Usted está aquí: domingo 7 de septiembre de 2008 Estados La crisis en la UdeG, mala señal para las universidades públicas del país: expertos

■ Sus luchas, terribles; no son por proyectos académicos, sino por el control de cargos y recursos, dicen

La crisis en la UdeG, mala señal para las universidades públicas del país: expertos

L. Poy, R. Torres y J. Partida (Enviada y corresponsales)

Guadalajara, Jal., 6 de septiembre. La crisis institucional que enfrenta la Universidad de Guadalajara (UdeG) “no sólo es grave para esta casa de estudios, también es una muy mala señal para la universidad pública mexicana en general, pues la pugna no es por dos modelos académicos diferentes, sino por el control y el poder de una institución”, aseguraron expertos en educación superior.

Advirtieron que no sólo la UdeG se ha convertido en un “hoyo negro de antidemocracia y represión”, en el resto de las universidades públicas del país “también hay rasgos de antidemocráticos, aunque en grado distinto”.

Es terrible, aseguraron, ver cómo en la educación superior ocurren procesos “análogos a los que se viven en las luchas entre dos cárteles de la droga, donde hay un control terrible y una disputa por los puestos. Tal parece, como lo vivimos en Yucatán con 12 decapitados, en la UdeG hay por lo menos uno simbólico, pero el problema más grave es que se tengan que cortar cabezas”.

Tras concluir una de las semanas más críticas en la historia reciente de la UdeG, que comenzó el 29 de agosto, cuando el Consejo General Universitario (CGU) destituyó al hasta entonces rector general Carlos Briseño Torres por disputas internas con el “líder moral” y ex rector, Raúl Padilla López, en una abierta confrontación por el control de la institución, Manuel Gil Antón, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana y experto en el análisis de la educación superior en México destacó que es muy “mala señal que sigamos teniendo grupos que no tienen proyectos académicos diversos, sino que pretenden controlar posiciones y recursos”.

No se trata de constatar si ganaron buenos o malos, “simplemente es que no los hay, es el mismo comportamiento que podemos observar en una pandilla sobre un territorio, se trata de ver quién lo controla. Esto revela signos de que la conducta del viejo priísmo universitario no se acaba con la transición democrática simple”, refirió.

La situación que enfrenta la UdeG, afirmó, no sólo es negativa, deja a los universitarios sumamente tristes porque la universidad que más se ha ajustado a las políticas dictadas por el gobierno federal desde la Subsecretaria de Educación Superior, “es en realidad sólo un maquillaje en términos políticos, pues seguirá teniendo académicos muy buenos, y otros no, pues el control sigue siendo entre pandillas”.

Hugo Aboites, experto en educación superior de la UAM-Xochimilco, destacó que tras la crisis en la UdeG es evidente que las “pugnas interburocráticas son un grave peligro para la universidad pública, pues en el fondo el problema es que “no se han querido tener verdaderas instancias democráticas dentro de las instituciones, y en el caso de esta universidad es obvio que aquello que fue útil como mecanismo de control, para el viejo modelo priísta fue renovado bajo los esquemas del neoliberalismo que han operado por más de 20 años”.

A esto se suma el silencio de la academia, que ha sufrido de “una u otra forma ha sufrido represión, y por sutil que pueda parecer también puede acabar con una carrera académica, pues hay riesgo no sólo de que se retiren estímulos para proyectos de investigación, sino de ser etiquetado como un investigador problemático”.

Lo que vive la UdeG tras la destitución de su rector general y la pugna interna por el control de la institución es sólo un “caso evidente, de muchas otras prácticas antidemocráticas que se viven día a día en muchas universidades públicas”.

Rector, sin competencias

En entrevista por separado, Marco Antonio Cortés Guardado, rector sustituto de la UdeG, reconoció que a pesar de que su nombramiento al frente de la casa de estudios se da en un contexto de “descentralización administrativa” que elimina una parte considerable del control de la rectoría general en activos de la institución, en particular empresas universitarias e infraestructura cultural, aseguró que “estoy muy contento de que me amarren las manos, no tengo problemas con eso. Estoy convencido de que las mejores decisiones las tendrá que tomar el CGU, máximo órgano de la institución”.

Convencido de que el camino para mejorar el desempeño de la universidad pasa por un “adelgazamiento” de su burocracia central, indicó que la decisión de entregar a los centros universitarios, controlados en su mayoría por integrantes del grupo padillista, el control de las empresas universitarias, así como de la Feria Internacional del Libro y de la Muestra Internacional de Cine, a fin de descentralizar el poder administrativa, “está bien, de eso se trata, de debilitar la burocracia, me parece bueno que me dejen sin mucho poder porque son los órganos colegiados en donde deben descansar la política universitaria”, concluyó.

 
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