Usted está aquí: martes 2 de septiembre de 2008 Ciencias Estrógenos y corazón

Javier Flores

Estrógenos y corazón

Entre la multitud de trabajos que se publican día con día orientados a determinar diferencias orgánicas entre hombres y mujeres, acaba de aparecer uno que llama la atención. Se trata de un estudio que relaciona los niveles de hormonas otrora consideradas femeninas con el riesgo de enfermedades cardiovasculares e infartos en sujetos masculinos.

Las mujeres, antes de la menopausia, presentan menores tasas de morbilidad y mortalidad cardiovascular que los hombres, y esto ha llevado a pensar en la posible participación de las hormonas sexuales en el desarrollo de estos padecimientos. Pero, curiosamente, no son las hormonas “masculinas” las causantes de esta desventaja.

Todavía en la primera mitad del siglo pasado se consideraba que la diferencia entre sexos tenía una base endocrina, es decir, se pensaba que había hormonas típicamente femeninas, como el estradiol y la estrona (conocidas como estrógenos); otras masculinas, como la testosterona, y algunas llamadas andrógenos. Si bien es cierto que los estrógenos desempeñan funciones claras en el desarrollo de los caracteres sexuales de las mujeres –entre otros, los que determinan la atracción sexual–, a lo largo del tiempo quedó bien establecido que tanto ellas como los varones poseen los dos tipos de sustancias.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, encabezado por Maciej Tomaszewsky, acaba de encontrar que los estrógenos presentes en los hombres representan un factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades del corazón.

En un grupo de 933 varones jóvenes, con edad promedio de 19 años y aparentemente sanos, los especialistas examinaron la asociación de los estrógenos con factores de riesgo cardiovascular; en particular, los niveles de lípidos como el colesterol, la presión arterial y la masa corporal.

Los resultados, publicados en la revista Atherosclerosis en junio de este año, muestran que los niveles elevados de estrógenos en los jóvenes estudiados se relacionan con la elevación de colesterol total, en particular con el LDL, llamado colesterol malo, y la reducción del HDL, conocido como colesterol bueno, denominado así porque tiene un efecto cardioprotector.

De forma importante, estos investigadores muestran que la asociación encontrada entre estrógenos y colesterol es muy evidente y no está influenciada por la presencia de otras hormonas sexuales como la testosterona, o de factores como el peso corporal y la presión arterial, que pudieran confundir los resultados.

De este modo, los autores concluyen que los estrógenos, cuando se encuentran elevados, se asocian con un perfil de lípidos desfavorable en los hombres, y esta asociación se presenta en una etapa temprana en la vida, mucho antes de que se presenten las manifestaciones de enfermedad cardiovascular, por lo que estos resultados –agrego yo– podrían ser de gran utilidad para la prevención oportuna de riesgos cardiovasculares.

Como ocurre con otros trabajos que tratan de documentar las diferencias de mujeres y hombres ante las enfermedades, los autores tendrían que explicar por qué los efectos de los estrógenos como potenciales generadores de males cardiacos no se expresan de la misma forma en la población femenina.

Pero, como sea, al parecer no hay duda de algo que ya sospechábamos: los estrógenos nos pegan directo al corazón.

Para Enrique Graue con mi solidaridad

 
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