Usted está aquí: martes 2 de septiembre de 2008 Ciencias Piden a Nueva Zelanda y Australia recibir refugiados del cambio climático

■ Los habitantes de dos aldeas de Oceanía ya abandonaron sus tierras, alertan activistas

Piden a Nueva Zelanda y Australia recibir refugiados del cambio climático

■ Esos dos países, además de tener los recursos para enfrentar el problema, son dos de los más contaminantes

■ Temen el deshielo total de Groenlandia, lo que significaría el aumento de 7 metros

Ips y Afp

Ampliar la imagen Mientras los activistas advierten sobre el incremento del nivel del mar debido al calentamiento global, la sequía es amenaza en otras partes del planeta. En la imagen, presas ubicadas cerca de Perth, Australia, en las que, de color más blanco, se aprecia la salinidad debido a la sequía, la cual ha afectado a zonas agrícolas, en una foto del archivo del 12 de diciembre de 2005 Mientras los activistas advierten sobre el incremento del nivel del mar debido al calentamiento global, la sequía es amenaza en otras partes del planeta. En la imagen, presas ubicadas cerca de Perth, Australia, en las que, de color más blanco, se aprecia la salinidad debido a la sequía, la cual ha afectado a zonas agrícolas, en una foto del archivo del 12 de diciembre de 2005 Foto: Reuters

Melbourne y París, 1º de septiembre. Cuando ya se sienten los efectos del calentamiento de la Tierra en las pequeñas naciones insulares de Oceanía, activistas apremian a Australia y a Nueva Zelanda para que se preparen a recibir a los llamados “refugiados del cambio climático”.

“En Tuvalu y en Kribas ya se comienzan a ver los efectos de las mareas y de las tormentas en la costa, pero sobre todo en las cosechas”, dijo Damien Lawson, coordinador de justicia climática en la oficina australiana de la organización ambientalista Amigos de la Tierra.

“Los habitantes de las islas no sólo van a ser afectados cuando el mar cubra su suelo: ya empiezan a tener problemas por el agua que los invade en forma subterránea, con impacto en su capacidad de cultivar las tierras”, añadió.

El calentamiento del planeta es considerado uno de los principales factores del aumento en el nivel del mar. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de la Organización de Naciones Unidas, prevé que crecerá entre 18 y 59 centímetros para finales de este siglo.

Un informe divulgado en julio por Convirtamos la Pobreza en Historia, coalición de más de 60 organizaciones humanitarias, religiosas y de base, entre ellas a Amigos de la Tierra, señaló que dos aldeas en el archipiélago de Kiribati ya han sido abandonadas por sus habitantes a causa del cambio climático.

Además, unas 2 mil personas de las Islas Carteret, de Papúa Nueva Guinea –que están desapareciendo bajo las olas–, se preparan para ser evacuadas a Bougainville, unos 86 kilómetros al suroeste. Son consideradas unos de los primeros “refugiados del cambio climático”.

Ya que se espera que más habitantes de las islas se vean forzados a abandonar sus hogares, aumentan los llamados a Australia y a Nueva Zelanda para que se preparen a recibir migrantes.

En vísperas de la cumbre del Foro de Islas del Pacífico, celebrada el pasado agosto en la isla de Niue, representantes de más de 100 organizaciones no gubernamentales de la región divulgaron una carta abierta dirigida a los primeros ministros Kevin Rudd, de Australia, y Helen Clark, de Nueva Zelanda.

“Celebramos el reconocimiento del problema que afronta el Pacífico, así como las expresiones de voluntad para ayudar, pero ahora es tiempo de actuar. Por tanto, llamamos a los gobiernos australiano y neozelandés a que reconozcan la urgencia que supone el cambio climático y la particular amenaza que implica para los pueblos del Pacífico”, señalaron los activistas en la misiva.

Entre las acciones demandadas por las organizaciones, que también hicieron un llamado a reducir las emisiones de dióxido de carbono, principales causantes del calentamiento global, es que Australia y Nueva Zelanda pongan en práctica un plan para atender a los refugiados.

“El primer objetivo debe ser la mitigación, y luego la adaptación en el Pacífico y el reasentamiento (de refugiados)”, dijo Lawson.

Las organizaciones también quieren que las dos naciones más grandes de la región aumenten sus cuotas a la migración.

Lawson argumentó que “Australia y Nueva Zelanda son dos de los países más ricos del mundo, así que tienen la capacidad para asistir a nuestras naciones, con mucho menos recursos”.

Pero la capacidad para ayudar no es el único criterio para definir los compromisos en la región, según el activista de Amigos de la Tierra.

Aunque las dos naciones son responsables por alrededor de 1.3 por ciento de las liberaciones mundiales de dióxido de carbono (Australia 1.2 por ciento y Nueva Zelanda apenas 0.1 por ciento), sus tasas de emisiones por habitante de gases invernadero son de las más altas.

La Oficina Australiana de Efecto Invernadero informó que ese país emite más gases contaminantes por persona que cualquier otro, mientras la organización ambientalista Greenpeace ubica a Nueva Zelanda entre los 12 países con más emisiones por habitante.

Deshielo, otra amenaza

Los científicos temen que la perspectiva de un rápido deshielo de Groenlandia pueda hacerse realidad en un futuro, lo que conllevaría el incremento del nivel de los océanos y mares que sumergirían gran parte de las regiones costeras del planeta.

En un estudio publicado el domingo en el sitio de la revista Nature Geoscience, un equipo estadunidense puso de manifiesto cómo, en la era glacial, el gran banco de hielo de las Laurentides (actualmente una región de Canadá) que por aquel entonces recubría la mayor parte del continente se fundió mucho más rápidamente de lo imaginado, volcando millones de litros de agua en los océanos.

Este descubrimiento levanta así grandes interrogantes sobre el futuro de Groenlandia, ya que el deshielo de las Laurentides fue provocado por una elevación de la temperatura que podría repetirse, según los investigadores.

Según las estimaciones, el deshielo total de Groenlandia provocaría una elevación de las aguas marítimas de siete metros.

 
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