Usted está aquí: viernes 12 de septiembre de 2008 Cultura Música de cámara en un tesoro cultural de México: la Sala Carlos Chávez

■ Este domingo se efectuará un recital operístico con tema hondo: la noche

Música de cámara en un tesoro cultural de México: la Sala Carlos Chávez

Pablo Espinosa

Ampliar la imagen Vista parcial de la sala Chávez Vista parcial de la sala Chávez Foto: Dirección General de Música/ UNAM

La noche es un universo en expansión.

Para Michelangelo Antonioni puede ser un grito, mientras para Nietzsche luz, para Novalis un canto, y para todos un encanto.

Para recibir la noche del próximo domingo, he aquí otro universo en expansión: el Ciclo Música de Cámara que se desarrolla en un tesoro cultural de México, la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario.

Como parte de ese ciclo privilegiado, el domingo 14, a las seis de la tarde en ese templo acústico se realizará un concierto de exquisitez suprema, encanto primigenio y título irresistible: La noche.

Consistirá en un manantial de partituras provenientes de las mentes más privilegiadas de varias generaciones.

Los ejecutantes: el tenor José Guadalupe Reyes, quien es dueño de una de las mejores voces operísticas mexicanas, acompañado al piano por Jazmín Sandragorsian, distinguida como acompañante titular en el Conservatorio Nacional de Música.

El maestro Reyes y la maestra Sandragorsian pondrán a vibrar entonces todas las moléculas que quepan en la Sala Carlos Chávez, que por cierto acaba de cumplir 27 años de edad y tiene un aforo de 163 butacas y una acústica de maravilla.

Tan de maravilla que se escucha el breve clamor de las yemas de los dedos cuando rozan una tecla negra del piano, el silbido seco de las suelas del calzado de los músicos sobre el pequeño escenario o en el peor de los casos y esto forma parte del anecdotario íntimo de muchos melómanos: el do de pecho que suena desde el mismísimo colon de quien experimente un súbito ataque de hambre, o bien que parafrasee a Confucio confundiéndolo con Sócrates: “yo sólo sé que no he cenado”.

Todos los conciertos del Ciclo de Música de Cámara poseen su propio encanto. El que sonará el domingo contiene conceptos variopintos de lo que es la noche como metáfora, placer, ensueño, magia y etecé. Así, sonarán arias de Verdi con su idea belcantista que hereda aún la clavadez germana del Sturm und Drang: Nell’orror di notte oscura. O bien la noche sin olas, desolada y sin estrellas, según el compositor Reynaldo Hahn: Quand la nuit n’est pas etoillée, aunque también para él es exquisita, adorable y deliciosa, todo al mismo tiempo: L’heure exquise. O bien la otra vida que vivimos cuando dormimos y soñamos: Nacht und Traume, según Schubert, que para Schumann es un mundo completo con su luna: Mondnacht, para Strauss un sueño a través del crepúsculo (Traum durch die Dämmerung), o bien una simple Serenata (partitura de Mascagni), un secreto silencioso (Dans le silence de la nuit secrete, obra de Rachmaninof) y al final todo es poesía, como el título que cerrará el programa: L’alba separa dalla luce l´ombra, del maestrísimo Paolo Tosti, ese autor de encantamientos desde el género de la canción napolitana, tan bien cantada igual por la panza de un Pavarotti que por la elegancia del maestro Carlos Montemayor.

El recital del tenor José Guadalupe Reyes, por lo pronto, se eslabona en un juego de abalorios estupendo, el Ciclo Música de Cámara en la Sala Carlos Chávez de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 
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