Usted está aquí: sábado 30 de agosto de 2008 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez
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■ Redada en Misisipi

El operativo fue humillante e inhumano. Al grito falso de una amenaza de bomba, los concentraron en un apartado de la fábrica, los acorralaron como animales y finalmente los cazaron. Humillados y maltratados se los llevaron a un centro de detención de migrantes, donde permanecen detenidos más de 400 de los 595 trabajadores arrestados el pasado 26 de agosto en una fábrica de Misisipi, durante la redada más grande ocurrida en la historia de Estados Unidos.

En los días previos al operativo de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), los hoteles de la pequeña ciudad de Laurel, al sur de Misisipi, comenzaron a llenarse de agentes. Este fue el primer indicio que previno a los pobladores. La organización Alianza por los derechos de inmigrantes de Misisipi (Mira), comenzó a repartir volantes entre indocumentados para que conocieran sus derechos y las maneras de protegerse. Sin embargo, nadie sabía el lugar de la redada.

La fábrica elegida por ICE fue Howard Industries, dedicada a la elaboración de equipos eléctricos. Los detenidos fueron mayoritariamente mexicanos, pero también los hay de Perú, El Salvador, Guatemala, Panamá, Honduras, Brasil y uno de Alemania. A todos los entrevistaron, fotografiaron y tomaron huellas dactilares para deportarlos; ocho enfrentan cargos por robo de identidad agravado, con lo cual se criminaliza a los trabajadores, los cuales tienen que pagar penas hasta de cinco años de cárcel y 10 mil dólares de multa.

Vicky Cintra, de Mira, detalla vía telefónica la crueldad de un operativo que separa a las familias, humilla a trabajadores y viola todos sus derechos. En el colmo de los males, explica, ahora la empresa se niega a pagar los sueldos de los detenidos. “Hay madres con dos o tres hijos que se quedaron sin el esposo y sin ningún sustento”. El dueño de la fábrica es un congresista de nombre Billy Howard y contra él se están organizando los familiares de los detenidos, con el fin de presionarlo y que cumpla con sus obligaciones, “ya que se hizo multimillonario a costa de la mano de obra de los inmigrantes”.

Las escuelas en Laurel ahora están vacías de niños de origen latino. Sus familiares tienen miedo y buscaron refugio en una iglesia católica. Hay también niños cuyos padres permanecen detenidos y los vecinos y amigos se hacen cargo de ellos. El drama en Laurel crece mientras los más de 100 detenidos que fueron puestos en libertad por “motivos humanitarios” luchan por sus salarios.

 
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