Usted está aquí: jueves 28 de agosto de 2008 Espectáculos El blues es la vida llena de trabajo, de gozo y de muchas tristezas: Jorge García Ledesma

■ Para “reconocer a los maestros negros” escribió un libro que se presentará hoy

El blues es la vida llena de trabajo, de gozo y de muchas tristezas: Jorge García Ledesma

Pablo Espinosa

Ampliar la imagen Jorge García Ledesma Jorge García Ledesma Foto: Edith Silva Ortiz

A lo largo de las 324 páginas del libro titulado Los caminos tristes de una música. El blues en México, Jorge García Ledesma despliega nuevas, personales y muy coherentes aproximaciones a ese género seminal que ha germinado en lo que hoy por hoy es la música más popular del mundo: el blues. Además de ser el primer libro sobre el tema en nuestro país, aporta senderos para la unificación del gremio, propone formas de organización distintas, comparte una documentación contextual invaluable, producto de su investigación de toda una vida, pero sobre todo recupera el carácter abiertamente libertario, clandestino, insurreccional, el blues como una forma de vida, una actitud vital, un estado del alma.

Jorge García Ledesma ha entregado su vida al blues. Fundó y ejerce a diario con el ya legendario grupo de blues Follaje. Hace música en las bandas de Javier Bátiz, Betsy Pecanins y otros seres del blues. Fundó hace cinco años la Asociación Mexicana de Blues, de la que es presidente y planea, a la vez que un segundo libro, ampliar esa organización con los roqueros y jazzistas de México.

Documentación de los caminos transitados

Publicado de manera independiente (hasta el momento sólo se puede conseguir en forma directa a través del correo electrónico [email protected]), este valioso volumen abre con un proverbial prólogo de José Agustín (quien apuntala la autoridad moral, el conocimiento de causa y la calidad del libro), discurre en el devenir histórico-social del blues y documenta los caminos transitados por los bluseros mexicanos. Con los comentarios de Betsy Pecanins, Leticia Luna, Raúl de la Rosa, Mario Compañet, entre otros, será presentado este jueves, a las 19 horas, en el Multiforo Cultural Alicia (avenida Cuauhtémoc 91-A).

El autor, Jorge García Ledesma, concedió la siguiente entrevista a La Jornada:

–¿Qué es ser del blues?

–Una persona de la tierra, que huele precisamente a eso y no hay más que ir creciendo y desarrollándose en ese ámbito terrenal y muy humano.

–¿Qué es el blues?

–Tiene una historia y como la historia humana está hecha de caer y levantarse. El blues nos define eso: una tristeza muy profunda, pero a la vez unas ganas de vivir todavía superiores.

–¿Es una contradicción?

–La vida es una contradicción y es lo que nos hace complementarnos, si no te niegas a lo que estás haciendo cotidianamente no vas a seguir jalando palante. Es la forma como un blusero ve la vida

–O sea que el blues es como la vida

–Es la vida, llena de trabajo, de gozo y de muchas tristezas.

–¿En qué momento decidiste documentar esto en un libro?

–Es la historia de mi vida. Precisamente para no contradecirme, en este transcurrir uno va conociendo cosas y esas mismas te van llenando o las vas quitando de este camino. En mi caso es una pasión muy cabrona con el blues y obviamente con la vida y siempre este deseo de reconocer a nuestros maestros negros y darles el lugar que se merecen dentro de este ámbito musical, puesto que ni en su mismo país lo han tenido todavía y como suele suceder son reconocidos primeramente fuera que en su lugar de origen, pero a final de cuentas las cosas regresan y este es un reconocimiento que les hacemos por habernos dado una música tan privilegiada.

–¿Qué visión distinta te da, para escribir, el hecho de vivir el blues en la vida cotidiana y en el escenario?

–En México el artista es muy personalista y estar lidiando con estos egos es la lucha cotidiana y el blues no nos permite eso, o no nos lo debería de permitir. El blues es tan generoso que permite a cualquier persona en cualquier momento, siempre y cuando sea el momento correcto, de estar arriba y poder participar de este ritual, que es el ritual de la vida misma y luchar por esto es lo que lo mantiene a uno. Me imagino, porque no es igual, que los esclavos africanos que venían raptados de sus tierras pensaban en lo mismo, en la libertad que algún día tendrían, pero de una manera cordial, fraternal. Eso es lo que me mantiene.

–En México existe un amplio y muy honesto público de blues; sin embargo, su presencia sigue siendo relativa ¿le parece que está todavía por descubrirse su profundo potencial de cambio social?

–Me parece que estamos en buen momento para hacerlo. He platicado recientemente con gente del rock y del jazz mexicanos y como su origen común es el blues, podemos realizar un ejercicio de reconocimiento de nuestras identidades y eso se reflejará en la calidad de nuestra música. Nuestros jazzistas y nuestros roqueros casi no conocen el blues, pero he visto que las nuevas generaciones tienen el interés de participar más con su música y es bien interesante porque vi a un compañero de la Gran Banda de Jazz, que son muy buenos, pero tienen este hueco en su haber musical. Qué bueno sería que como nuevos jazzistas conocieran más al blues y siempre hay esa respuesta: sí hacemos blues, pero lo responden como una cuestión de defensa, porque los mexicanos somos muy tirados a ser defensivos, especialmente con las cosas que no sabemos y la defensa consiste en tratar de aparentar que sí sabes. No importa, siempre y cuando se mantenga el espíritu de participación. Es necesario conocer el blues para que realmente avancemos. Yo creo que pronto vamos a hacer una asociación de músicos que practican el blues, el jazz y el rock y eso nos va a permitir hacer algo digno en México, cosa que nos hace mucha falta.

Convivencia, fraternidad

–¿Qué es saber de blues?

–Tener esa actitud de convivencia, de fraternidad, de participar y en la cuestión musical, aprendernos esos tres o cuatro acordes, esas 12 barras y decir lo que quieras. El blues es una gran libertad, que debemos detentar los músicos.

–Saber de blues entonces no es repetir nombres, datos fechas, sino ¿el concepto? Saber, por ejemplo, ¿por qué suena la famosa dirty note? ¿La actitud del conocimiento?

—Esa nota sucia, ese arroz negro dentro de muchos kilos es lo que le va a dar ese saborcito pequeño/tan grande que nos permite las comuniones. La diversidad es maravillosa, pero si nos conduce a un punto resulta aún mejor.

–José Agustín alude, en cuanto al título del libro, el caso semántico del término portugués saudade y la melancolía, por un lado, y, por otro, la dominación bárbara española, en un parangón con la esclavitud europea sobre africanos. Si tenemos en cuenta una identidad emocional nacional, ¿cuál sería la identidad del blues de México?

–Estamos en el fin de ese proceso para identificarnos con el blues, que ciertamente no es nuestro, pero la tristeza sí. Los mexicanos la traemos arraigada, como menciona el buen Giuseppe Agustín, que nosotros sabemos de blues, pero refiriéndose a esas músicas nuestras cargadas de sentimiento. Nosotros también fuimos sometidos; también tenemos una gran tristeza, fueron cuatro siglos de esta dependencia, que sigue prevaleciendo de otras maneras, pero ahí estamos. El mundo tiene esta tristeza, porque las desigualdades abarcan al planeta.

 
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