gama de técnicas para el desarrollo físico y mental imbuyéndolos de sentido, de unidad y sincronía, es decir, armonía. Ninguno parecía equivocarse o sobresalir rompiendo el conjunto; o distraerse, ignorando a los compañeros. Los chinos parecen llevar grabados en el cuerpo todos los secretos de la belleza y la armonía corporal, ya sea en ejercicios de rítmica, de combate o malabarismo, de meditación, concentración y enfoque, reflejando disciplina, salud y elegancia. “China es la danza en su más espléndida expresión”.

La construcción de cuerpos y mentes inteligentes, alertas, ágiles, poderosos y seguros de sí mismos. Ése fue para mí el mensaje más importante de tan extraordinaria cultura, transmitido a los niños en las tablas de ejercicios en las escuelas de iniciación. Qué buenos son los chinos en esto. Sólo hay que verlos en sus artes marciales, simplemente en sus desfiles o en los parques: flotando en el tai chi en el circo, la ópera, el ballet, etcétera.

Los secretos de la disciplina oriental

No en vano, Loi Fuller, Ruth Saint Denis, Doris Humphrey y Martha Graham se nutrieron de las disciplinas orientales. Ellas, las pioneras de la danza estadunidense y alemana penetraron los secretos del esfuerzo, el empuje, la contracción, el relajamiento, tanto como la suavidad de la seda. Qué cantidad de sabiduría tienen estos señores orientales. Qué importante su cultura, no hay que perderlos de vista jamás, pues si bien tienen, como muchos países, contaminación y millonarios comerciantes (algunos del tipo de aquel que comentó en México “copelas o cuello”, y perdió unos milloncitos de dólares en las lomas de Chapultepec), pero también extraordinarios científicos y personas laboriosas.

Por un mundo unido

Sin embargo, ni las personas ni los países, nadie es perfecto; todos tenemos un lado sombrío, sólo habría que recordar aquello de “quien no tenga culpa que tire la primera piedra”. Qué absurdas, trágicas y patéticas aparecen las culturas de la guerra, la violencia y la muerte. El engaño y la transa ya son insoportables. Imaginemos adónde podríamos llegar unidos por la concertación, la reciprocidad. Urge al mundo la paz, frenar la codicia y ambiciones monopólicas, dejar crecer y desarrollarse a pueblos y personas, respetar a vecinos y al prójimo. Ser personas de verdad, superar nuestra naturaleza criminal.

Nunca se olvidarán los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. China es danza, y la danza es el secreto de la vida.

¡Bravo por nuestros atletas triunfadores!

 
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